Mis ojos se abren lentamente cuando el sueño de alejó de mí sistema, suspiré enfadada porque aún quería seguir soñando, pero ya no podía. Había olvidado el sueño que estaba teniendo, maldita memoria la mía.
Con desgana me desenredé de las sábanas, salí de la cama a paso firme, como pocas veces me sucedía. La cicatriz en mi pierna tenía un gran significado, uno que no solo me había marcado físicamente, sino que también se había clavado en mi interior. Ya había aprendido a vivir con ella, también con el dolor.
Tomé el baño más rápido de vida, el agua estaba congelada y por más que encendiera el calentador, parecía hielo líquido. Me vestí rápidamente con vestido de tela fina, era corto, pero de mangas largas; protegiéndome del frío de Rusia. Tomé mi bastón y bajé las escaleras con lentitud, pero mi corazón se detuvo apenas llegué a la cocina.
Un pequeño cartel estaba colgando en el lumbral de la cocina, unos cuantos globos de colores esparcidos por ahí y un mini pastel con una vela que dibujaban el número dieciocho sobre el mismo. Mis ojos se llenaron de lágrimas, las cuales oculté sonriendo.
—Feliz cumpleaños, mi niña —dijo Azucena llegando a mi lado, sus acogedores brazos me rodearon en un abrazo cálido—. Te deseo lo mejor del mundo.
—Gracias, Azu —suspiré mirando todo—. ¿Pero cómo...?
—¿Y tú cómo crees? —me sonrió con picardía.
Hace más de dos días que Kyle se había ido a no sé dónde, supuse que estaba reunido con sus socios. Había llamado un par de veces y cuando él no lo hacía, era la voz de Roger la que se escuchaba al otro lado del teléfono.
Después de la extraña conversación con su hermano Kevin, las cosas fueron más ligeras. Susan se disculpó conmigo por haber dicho aquellas cosas, aunque yo había aprendido a no juzgar sin conocer; supuse que podía darle una oportunidad.
Y Kyle tenía razón, ellos venían muy seguido.
—Mi niño me dijo sobre tu cumpleaños, todo esto fue idea suya —mi corazón se aceleró ante esa información—. También dejó un obsequio para ti.
—¿Más? —pregunté sorprendida, la mujer asintió.
Rodeó la barra de la cocina y luego trajo consigo una caja de regalo de envoltura roja brillante con gran lazo blanco en la tapa.
—Lo envío ayer por la noche.
Mordí mi labio inferior, sonriendo emocionada me dispuse a abrir el regalo. Con delicadeza le quité el moño y zafé la envoltura. Acaricié la tapa de cartón y con mucho cuidado la quité, puedo jugar que mi respiración falló al instante que vi el contenido.
Un vestido de satén rojo descansaba en el interior de la caja. Tenía un escote en V y era de tiras finas, con una falda de vuelo corta. Era perfecto, sin embargo, había una cajita de terciopelo negro más pequeña a un lado de la prenda. La tomé y otra vez entré en shock.
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La sed de mi alma
RomanceKyle Black es un ser despiadado e inescrupuloso, el mundo le teme por el ser dueño y señor de su universo. Tiene el control de todo lo que lo rodea, maneja a todos a su antojo. Es el rey de La Orden. Su vida se pone de cabeza cuando Melissa Müller s...