Me condenaste en vida al frio amanecer.
He sido silenciosa testigo de tu aislamiento, hay un vacío que aún siento y que quizás solo el tiempo podrá llenar, pero por ahora vagan solo los recuerdos y te miro en cada amanecer sonriendo, puedo verte observándome con esa emoción que sentimos en algún momento en nuestro pasado, hoy solo eres ese provocador de suspiros, ese pedazo de mi corazón que me hace falta, el que te robaste cuando te marchaste.
Cuando el frío arremete contra mi piel, es cuando me hace falta el abrigo que me hacía con tus brazos, por ahora... sola me abrazo tratando de recorrer las caricias que alguna vez se posaron en mi piel, y muerdo suavemente mis labios, tratando de compensar los besos perturbadores que me imprimiste y que hoy extraño.
Me condenaste en vida al frío amanecer y ahora solo me queda sobrevivir al insomnio que eufórico me hace consumirme las madrugadas, al compás de un amor que me ha marcado y que tendré que guardarme, seguirá la luna preguntándome ¿donde esta aquel amor con el que la veía en cada noche? Y yo seguiré guardando tu espacio en mi cama, como guardaré para siempre en mi vida tu esencia, en mis letras, en mis sonrisas fingidas, en aquellos ¡Estoy bien! cuando el mundo se atreva a preguntarme si ya te olvidé.
Las letras de mi alma