A veces no sirve de nada vestirme de mujer fuerte, pues no lo soy, tampoco soy de maquillarme, más bien dejo mi pelo al viento con su rebeldía y dejo salir mi carcajada que a cuadras se escucha, no me gusta maquillar mis días tristes, me gusta vivirlos pues me dejan un suspiro y un poco de inspiración, me gusta no entenderme a veces y no ser tan correcta, de repente me salen las malas palabras cuando me enojo y amo expresarme libremente con mis opiniones, aunque la mayoría de veces no tengo filtros y el exceso de sinceridad me ha alejado de mucha gente.
A veces no creo en el amor y otras veces prefiero no creer, alejándome lo más rápido que puedo, por que la vida ya con eso me lastimó y ni el tiempo ni la distancia me curo.
Alguna vez que amé, creo que también me amaron, pero no me supieron entender, no entendieron que mi esencia es así y puedo intentar mejorar, pero no puedo cambiar mi sentir, mi forma de vivir, mi forma de actuar y es que ya a mis años soy difícil de moldear.
Alguna vez me ilusioné pero no logré que me amaran igual aún entregándome con las ganas de que funcionara, pero tampoco funciono, así que entendí que el amor no se hizo para mi y que habemos personas que podemos sonreír mientras traemos el corazón atragantado y virar la mirada para que no nos vean con el alma atormentada.
Así que cuando me veas y pienses que feliz soy, siempre recuerda que la tristeza es engañosa y que sé ocultarla bien, y que cuando desaparezca es por que ese día decidí no ocultarla y vivirla en soledad, para disfrutarla igual que un dia de felicidad.
Las letras de mi alma
