58. Diferente.

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Siento unas suaves y pausadas caricias en mi vientre, luego un beso es dejado en el mismo, pero cuando no logro sentir nada más, abro los ojos

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Siento unas suaves y pausadas caricias en mi vientre, luego un beso es dejado en el mismo, pero cuando no logro sentir nada más, abro los ojos. La habitación está a oscuras, pero logré divisar como Kyle se acostó junto a mí, pasando su mano por mi cintura y apoyando su cabeza en mi pecho. Su cabello está húmedo, y su piel fría, dándome a entender que se acaba de duchar. Paso mis manos por sus hombros desnudos y apoyo mi mejilla en su cabeza.

—¿Acabas de llegar? —pregunto adormilada, su cabeza se levanta y a través de mis ojos entrecerrados, veo su ceño fruncido.

—Creí que estabas dormida —murmura.

—Estaba —medio sonrío.

—Lo siento —dice con una mueca.

—No hay problema —acaricio sus brazos, lo siento removerse y acostarse junto a mí, llevándome hacia su pecho—. ¿Dónde estuviste?

—Resolviendo unos asuntos —es todo lo que dice, pero su tono sombrío me dice que esos asuntos tienen que ver con armas y sangre, mucha sangre. No paso por alto el estremecimiento que me recorre de pies a cabeza, pero decido ignorarlo—. No te preocupes por eso.

—Está bien —digo antes de acurrucarme contra él, y cerrar los ojos—. Buenas noches.

—Son las cuatro de la madrugada, cielo —siento su sonrisa en mi frente—. Buenos días.

—Buenos días, entonces —y es cuestión de segundos para que caiga dormida.

[...]

Siento el sabor amargo subir por mi garganta y abro los ojos de golpe, saltando fuera de la cama para correr hacia el baño. Me agacho para abrazar a mi nuevo mejor amigo, el señor inodoro y expulsar la poca cena que ingerí la noche anterior. Siento mis órganos internos contraerse, mi garganta arder y mi corazón palpitar como locomotora vieja en mal estado.

El corazón, Mel. Tienes que respirar y controlar tu corazón.

Eso hago, tomo una bocanada de aire fresco para controlar mi respiración y llevar un poco de calma a mi acelerado corazón. Es extraño, he tenido esta condición cardíaca desde lo siete años, y fue tan mínimo que nunca me afectó, y ahora todo está en riesgo por ello.

Debo calmarme, dejar de alterarme y pensar negativamente. ¡Sé optimista, Melissa!

Tiro de la palanca del inodoro y bajo la tapa, cruzando mis brazos sobre la misma y dejando caer mi cabeza en el hueco que se formaba entre los mismos.

—¿Todo bien? —pregunta la voz de Kyle a mi lado, levanto un poco la cabeza para poder observarlo.

—Tan bien como se puede estar —gruño entre dientes, a lo que él arquea una ceja.

—Amanecimos de mal humor, ¿eh? —sonríe con diversión, le lanzo una mirada envenenada.

—No lo sé, Black. ¿Estarías de buen humor si lo primero que hicieras en la mañana fuera salir corriendo al baño para vomitar? —espeto, pero después dejo escapar un largo suspiro—. Lo siento, no sé qué me ocurre.

La sed de mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora