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Camila 34  Lauren 42


Camila POV.

Mi jefe me odiaba, definitivamente me detestaba. Cada que llegaba a la oficina él había todo lo posible por joderme la existencia, me mandaba por su café como si fuera una vil secretaria y en cada reunión con el personal actuaba como si no existiera, obligando a los demás a actuar igual... siempre tenía más trabajo que todos y mi horario era el más difícil de toda la empresa, aparte de llevar a casa trabajo extra gracias a él, permitía que todos me trataran como una basura sin tener derecho a quejarme.

Una empresa donde la voz de una mujer era solo un simple murmullo para todos los demás... algo denigrante que a ninguna parecía importarle excepto a mi.

___ Cabello. ¿Y mi café? ___ preguntó mirándome seriamente. Dejé mi trabajo y me levanté conteniendo las ganas de darle un golpe y fui hasta la cafetería de la empresa para comprar su café, café que orinaba todos los días.

Sonriente, algunos minutos después de haber hecho mi travesura diaria le entregué el café a mi jefe para finalmente regresar a mi puesto de trabajo. Acaricié mis sienes mientras contemplaba todo el trabajo extra que recientemente me habían enviado por correo electrónico y sonreí de manera irónica, a simple vista parecía que solo yo trabajaba pero ahora me daba cuenta que todos hacían exactamente lo mismo, le daban más trabajo a las pocas mujeres que allí trabajaban mientras que todos ellos descansaban.

Eran unos hijos de puta.

Sabía que en ciertas partes del jodido mundo aún existían personas machistas, pero definitivamente en ésta maldita empresa parecían contratar a todo inútil con boca exagerando grande y tratando de comerse el mundo donde claramente las mujeres tenemos más conocimientos e inteligencia, tratando de pasar por encima de cada una de ellas y hablando con otros sobre cuál de las pollas era más grande que la otra.

Así de inútiles eran, y eso me estaba cansando de sobremanera.

Abrí mis ojos viendo mi valiosa vida pasar por mi mente. Quedarme allí sería mi ruina total y sinceramente ya estaba harta de cada uno de esos idiotas, jamás serán algo en la vida y no tienen por qué arrastrarme en su desgracia... sabía que la empresa estaba mal, claramente había poco cerebro y más testosterona y todo eso estaba acabando miserablemente con la empresa.

Si decidía quedarme tan solo unos meses más, también caería sin retorno al igual que ellos. Pensé en la suerte que tuve de no firmar el contrato exclusivo con ellos en invertir todas mis acciones y pocos ahorros en la empresa, que cuando la misma caiga... cada centavo invertido aquí caería con ella.

Suspiré llena de alivio por haber sido una de las pocas con algo de inteligencia de aquél podrido lugar.

___ ¡Cabello! ¡Tengo hambre! Ve por algo de comer y deja de hacer estupideces. Mejor ponte a trabajar muchacha, o al menos ve como los demás trabajan a ver si se te pega algo de entusiasmo ___ se burló tratando de humillar mi nombre como siempre frente a todos esos estúpidos que se hacían llamar accionistas y personas medianamente importantes cuando eran simples ratones en un mundo  repleto de víboras.

___ ¿Sabe qué, gordo de mierda? Estoy hasta la coronilla de sus desplantes e idioteces para conmigo y cada una de las mujeres que trabajan para ésta puerca empresa que dentro de poco se irá a la verga, no estoy dispuesta a tolerar una humillación más ¡Ya me tienen harta todos ustedes! Y espero que cuando ésto caiga... todos, se pudran en el infierno de la pobreza ¡Renuncio!

Mi jefe se quedó atónito con mis palabras y antes de golpear su rostro para poder irme en paz, unos tacones me detuvieron.

___ Sabía que estaban mal, pero no tenía idea de cuánto... también tratan mal al personal femenino ¿es en serio Félix? Que desgracia.

One Shots - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora