Capítulo 2.2: ¡Arriesgate! ¡En nombre del Dios de la Suerte!

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—Entonces Komaeda-chan, responde... ¿Qué debes echarle al agua hervida cuando se están cocinando los fideos? ¿mantequilla o aceite?

Esta era nuestra séptima clase de cocina, solo le enseñaba unas dos horas antes del mediodía y ya estábamos en eso. En mi mano izquierda tengo el aceite y en la derecha la mantequilla, en frente mío está Komaeda con una mano en su barbilla mirando detenidamente los objetos, está pensando demasiado. No se confundan, el no es estúpido y lo sabemos, cuando me enteré de su demencia frontotemporal investigue un poco y resulta que él tiene la variante conductual (DFT-vc), de ahí la falta de empatía y su dificultad para distinguir entre lo que está bien y lo que está mal... Eso se incluye en la cocina.

—...Aceite. — Respondió finalmente.

—Correcto, y dime: ¿Porqué aceite?

—Ah...No lo se, simplemente acerté. — "Maldita sea Komaeda y tu suerte". — ¿Pero qué importa? ¡Le acerté y eso es lo importante!

—En realidad importa, porque en tu casa tienes una gran variedad para elegir agregar a tus comidas. Yo te limité a dos opciones y usaste tu talento, pero algún día de estos acabarás envenenado.

—Puede ser, pero no puedo morir. Mi suerte me impide morir, no importa cuantas veces me enferme, lesione o envenene. —Todo esto lo explicaba con una sonrisa en su rostro. Esto es demasiado triste y difícilmente lograré cambiar su opinión.

—Hinata y yo nos sentiríamos mal si te envenenas Komaeda-chan, aunque no mueras la simple imagen de verte sufrir es dolorosa.

—Hinata-kun dijo algo similar un día cuando estábamos juntos. No entiendo porque alguien como ustedes, Símbolos de la Esperanza, se preocupan por un ser insignificante como yo.

—¿Debemos tener razón? No es algo que hagamos por amabilidad o porque nos entregan un manual con diálogos preparados. Simplemente queremos que vivas y podamos pasar buenos momentos juntos, rezamos por tu salud y prosperidad, es como esa frase cliché en películas románticas: "Tu felicidad es mi felicidad". 

Esto dejó bastante impactado a Nagito, al parecer él nunca lo había pensado de esa forma. Se ha tratado la mayor parte de su vida como basura y a olvidado que es un ser humano que merece felicidad en algún momento de su vida, ha olvidado darse el lujo de ser egoísta, feliz, celoso, superior, y respetado.

Aunque tiene las mismas enfermedades de un hombre de 60 años, él todavía es joven y quizás con un poco de ayuda de Hinata pueda hacer de su vida un poco más optimista.

—No pongas esa cara, sé que dudas de mis palabras pero es tal como te lo dije. Ahora ven, te diré porque tienes que agregar aceite y cuanto.
—...E-esta bien.

Al final se acercó y volvió a escuchar atentamente mi explicación, es un gran estudiante. Le cuesta a veces entender el porqué de las cosas pero es cuestión de tenerle paciencia, después de todo, hago esto por su bien. Nagito aprende a cocinar de forma lenta pero segura, al final del día sale bastante feliz de la cocina.

Mire el reloj de la cocina, eran las 11:45 del medio día. Anoche no dormí casi nada porque estuve creando y descartando ideas de como debo detener el asesinato de Mahiru, a comparación con el de Nagito, este iba a ser al aire libre y con todos pudiendo ver lo que ocurrirá. Las probabilidades de éxito de este plan eran del 50% y estaba muy nerviosa, porque si fallaba incluso yo podría terminar muerta.
No quedaba tiempo, debía moverme ahora pero no puedo abandonar en este momento a Nagito en la cocina, diablos, debí haberlo pospuesto para la noche o el siguiente día.

—Hola, chicos —Hinata apareció en la cocina. — ¿Qué están haciendo?

—¿Qué tal, Hinata-kun?— Le devolvió el saludo. — (t/n) me está enseñando a preparar unos fideos con verduras salteadas.

Un Destino Diferente (Danganronpa 2 & Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora