59. Talón de Aquiles.

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Paso mis dedos por los cabellos castaños de Mel, escucho su respiración calmada contra mi cuello, siento su corazón latir lentamente contra mi pecho

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Paso mis dedos por los cabellos castaños de Mel, escucho su respiración calmada contra mi cuello, siento su corazón latir lentamente contra mi pecho. Melissa es mi bálsamo, mi otra mitad, mi cable a tierra. Ahora vamos a tener un hijo, una razón para seguir luchando, para permanecer unidos por mucho tiempo más.

Un hijo.

¿Cómo sería yo como padre? ¿Qué podía enseñarle yo a un niño? ¿Matar? ¿Estafar? ¿Gobernar desde un trono de sangre? ¿Qué haría?

Stephen Black no fue un buen padre, dentro de lo cabía, siempre estaba dando órdenes, siempre me tenía en la mira. Ser el mayor de sus hijos conllevaba una enorme responsabilidad, ser el heredero legítimo a su puesto... hacia todo mucho más difícil. No tuve una infancia color de rosa, no sé lo que es pasar un tarde completa con mis hermanos, con mi madre. Azucena era la única que me comprendía, justo cuando mi madre estaba ocupada en aparentar se la esposa modelo.

Kevin era el siguiente en la lista, pero nada parecía funcionar para él. Nunca quiso ser parte de esto, nunca esperó formar parte de una familia dañada. Él se apartó de mí, yo me alejé de él. El único contacto que tenemos es por su esposa, gracias a ella conozco a mi sobrino, gracias a ella puedo entablar una conversación normal con él, pero nada más.

Holly era mi mejor amiga, esa niña de grandes ojos azules que marcaba la diferencia en casa, la que lograba que los días fueran coloridos para mí y menos oscuros en mi atormentada vida. Y no pude protegerla, no cuando todo el mundo estaba concentrado en mí y menos en ella. La dejé en manos de un pedófilo, de un enfermo de mierda y la perdí.

Mis días se tornaron grises, tan turbios y oscuros que no veía nada más allá de la muerte, la sangre y el poder. Me volví un hijo de puta en toda la extensión de la frase y con el paso del tiempo, todo empeoró. No obstante, Roger era lo único que me mantenía cuerdo, se convirtió en mi hermano desde que nos vimos por primera vez, y eso lo llevó a mantenerme firme cuando todo está apunto de derrumbarse.

Dos golpes en la puerta llaman mi atención, me muevo lentamente por la cama, sacando el brazo que Mel tiene bajo su cabeza y la dejo tranquila para que siga descansando. Recogí la camiseta del suelo la pasé por mi cabeza antes de abrir, Gabriel estaba al otro lado de puerta, luciendo preocupado.

—¿Todo bien? —cuestiono, bajando la tela por mi torso.

—Sí, señor...

—Gabriel —advertí, él sacudió la cabeza y asintió después.

—Lo siento —tragó—. Es Roger.

Mi ceño se frunció, una alarma silenciosa se activó en mi cabeza.

—¿Qué sucede con Roger?

—Ha estado mal, Kyle y creo que deberías ir al galpón —responde, removiéndose inquieto. Mi expresión le dice que continúe, que ya sé que hay más de la historia—. En la redada de la otra casa, logramos atrapar a uno y lo mantuvimos oculto. Intentamos sacarle información, pero no nos dijo nada.

La sed de mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora