°EPÍLOGO°

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Nos encontrábamos en nuestro cuarto luego de haber disfrutado de una noche maravillosa, con los dos hombres más guapos a mi lado, los cuales me proporcionaban caricias lentas por todo mi cuerpo, se tomaban demasiado en serio eso de mimarme. Y era algo que ansiaba cada día, sus manos tocando todas las partes de mi cuerpo sin descanso alguno.

De repente, Will se levantó de la cama y caminó hacia el baño, entretanto Killian se encargó de darme un par de besos y caricias sugerentes que volvían a encender mi cuerpo, estaba realmente exhausta, sin embargo una parte de mi aun quería mas de sus cuerpos sobre el mio amandome.

— Sabes lo que generas con todo esto ¿verdad? — pregunte cambiando la posición de repente, me coloque a horcajadas sobre su cuerpo desnudo. Sonrió con petulancia a la vez que pausadamente pasaba las uñas por su pecho desnudo.

— ¿Y tú lo sabes? — murmullo perdido en las caricias que le hacía a su hombría con el movimiento leve y contundente de mis caderas.

— Mel... — murmuró Killian, mientras se levantaba de la cama conmigo aun sobre sus caderas.

El contacto electrizante de nuestras partes íntimas me hizo gemir sobre sus labios y una sonrisa perezosa apareció en mis labios.

— Si... — hable aun con los ojos cerrados disfrutando del placer que me causaba la suave fricción.

— ¿Te casarías con nosotros? — escuche la voz de Will a mi lado derecho. Abrí los ojos de golpe al escuchar su pregunta. Pude apreciar sus sonrisas nerviosas.

— ¿De..de...verdad? — pregunte intercalando mi mirada en ambos chicos.

— Si mi amor, creo que es el mejor momento para hacerlo — sugirió Killian, mientras Will abría un pequeño estuche color negroel ante mis ojos. Me acomode en la cama viendo ante mí un hermoso anillo con dos preciosas piedras brillantes en ella. Mis ojos se llenaron de lágrimas al comprender lo que esto significaba.

— ¿Y qué dices amor? – preguntó Will poniéndose al lado de su mejor amigo. Los mire ambos frente a mí, ellos me seguían mirando con esos hermosos ojos tan azules como el mar, tan iguales y tan diferentes a la vez.

Sonreí al tiempo que un par de lágrimas bajaban por mis mejillas.

– Si... acepto... — asentí limpiando con mis manos las lágrimas que bajan sin control. Killian tomó mi mano izquierda, mientras su amigo colocaba la joya en mi dedo anular con un par de sonrisas resplandeciendo de ambos.

Me acerqué a ellos y besé a cada uno de ellos con todo el amor que les podía transmitir a través de ese beso.

— Los amo...los amo...los amo... — murmure en medio de cada beso. Me abracé a ellos y nos acostamos los tres juntos.

Eres Nuestra, Melody — murmuró Killian en mi oído.

Solo Nuestra... — le siguió Will. Me abrace más a ellos.

Los amaba, y los amaría hasta el fin de mis días. Y eso era algo que nadie me iba a poder quitar.

Solo era de ellos. Solo de ellos dos. Mi hermoso lobo y mi adorable vampiro.

**

— No estés nerviosa — me regaña mi madre — me pone los pelos de punta que tu cabello se le hagan esas mechas rojas cuando estas nerviosa.

Señala mi cabello, observo mi reflejo frente al enorme espejo de nuestra habitación, admirando mi hermoso vestido blanco con escote en corazón lleno de un hermoso bordado que se adhería como una segunda piel a mi cuerpo curvilíneo, acentuaba mis curvas y el bordado de pequeñas flores abarcaba mis brazos, abdomen hasta mi cintura desde donde el perfecto volado con tul caía hasta tocar el piso, mi cabello claro suelto estaba bien peinado dejando un montón de bucles caer libres por mi espalda desnuda y sobre mi cabeza una hermosa corona de rosas blancas y azules, mi cara estaba sutilmente maquillada y solo mi boca permanecía con un labial rojo pasión, gentileza de Sofí.



NUESTRA MELODY ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora