¡CAPÍTULO 38!

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WILL.

Me duele ver a Mel así, ojalá y hubiera podido llegar antes y así evitar que ella se sacrificara por Killian, no lo culpo a él, sé que si él hubiera podido premeditar todo esto no lo habría dudado ni un segundo en intervenir, también sé de sobra como es mi Luna, una mujer que no dudaría en anteponer su vida por la de alguien.

Suspire y mire una vez más a mi Luna, me acerque a ella y le di un pequeño beso en su frente. Me duele dejarla, pero tengo que ir y buscar a la bruja loca.

****

Después de buscarla y exigirle –porque en este momento no estaba para pedir nada– que venga dónde está su Luna ella accedió –claramente– y trajo un montón de cosas raras para curar a mi Luna. No pregunte que eran, pero realmente tenían un olor repugnante, llegamos a mi casa y sin ver a nadie subimos las escaleras rumbo al cuarto de mi Luna, gruñí al sentir otro aroma, el aroma de un macho que no reconocí, apresure mi paso y entre al cuarto azotando la puerta, en el cuarto estaban Killian, las chicas y un chico, gruñí en su dirección, me sentía extremadamente sobreprotector y todo realmente me alteraba. Hacía muy pocas horas que la había marcado y ya sentía que la estaba perdiendo.

— ¿Quién diablos eres? – pregunte con brusquedad desde la puerta, Sofía se acercó a mí bajando la cabeza.

— Mi Alfa, él es Scott, es amigo de su Luna. – murmuró. Miré al chico y estaba pálido, podía sentir su miedo. Era de mi manada ahora podía sentir la conexión. Suspire un poco más calmado.

— Está bien, pero ahora necesito que todos menos Killian se vayan – hable yendo a ver a mi Luna. Arela entró al cuarto y las chicas gruñeron en su dirección – BASTA, ELLA AYUDARA A MI LUNA, LARGO – grite ya exasperado. Las chicas salieron al igual que él tal Scott, cerrando la puerta a su paso. Suspiré, me sentía demasiado cansado, pero no quería dejar sola a mi Luna.

— Alpha, Rey Killian, porque no van a bañarse y así me dejan poder atender tranquila a mi Luna. – dijo bajando su cabeza la bruja. Negué.

— No — murmure y mire a Killian, él tampoco quería.

— Por favor, necesito estar sola, es solo un momento, no le haré nada, ella es... especial. – murmuró mirándola — ¿Dónde tiene el cofre que le di? — me encogí de hombros y negué. Ella nunca me dijo nada de que si lo abrió o no, o donde lo había guardado.

— ¿Qué cofre? – preguntó Killian cruzando sus brazos y entornando su mirada.

— Por favor búsquenlo — dijo la bruja y comenzó a sacar un par de cosas. Con Killian solo nos miramos y terminamos saliendo del cuarto y comenzamos con la búsqueda.

Mientras la bruja limpiaba y curaba las heridas de mi Luna, nosotros nos concentramos en bañarnos y buscar el dichoso cofre, no sabía para qué exactamente lo quería, pero si ella así lo requería no estaba para andar cuestionando o negándome. Los minutos pasaban y era cada vez más desesperante ver a mi Luna en ese estado, como demonios haríamos para que ella saliera adelante. Por lo que me dijo Killian ese veneno no era fácil de curar, además de que la dichosa criatura ya no existía, ahora el problema era hallar el antídoto. Miré una vez más a la bruja que estaba murmurando palabras en una extraña lengua mientras le aplicaba unos ungüentos con un olor horrible, fruncí la nariz y me alejé hacia la ventana, la abrí y aspiré el aire que entraba por allí, gracias a la lluvia de hacía un rato el aroma del bosque era más intenso, el olor a tierra mojada se mezclaba perfectamente con el olor mismo del bosque, era maravilloso poder sentirlo, era uno de mis momentos favoritos, salir a recorrer el bosque después de la lluvia era uno de esos momentos que hacia mucho no repetía. Tal vez era el hecho de que mi Luna llevara ese aroma con ella o que no me sentía en la necesidad de estar solo, no lo sé, pero tampoco me importa. El dolor que siento no se compara con ningún dolor físico que pude haber tenido alguna vez, Killian estaba igual o peor que yo, se sentía culpable por el estado de Melody, pero la verdad es que ella salvó a mi amigo, Killian hizo bien en no seguirle el juego a esa mujer, optar por dejar que los Alphas tomarán las riendas de su destrucción fue una buena decisión, aun así, él seguía sintiendo esa culpa.

NUESTRA MELODY ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora