Dos semanas después.
Tania y Caleb corrían por todo el patio, jugando a pillarse entre sí y luego de eso jugarían a las escondidas. La primera vez que vine les prometí un dulce a cada uno si prometían ser unos niños buenos y obedientes durante toda la semana. La hermana Fernanda me había confirmado lo que ya sabía, que estuvieron juicios toda la semana y por eso se ganaron su premio.
—¡Oigan, niños, ya es hora de la cena! —exclamó la amable monja que me acogió como una niña más en medio de este enorme orfanato—. Cariño, si quieres, te puedes quedar a cenar con nosotros.
—Gracias, de verdad —le sonreí—. Kyle vendrá por mí en cualquier momento.
—De acuerdo —asintió y llamó otra vez a los niños antes de alejarse con ellos al interior de la casa.
Solté un suspiro y observé por última vez a esas mujeres religiosas que dedicaban su tiempo a cuidar de niños poco afortunados, a los que sus padres desecharon como si nada. No pude evitar sentirme tan poco empática con esas personas que, sin importar el dolor de esos pequeños niños, los abandonaron a su suerte. Esa gente no merece perdón de ningún tipo.
Sacudí mi cabeza y decidí obviar esos pensamientos horribles y me despedí con todo aquel que se tomaba conmigo en el pasillo. Agradecida profundamente con Kyle por haberme traído aquí, a este orfanato y por darme la oportunidad de ayudar a alguien que merece ser feliz. Porque de otras formas, ya tenía a alguien quien me alegrara la vida. Sonrío de tan solo recordarlo, mi piel se eriza y casi puedo sentirlo cerca de mí.
Decido apresurarme a salir a la calle, me detengo en la acera y espero a que Kyle venga por mí. Y, mientras tanto, me pongo a pensar en todo lo que que ha pasado en las últimas semanas. Dos semanas en las cuales he descubierto que las apariencias engañan, y muchísimo.
Un hombre serio y sereno, ese que no comprende el significado de la palabra compasión, uno que mata a sangre fría y es temido por toda su nación y parte de su continente. Un hombre que me demostró que no todos los hombres lastiman, a menos no de la manera a la que me vi sometida tiempo atrás. Un hombre que me enseñó que las manos pueden acariciar y no doler.
Creo que me topé con una criatura mitológica. ¿Estaré sobrestimándolo? Espero que no.
¿El diablo puede mostrarme lo que es bueno? Si no es así, no sé qué demonios está ocurriendo. Gracias a ese mounstro estoy viva. Gracias a él, sé lo que es estar enamorada. ¿Es estúpido pensar de esa manera? No lo creo, porque en las cosas buenas, siempre hay un poco de maldad. Y en las cosas malas, siempre hay un poco de luz.
Espero no estar equivocada.
—Espero que esa sonrisa sea por mí, porque me enojaré mucho si no es así. —Unos fuertes brazos rodean mi cintura desde atrás, logrando que me sobresaltara en mi lugar. Una risita nerviosa salió disparada de mis labios cuando sentí los suyos en mi mejilla—. Estoy loco por ti.
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La sed de mi alma
RomanceKyle Black es un ser despiadado e inescrupuloso, el mundo le teme por el ser dueño y señor de su universo. Tiene el control de todo lo que lo rodea, maneja a todos a su antojo. Es el rey de La Orden. Su vida se pone de cabeza cuando Melissa Müller s...