"Me secuestró tu piel y no encuentro la manera de escaparme" — Beatriz Rivas y Federico Traeger.
Harry ignoró el delicioso aroma de la comida sobre la mesa, Louis ya estaba sentado, dándole la espalda, no había tocado nada, ni las crepas, ni el queso manchego y tampoco las naranjas, parecía bastante ocupado escribiendo en su teléfono.
Después de mucho tiempo de no verlo en el departamento se sentía extraño que estuviera aquí, que volviera a él, que fuera suyo por estas horas y en este caluroso domingo, día que juraba que iba a pasar trabajando frente a su laptop o visitando tiendas en el centro comercial para comprar un esmoquin para la graduación.
Louis estaba ahí, cuando el día de ayer lo había visto todo, mundo y realidad. Ahora tenía el panorama de lo que era su vida diaria, la casa donde amanecía, los muebles que tocaba, la comida que comía, sabía de las fiestas, los cuadros en la pared hasta el tipo de vino que tomaba.
Es curioso, cómo el corazón engaña a la mente. Louis tenía una vida cómoda, no habría sido fácil al principio, quizás si, no estaba seguro, pero aparentemente lo tenía todo. Y luego estaba él, que en algún lugar de ese mundo perfecto se sentía una grieta, una parte en construcción, algo no terminado, algo fuera de lugar, una pieza que no encajaba y (que por la forma en la que sus manos de Louis se aferraban a él) tampoco quería dejar de ir.
—¡Harry! — Louis lo llamó para que se apresurara, y fue ese momento en el que salió del trance para acercarse a la mesa —Ya estás aquí, ven a sentarte, vamos a desayunar — sugirió con una sonrisa, tomándole una mano para que no tomará la silla más cercana, y lo hiciera en su regazo.
Las manos de Louis en su estómago hicieron que la sangre se le hirviera, estaba frío por la ducha pero logró calentarse en los quince segundos que llevaban cerca. Louis dejó un beso en el hombro que tuvo más cerca, también en su oreja y dejó una ráfaga de besos en su cuello haciéndolo reír, esa risa provocó que lo abrazara más fuerte, quería hacerlo sentir seguro de que podía caber perfectamente en sus brazos.
—Espero no haber interrumpido tu domingo — mencionó Harry, sin mirarlo a los ojos, aún destilaban gotas de agua por su cabello y su camisa blanca de manga corta estaba arrugada.
Louis lo cayó metiéndole un gajo de naranja a la boca con los dedos. —Come, no digas tonterías, no interrumpes nada, yo tenía muchas ganas de verte —
—Tengo que salir en un rato, voy a comprar ropa para mi graduación, podemos ir juntos, si quieres —
—Si, por supuesto — dijo Louis muy emocionado —estoy muy orgulloso, no puedo creerlo, eres oficialmente un abogado, eso es increíble ¿no crees? —
—Nos entregarán un certificado, eso es todo, pero ya sabes como son en el instituto, harán una cena después con las familias, ya te había contado, pero seguro no te acuerdas... van a venir mis papás mañana, voy a ir por ellos a la central de autobuses y van a quedarse en el departamento ¿no tienes problemas, verdad?— preguntó Harry.
Louis sonrió feliz —Por supuesto que no, puedes hacer lo que quieras —
—Gracias por eso —
—¿Qué crees que opinen tus padres de mí si voy a la fiesta?—
Harry no se ilusionó, se quedó callado por un tiempo, pensando en cómo iba a responder eso —¿Estás seguro? ¿No tendrás problemas por eso? Me encantaría que fueras... de verdad pero yo entiendo — se puso de pie para buscar la silla más cercana y así poder mirarlo.
—Voy a intentar hacer todo lo posible por estar un rato ¿es el martes? pensé que era el viernes —
—Me confirmaron la fecha hace días, si no puedes ir, esta bien, lo entenderé —
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El Ruido de tus Zapatos (Larry Stylinson)
Roman d'amourLouis es un exitoso abogado penal, casado con dos hermosos hijos ¿Qué hace con un insaciable amante de 19 años? "Cuando se cierran las puertas del amor cotidiano todos necesitamos una salida de emergencia"