"Me voy a enamorar de ti, ve avisándote" Riks
No estaba sólo en la cama.
Y no fue hasta que abrió con pesadez los ojos, mirando la alarma, cuando se dio cuenta de eso. Hizo equilibrio hasta llegar al baño cubriendo sus desnudez únicamente con las sabanas, luego de prisa se bañó y cuando se escurrió el jabón por su cuerpo revivió las escenas de la noche anterior, mientras tanto el otro hombre, también desnudo, dormía plácidamente sobre su cama. Él aprovecho para escoger su ropa, se vistió en silencio como siempre acostumbraba, pantalones, zapatos cafés y una camisa gris. Aplicó con cuidado, mirándose en el espejo de cuerpo completo, loción en su cuello, y no se apartó del hasta estar conforme con lo que llevaba puesto.
–¡Oye! –Habló mientras se acercaba a abrir las persianas en su solitario departamento en una zona residencial en Londres –Tienes que irte –El hombre que poco a poco se despertaba se quejó por la enorme cantidad de luz estrellarse en sus ojos.
–¿Tan pronto? –Murmuró contrabajos.
–Sí, llego tarde a la universidad –Salió de la habitación buscando darle privacidad al otro sujeto para vestirse, buscó sus pesados libros de derecho romano en su escritorio y los metió en su mochila de cuero. Cruzando por sobre su hombro para que cayera de lado.
–Eh... ¿Cómo te llamaba? –Preguntó el hombre terminando de subirse los pantalones y levantando la voz a la salida de la habitación.
–Harry y tú... eras –Mientras hacía memoria el otro hombre sonrió de lado.
–Robert, oye... la pase muy bien anoche –Confesó, abriendo la puerta del edificio, mirando al chico de cabello rizado del cual podía presumir haber tocado y suspirado de ellos un aroma a vainilla. Claro que ahora en vez de gemir estaba mirando su reloj diciendo con la mirada que tenía prisa mientras ordenaba su escritorio y desconectaba su laptop.
–Si yo diría que... un ocho ¿No? –Sugirió amablemente.
–Yo diría que un ocho punto cinco –Harry no pudo esconder la risa así como el otro hombre tampoco pudo esconder la desilusión que tenía, pues sabía que no se repetiría y que solo había tenido suerte.
El hombre de cabellera rubia, salió en dirección a las escaleras del moderno edificio y el dueño del departamento no lo despidió. Ni tampoco el invitado esperaba un adiós o un besito, no. Claro que no.
Su padre era doctor y su mamá trabajaba en una cafetería en Holmes Chapel. Había soñado con esa vida cuando los resultados del examen llegaron a su casa con las mejores noticias, Aceptado en la Facultad de Derecho de Londres. El programa era mucho mejor en la capital, las instalaciones eran grandiosas y que decir de las materias. Harry siempre había querido estudiar derecho y el que sus padres lo alentaran en sus decisiones de vida fue un crecimiento rápido.
Sin duda era una de las mejores decisiones de su vida, claro está, que al principio cuando se mudó al edificio de aquello casi un año, él no tenía en planes despedir a diferentes hombres por la mañana. A veces buenas elecciones, a veces no y aquel sin embargo no había sido una buena porque de ser así hubiese pedido una segunda cita, definitivamente ese no era el caso.
Mientras salía del edificio, cruzó la calle buscando unos centavos en el pantalón para tomar el bus, bebiendo un exprés de moca que tenía en sus manos para poder despertarse. Perrie, su prima lo iba a matar por dejarla anoche en la fiesta, así que no tenía muchas ganas de ir y encontrarla regañar la. En cuanto llegó a la primera clase de la universidad, el profesor de Derecho Romano ya le provocaba sueño. No había nada malo en la clase el problema era él.
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El Ruido de tus Zapatos (Larry Stylinson)
Roman d'amourLouis es un exitoso abogado penal, casado con dos hermosos hijos ¿Qué hace con un insaciable amante de 19 años? "Cuando se cierran las puertas del amor cotidiano todos necesitamos una salida de emergencia"