Capitulo 8.

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—Escucha Her, ¿Alguna vez te has enamorado?— Pregunte intrigada.
—Tengo doce años, tenemos, aún no sabemos lo que es el amor de verdad. Ya llegará el momento.— Me guiño el ojo y yo sonreí dejando salir mis hoyuelos.
—Tenes razón, salgamos de acá antes de que nos encuentre algún profesor y nos bajen puntos.— Reí y ambas bajamos, entrelazamos nuestros brazos y nos fuimos a Transformaciones con Mcgonagall.
     La clase fue aburrida, leímos y ella nos muestra lo de siempre. Nada cambia, las clases son siempre iguales.
   Hermione se quedó con Ron, y yo salí con Harry, ambos íbamos con los brazos entrelazados mientras yo seguía mis pasos con la mirada.
—Se está por acabar el año, y solo, quiero decirte que este verano espero que no te olvides de escribirme.— Harry me miro y frenamos, yo solté una pequeña risa.
—Te lo prometo Potter, te escribiré toodos los días.— Levante mi meñique y levante ambas cejas.
—¿Promesa?— Harry me miró levantando solo una ceja.
—Promesa.— Junté los dedos y dejé un beso sobre su mejilla. —Queda un mes aquí, ¿por que tan desesperado?—
—No lo sé me acordé recién.— Dice riendo y me dejo en las escaleras, para que yo entrase al salón común de slytherin.
    Deje otro beso en su mejilla y entre, había una par de chicas en el sofá hablando entre ellas y nadie más. Les sonreí y subí hacia mi habitación. Ordene mis libros y me senté junto a mi ventana, acariciando a Tamsin, quien no dejaba de mirarme.
—Tienes los ojos más preciosos que vi.— Le sonreí a Tamsin y escuché la puerta abrirse.
—Tienes razón, los tiene hermosos.— Habló Draco desde mi puerta.
—¿Qué haces aquí? no se puede.— Lo mire con el ceño fruncido.
—Rejalate, quería pedirte perdón por lo de ayer.. no.. no se.— Se cruzó de brazos y yo lo miré extrañada.
—No tenemos nada de que hablar, vete antes de que use algún hechizo contigo.— Me levante y agarre la puerta, echándolo con la mirada.
—¿Que tengo que hacer para que no me trates mal?— Preguntó sosteniendo la puerta.
—¿Ahora yo soy la que te trata mal? Basta de bromas Malfoy, no quiero saber nada de tí.— Lo empuje con mi pie y cerré la puerta.
    Volví a sentarme en mi ventana, mientras veía a las estrellas desde allí y acariciaba  a Tamsin.
—Para tí todo es fácil, eres un ave.— Mire a Tamsin y ella pestañeó dos veces seguidas.

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