Parte II | "Lazos inquebrantables". 23. "Tu merecida recompensa".

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Dos semanas después

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Dos semanas después.

Puedo sentir su respiración lenta y pausada, puedo oler su perfume a frutos rojos, puedo apreciar la suavidad de su piel, incluso puedo escuchar su corazón latir en calma. ¿En qué momento dejé de ser ogro feroz a estar así? La respuesta a esa pregunta es clara: desde que ella llegó. No había más explicación para eso, desde que Melissa llegó a mi vida, no he vuelto a ser el mismo y lo cierto es que, no extraño al antiguo yo.

Pasé de vivir rodeado de mafiosos día y noche, a estar aquí, sentado junto a ella, viéndola dormir.

Todo en ella grita paz, armonía, tranquilidad. Es hermosa, cálida, suave. Ella es todo lo que algún día anhelé y hoy está aquí. ¿La merezco? No, definitivamente un mounstro como yo, no lo hace. Pero soy un puto egoísta, uno que mataría antes de dejarla marchar.

Dos semanas en las cuales he experimentado todo tipo de sensaciones, desde la más absurda, hasta la más intensa. Nunca me había detenido a observar tan de cerca las cualidades más mínimas de una persona, me parecía innecesario. Con Audrey, aunque solo fue físico, nunca me importó mirarla de más.

Pero es diferente con Mel, todo es diferente con ella.

Una vez lo intenté, intenté sentir y no lo logré, no me importó. La historia se repite, solo que esta vez, sí logré sentir y gané. El que esté dormida sobre mi cama, impregnando su aroma en mis sábanas, vistiendo únicamente mi camisa, es la prueba viviente de que: un mounstro tiene corazón.

Un corazón que solo late por ella.

Pero ahora, necesitaba guardar esa bondad que se estaba impregnando en mí en lo más profundo y sacar al mounstro nuevamente. Esta noche caería una cabeza, esta noche la mafia roja se vestiría de luto, pues su jefe moriría. Soy un hombre de hechos, no de palabras. Yo lo puse al mando, yo mismo lo bajaría de su trono.

Me levanté del sillón y me acerqué a la cama, alejé los cortos mechones sueltos que caigan despavoridos por sus hombros, notaba su cabello más largo desde la primera vez que la vi. La notaba más brillante, más feliz, más viva. Me encantaba verla así.

La sed de mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora