"Perdóname si me ves perder la compostura; enserio te agradezco que hayas sido mío"
Louis descansaba su cabeza cómodamente en la almohada que había en la parte superior de la cama. Un solo descuido, provocó que volteara hacia la izquierda, y a través de la delgada cortina de baño, se topará con la silueta de su amante, estaba de espaldas, completamente frágil y desnudo.
Dejo de respirar por un minuto.
Lo contempló en silencio, estudiando la forma con la que pasó el jabón por todos los rincones de su cuerpo y luego, como el champú cayó en sus ojos. De alguna manera, verlo auto explorarse resultaba ser lo más erótico y excitante que había visto en mucho tiempo, no podía evitarlo, tan fácil podía acabar con su castigo, ponerse de pie y caminar hacia él.
Era una lastima que su reacción fuera ponerse en los labios una sonrisa culpable y obligarse a voltear en otra dirección.
Su memoria retenía esa imagen en su mente sin esfuerzo y mientras permanecía acostado, con la vista azul al techo y la ducha de fondo, comenzó a notar las diferencias entre su cama matrimonial que compartía con su esposa en casa y en la que estaba, en este preciso instante.
Para empezar, sobre la cama matrimonial había sabanas doradas con detalles rojos en los cojines, el colchón era suave y cómodo, en cuanto a la ubicación, se encontraba enfrente de la ventana con vista al jardín del patio trasero y los cuadros en las paredes no eran más que paisajes de las vacaciones familiares que ya no podía recordar con facilidad. Una habitación ideal de una casa común y también de una pareja ejemplar.
Todo lo contrario, a la cama individual que con suerte tenía sabanas, siempre y cuando el dueño no se olvidará de lavar, el material del colchón nunca fue su favorito y tampoco la única almohada que había en su lugar. La cama se encontraba lejos de la ventana, y aunque la vista no era espectacular gracias al par de edificios que estorbaban justo en frente, con las luces apagadas, el mundo de afuera, le daba igual.
No había televisión, ni sofás de descanso, en cambio había un gran closet con más trofeos de fútbol americano que de ropa y un escritorio pequeño al rincón cargado libros escolares y una vieja computadora sin usar. A decir verdad, Louis podía asegurar que el tipo de cama o las características de la habitación era lo de menos, cuando se tenía lo que se quería, como los juegos entre ellos y las caricias iban más allá.
Louis cerró los ojos por un momento. Tan sólo un...
–¿Qué te tiene tan pensativo? –fue sorprendido por el menor, cuando entró a la habitación a la vista de Louis vistiendo sólo unos pantalones y un cinturón flojo en la cintura.
Louis lo miro desde los pies hasta la cabeza por un segundo y luego le quitó su atención.
–Nada. Observaba tu habitación – le dijo, con indiferencia.
–La limpiaré el sábado, si eso te molesta... – dijo, mostrando al mayor dos camisas iguales pero con diferente color –¿Prefieres verde o azul? – preguntó, indiferente.
–Ambas –
–No puedes, tienes que elegir una... – su tono de voz fue un ultimátum que se arruino apenas el mayor asomó una sonrisa suave y coqueta que proponía muchas cosas a la imaginación, ante eso, el de ojos verdes lo intentó –Vamos, elige una... –
Louis se reincorporo en la cama con una actitud seria, tomó asiento con la espalda recargada en la pared y luego lo miró con seguridad en los ojos, reflexionando por un momento sobre su pregunta como si se tratará de vida o muerte; le hizo saber su decisión apuntando a la camisa de la mano derecha.
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El Ruido de tus Zapatos (Larry Stylinson)
RomanceLouis es un exitoso abogado penal, casado con dos hermosos hijos ¿Qué hace con un insaciable amante de 19 años? "Cuando se cierran las puertas del amor cotidiano todos necesitamos una salida de emergencia"