Capítulo 28

22K 841 591
                                    

“Cada tormenta trae consigo la esperanza de que por la mañana todo volverá a estar limpio de nuevo y que hasta las manchas más perturbadoras habrán desaparecido, así como las dudas sobre su inocencia, o las consecuencias de su error” –M. Alice

Por dos noches seguidas; ella había soñado con lo mismo.  No sabía cuánto tiempo llevaba desnuda y porque se encontraba en esa cama. No podían ser después de las diez de la mañana por los rayos del sol. En comparación con el sueño anterior cambio el lugar de cada cosa en esa habitación de paredes blancas, salvó un espejo y una mochila escolar. De todas las cosas que podía haber en una habitación aquello estaba fuera de lo normal.  Pero había otras cosas de que preocuparse: no reconocía el lugar y tampoco qué tenía de especial. Era tan confuso como inesperado porque apenas se daba cuenta, una extraña conversación se llevaba acabó del otro lado de la puerta.

Quería asomarse pero primero debía encontrar su ropa.  Lo hizo con las pocas prendas que encontró. Y al abrir la puerta se llevó la sorpresa de su vida cuando encontró a Louis cerrando lo que simulaba la puerta principal.

–¿Louis? –

–¡Al fin! ¿Dormiste bien mi amor?  – preguntó caminando hacia ella.

–Louis ¿Con quién estabas hablando? Escuche que… –  

–Sólo alguien que se perdió en la calle   –

–¿En dónde estamos? ¿Y nuestra casa? ¿Dónde están los niños? –preguntó mirando alrededor.

–Danielle y Liam  prometieron cuidarlos para que nosotros pudiéramos usar la casa en la playa por nuestro aniversario ¿Qué sucede contigo? –le preguntó mirándole a los ojos.  Eleanor asintió tranquilizándose. –Tomaste mucho anoche pero debo reconocerlo que aún  luces bien –

–¿De quién es la mochila que está en la habitación? – quiso saber  ella.

–¿Qué mochila? – preguntó extrañado.

Eleanor se fue a la habitación  y volvió con la mochila de cierres azul marino,  mostrándosela. Sacando dos libretas usadas y un puño de plumas. Louis se levantó de inmediato con otra postura y una mirada cansada diferente hacia ella.

–Esta… –le explico Eleanor esparciendo las cosas por el sofá.

–No lo sé… – contestó dirigiéndose a la habitación.

–¡Louis!  Notó cuándo estas mintiendo – reprocho ella siguiéndolo a todas partes.

–Eleanor –hablo, mirándola seriamente – No tengo idea de qué hace eso aquí… deja las paranoias para otro momento. Tal vez la dejo la señora de la limpieza o alguno de los arquitectos que mejoro la piscina  cómo tu querías – Eleanor no muy convencida tomo asiento en la cama. Louis se acercó a su lado, tomando una de sus manos y acariciarla, para ponerse de rodillas frente a ella.

–¿Qué haces? –preguntó ella vulnerable.

–Veo al amor mi vida celosa – confeso haciéndola suspirar.

–No estoy celosa – mintió – Pero es extraño ¿Para ti no? –

–Demasiado – agrego  él asintiendo.

Una hora después. Ella volvió a dormirse porque simplemente la resaca en la cama era más fácil de sobrellevar. Louis entraba y salía de la habitación,  lo miraba tomando un té o leyendo una revista: señal que seguía soñando porque no lo había visto ni un solo momento trabajar.

De pronto escucho que la puerta principal  volvió a abrirse pero no podía ver a los invitados. Ni escuchar cuál era el chiste que Louis parecía disfrutar demasiado.  Se puso de píe para saludar  pero cuándo salió de la habitación Louis volvía a cerrar la puerta inquieto. Ella  busco con la mirada esa mochila en el sofá y ya no estaba. Louis actuo sorprendido, cuando la encontró observándole de pie  y esperar una explicación al respecto.

El Ruido de tus Zapatos (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora