Capítulo 30

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 "Nos empezamos a perdonar todo, a pasar de largo las discusiones, a rendirnos sin dar batalla, a pedir disculpas sin mirar a los ojos, a vivir con rencores y convivir con culpas, a tapar los errores y negar los fracasos..." Brando.

Harry fue el primero en despertarse. Louis dormía pacíficamente boca abajo a su lado con la espalda totalmente a la interperie y la sabana azul marino enredada en su estomago. La simple escena provocó que olvidara las palabras de su entrenador cuando le dijo sobre, por una vez en lo que va la temporada, ser puntual. Ya debería estar de pie, tomar una ducha exprés y comenzar a buscar su ropa deportiva en el cajón. Pero era imposible concentrarse en tanto, cuando escuchaba los ronquidos tranquilos del mayor en la misma habitación.

Apoyándose en sus codos y rodillas, se coloco en una posición que le permitiera depositar dulces besos en lo largo de su espalda. Tres o cuatro al principio detrás del cuello y el resto al filo de su columna vertebral. Apenas noto los escalofríos de Louis; supo que al igual que él, estaba despierto. Louis se quedo por varios segundo con los ojos cerrados y disfrutando de los labios de Harry en aquellos puntos cardinales.

Con intenciones meterse al baño, Harry se sentó en la cama pero, al apoyar el peso de su cuerpo sobre el colchón, sintió la mano de Louis en su estomago deteniéndolo firmemente para que no lo hiciera. Harry se quedo inmóvil riéndose por el movimiento. Estaba desnudo y la mano de Louis en su abdomen no era una buena idea. Él más grande giro en sí mismo y se acomodo en la cama para mirar al otro sin apartar su mano ni disminuir la fuerza; a cambio Harry asomo una sonrisa alegre y divertida, ese gesto se había convertido en uno de los favoritos de Louis, porque cada vez que el niño lo hacía se le venía un vació en el estomago, no del tipo que te da cuando tienes hambre; algo más frió y mucho más extraño; también más real.

El abogado se acerco para besar sus labios y cuando lo hizo obtuvo un beso sin prisa. El aliento de Harry no tenía sabor a pasta dental ni a dulce de menta pero su saliva y los intentos de sumar su lengua al juego, le resultaba exquisito. Si algo bien había aprendido mientras lo besaba es que Harry podía encenderlo con algo tan simple, como eso, un beso.

Harry mordió los labios de Louis como si fuera un bombón de azúcar. Louis notaba su adrenalina y las hormonas en cada movimiento. Besaba con experiencia; sabía que hacer para subir la temperatura en todo su cuerpo. Necesitaban ir poco a poco. Él lo quería tanto como él. En un intento porque el menor fuera más despacio, agarro una de sus rodillas pero en lugar de detenerlo, él solo se abrió más. Comenzó a sudar frió por la situación porque él mismo deseaba que después de ese beso, hubiera otro, y luego otro.

–Tengo que lavarme los dientes – interrumpió apartándose al segundo.

Louis lo trajo de regreso a la cama con su brazo y lo sentó en el mismo lugar; apenas el menor volvió, sin reproches lo beso de nuevo y para suerte de Louis, esta vez suave cito y despacio.

–L... Llego tarde al entrenamiento... ¡Es sábado! – explicó mientras de alguna manera u otra lograba escapar.

–No me lo dijiste anoche – menciono Louis separándose para recoger del suelo su reloj y ponérselo en la mano.

–No era importante –

–Haz lo que tengas que hacer para irnos, entonces – planeó, encendiendo su teléfono celular para revisar las llamadas perdidas. Tres clientes habían intentado localizarlo pero de su casa, aún nada. Perfecto.

–Quédate en el entrenamiento... ven a verme – sugirió Harry pero apenas lo miro, se arrepintió.

Louis dejo el teléfono a un lado para decirlo a la cara.

El Ruido de tus Zapatos (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora