27. "Hasta en el infierno".

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Maldito Franco y su poco cerebro

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Maldito Franco y su poco cerebro. ¿Qué ganaba con molestar? ¿Acaso era suicida y quería que lo matara rápido? Maldito y mil veces maldito.

—¿Qué carajos quieres, Roberto? —espeto con el teléfono pegado a la oreja.

—Ahora mismo, nada —responde, escucho como suspira al otro lado de la línea—. Pensé en llamarte, ya sabes, tengo algo importante para ti.

—¿Qué puedes tener tú que sea importante? Por si no lo recuerdas, tienes una sentencia de muerte pegada a la frente —siseé—. Apenas tenga la oportunidad, meteré una bala entre tus ojos y luego quemaré tu cuerpo.

—Eso sonó muy teatral viniendo de tu parte...

—No lo será cuando te tenga frente a mí, así que cuida tu tono conmigo, tu cabeza sigue siendo de mi propiedad, Franco —recuerdo, suelta una risita.

—¿Estás seguro que no perdiste nada? —cuestiono, sin embargo—. Tú carteta, dinero... ¿Una castaña, tal vez?

Todas mis terminaciones nerviosas se tensan cuando me doy la vuelta, mirando en todas las direcciones y a través de todas las personas. Mi ceño se frunció, mis ojos se dirigen al área de los baños, pero no hay nadie.

Mi alarma se activa, miro mi reloj, lleva menos de diez minutos en el baño.

—¿A qué estás jugando, imbécil? — gruño, buscando a Roger con la mirada, este se encuentra a unos metros de mí y al percatarse de mi asecho, camina en mi dirección junto con la pelirroja—. ¿Qué carajos hiciste?

—Yo, nada. Ella misma decidió venir conmigo —mi cuerpo entero tiembla, mi mano libre se aprieta—. Hagamos un trato, ¿sí? Por los viejos tiempos.

—¿Qué mierdas quieres?

—Libertad por libertad. Déjame salir del país y la dejo libre a ella —dice, mis ojos se cierran—. ¿Qué me dices?

—Tú no me das órdenes, Franco. Soy el jefe, ¿lo olvidaste? —el ceño de Roger se frunce ante mis palabras—. Iré por ti, y espero por tu bien que ella no tenga ni el más mínimo rasguño, de lo contrario...

—¿Qué harás? —ríe—. No estás en posición de amenazarme, tengo a tu chica. Con una orden mía, todos mis hombres estarán sobre ella.

Siento la ira crecer en mi interior, como todos mis musculoso se contraen y como la necesidad de matar a alguien invaden mi sistema.

—Te buscaré —siseo, apretando el aparato entre mis dedos—. Iré hasta el infierno si debo, pero voy a encontrarte y te arrancaré pedazo por pedazo, ¿me escuchas? —gruño—. Pudiste robarte mi dinero, pudiste quedarte con Rusia entera, pudiste romper todas y cada una de mis leyes. Pero ninguna de esas faltas se compara con esta, te metiste con lo más importante para mí y ahora tendrás que aceptar las consecuencias.

—Entonces, ven por mí —ríe, antes de colgar y dejarme con el corazón en la garganta.

—¿Qué sucede, Black? —pregunta Roger.

—Franco tiene a Mel —Audrey ahoga un jadeo llevándose las manos al rostro, totalmente horrorizada.

—¿Cómo? —Roger luce confundido—. ¿No estaba contigo?

—Fue al baño, solo fue un segundo... —mi mandíbula se aprieta—. Tengo que encontrarla, tengo que... —cierro los ojos, el corazón me palpita en los oídos.

Mi Mel. Mi preciosa niña de ojos marrones, ¿dónde estás? No puedo pensar, no tengo nada en la cabeza.

Un leve recuerdo llega a mi mente, uno muy lejano.

— ¿Estás seguro de esto? —pregunta Roger mirando el contenido de la caja.

—Sí —le respondo, revisando unos documentos en el iPad.

—Esto suena muy posesivo, aún viniendo de ti —murmura, riéndose—. ¿En serio quieres hacer eso?

—Completamente —asiento—. Necesito estar al tanto de su ubicación, no puedo perderla de vista.

—O perderla, sencillamente —el castaño se burla de mi—. Cómo órdenes.

Mis ojos van a Audrey, quien luce llorosa y asustada.

—Escúchame —le digo a la pelirroja con suavidad—. Necesito que recuerdes algo. ¿Mel llevaba su collar?

—¿Collar? —pregunta aturdida.

—Sí, Audrey —la sacudo un poco—. Recuerda un poco, anda.

—Sí, ella... tenía un corazón —se lleva una mano al cuello—. Tenía un diamante rojo, no lo sé, era pequeño.

—El collar, Roger —le digo a mi sombra, su rostro se inclina y amplía sus ojos cuando comprende a lo que me refiero—. El collar tiene un rastreador.

 El collar tiene un rastreador

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¡Hola, hola!

¿Cómo están? Siento que han pasado siglos desde la última vez que actualicé y me hace mucha ilusión decirles que:

¡Se nos viene maratón de fin de año!

1/4 para celebrar la navidad.

¡Voten y comenten muchooo!

La sed de mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora