Capítulo 35

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"¿Para qué preocuparse por saber con quién me siento mejor? Ante la belleza del amor sólo queda disfrutar el momento. ¿O habrá que discutir también si un atardecer se ve mejor en alta mar o en el desierto?" Greg AG. 

–No podemos... aquí no – susurró, antes de bajarlo de su regazo y obligarlo a que se pusiera de pie. Harry dio un paso atrás, ofendido. –Puede entrar mi secretaria o alguno de los abogados, en otro momento, lo prometo –Harry miró la oficina para asegurarse de que no hubiera nadie, pero no iba a negar que el peligro lo excitaba, mientras la mano de Louis lo mantenía cerca y acariciaba sus dedos en forma de consuelo.

–Entonces vamos a mi departamento – propuso el menor pasando una mano por el rostro cansado de Louis, la misma que luego buscó acariciar la parte trasera de su cuello.

–Es muy buena idea – le hizo saber de inmediato, sonriendo complacido, sin embargo, él era el adulto aquí, tenía que aterrizarlos en tierra firme– En lugar de ir a tu departamento, vamos a un restaurante que conozco a cenar, tenemos que hablar seriamente sobre esto, sobre nosotros, sobre qué vamos a hacer... –

–¿Ya vas a empezar con eso? – soltó con frustración. Miro la mano de Louis apretar más su mano que sostenía antes de dejarlo caer y ponerse de pie para que ambos pudieran hablar mirándose a los ojos. –Louis... –

–Mira escucha lo que tengo que decir y después sacás tus propias conclusiones, ni siquiera sabes de qué quiero hablar – Harry abrió la boca para reprochar, y al mismo tiempo se tuvo que callar porque Louis lo empujo para darle un beso en los labios, fue tan rápido que Harry apenas pudo probar un poco de piel. Fugaz, sin saliva, solo fricción.

¿Entonces, esta era la nueva técnica de Louis? ¿Cada vez que tuviera un reproche, de esta forma lo iba a callar? Harry se rió confundido, cruzando los brazos, esperando una respuesta a eso.

–Nos vemos en el estacionamiento a las ocho, no llegues tarde –

–¿Me estás ordenado? – preguntó el menor.

–No, te estoy avisando –

–¿Qué diferencia hay si cenamos en mi casa a ese restaurante? explicame, porque no estoy entendiendo – Harry suspiró. La verdad es que, él iba a decir que sí a la invitación desde el principio, sería agradable ir a cenar con él, pero sí seguía insistiendo, y Louis aceptaba ir a su casa, eso significaba que podían acostarse un rato en la cama, besarse un poco más, estar más cerca el uno del otro.

En cambio, un restaurante con muchas personas eso era matemáticamente imposible. Literal, estaba seguro, que conociendo a Louis, solo iban a conversar y cenar, ¿dónde está lo divertido, en eso? ¿Además, porque quería llevarlo a cenar? La última vez que lo habían hecho Louis tenía prisa y actuaba tan incómodo. Solamente quería hacer las cosas más sencillas para él.

–Quiero hablar –dijo, resignado a tener que explicar.

–¿Y en mi casa no puedes? ¿Desaparece tu lengua o qué mierda? –

–¡Cuida ese lenguaje! –A estas alturas, Harry sabía que estaba irritado por cómo había dado un giro la conversación – Y no, no desaparece mi lengua pero está muy ocupada sobre ti, sabes bien claro que si vamos a tu departamento, no vamos a hablar... no vamos a discutir sobre esto, ¿de acuerdo? –

Harry se rió divertido al notar su expresión, entre irritado y agobiado, y por cómo, poco a poco, iba perdiendo la compostura para que las cosas salieran a su manera. Nada lo iba a hacer cambiar de idea. Hasta un ciego vería que Louis amaba tener todo bajo su control. Qué lástima que Harry amaba tanto, quitarle ese control con besos en la boca.

El Ruido de tus Zapatos (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora