9. "Lo que sí importa".

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Pelirroja, alta, esbelta, hermosa y con acento italiano

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Pelirroja, alta, esbelta, hermosa y con acento italiano.

Es la mujer perfecta, la indicada para un hombre como él. ¿Cómo pude hacerme la idea que él podía siquiera sentir el más mínimo afecto hacia mí? No puedo creer lo estúpida que fui. Y ahora estoy aquí, con la cabeza enterrada en la almohada y con las lágrimas corriendo libres por mis mejillas.

Pero, ahora no sé si estoy triste por la noticia que mi hermano hizo poner en todos los periódicos de Alemania, o porque estuve a punto de besarme con Kyle y la pelirroja nos interrumpió. Ella lo besó, dijo que lo extrañaba y lo llamó «cariño». Es más que obvio que ellos tienes algo.

Soy una idiota. La más grande de toda la historia por hacerme ilusiones falsas. Que estúpida. Me siento como si fuera un pedazo de caridad, como si él me hubiese salvado para quedar bien con algo. Cómo si hacer algo bien, purificara su alma.

—Eres una tonta, Melissa Müller —hundo la cabeza más en la almohada—. Eres una boba.

—Yo no creo que seas una boba —dice esa voz, mi cuerpo se gira con demasiada fuerza y brusquedad hasta que casi caigo al suelo. Solo que mis dedos se aferraron a la cama, me senté como pude y organicé el desastre que era mi cabello. Sus ojos azules se encuentran con los míos, agitando mi respiración—. ¿Cómo te sientes? Por lo de Marcelino.

—Eso ya no importa —digo, intentando no recordar eso. No necesito seguir sufriendo por alguien que no sufrió por mí, que no le importó mi seguridad. Ya no más—. Estoy bien, no te preocupes.

—Mel, quería disculparme por lo de anoche —dijo, mis ojos se abren a capacidad.

—¿Qué pasó anoche? —susurré.

¿Se arrepiente de haberme casi besado anoche? Ahora sí que me siento como idiota.

—Sobre Audrey.

—Ah, eso —le restó importancia, bajo la mirada y comienzo a jugar con el edredón sobre la cama—. No tienes por qué disculparte, es tu casa, tu novia puede venir cuando quiera.

—No es mi novia —sisea de pronto, pero no lo miro. ¿No es su novia? Reprimo un suspiro de satisfacción y alivio. ¿Por qué me sentía tan tensa hace unos segundos? Será que estaba celosa. ¿Qué? ¡No! No estar celosa. En todo caso, lamento si te sentiste incómoda en algún momento.

—No, no me sentí incómoda —si lo hice, pero ahora no. Ya sé que no es tu novia—. De todos modos, no deberías preocuparte por mi aprobación, Kyle. No tengo voz en esta casa, puedes traer a quien tú quieras.

—Pero vives aquí, tienes derecho a decidir también —sus palabras me dejan paralizada, sin aliento y con el corazón llameante—. Si no te sientes bien con algo, me lo puedes decir y lo solucionaremos.

—Gracias, Kyle —dije en un susurro.

Estaba impactada, sus palabras fueron demasiado para mí.

—Pero si quiero que conozcas a unas personas —dijo, esta vez sí lo miré—. Ellos, definitivamente, si vendrán muy seguido.

La sed de mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora