¡CAPÍTULO 45!

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Me desperté sobresaltada gracias a una horrible pesadilla, no recuerdo exactamente de que fue el sueño, sin embargo podía recordar perfectamente el miedo y el pánico que sentía, mire por la ventana y ya era de día, busqué mi celular y lo encontré en la mesita al lado de la cama, no me sorprendió el encontrar el otro lado de la cama estaba vacía, escuche ruido de agua corriendo en el baño, supongo que Will se estará bañando. 

Tomé en mis manos el celular y miré la hora "7:20" de la mañana, la poca luz que se podía ver que traspasaba las gruesas cortinas era muy poca, supongo que aquí demora mucho más el amanecer. Me destape y apoye mis pies desnudos en el suelo, la gran alfombra recibió a mis pies y me levante, fui despacio hacia la ventana y corrí rápidamente las cortinas doradas, la luz del día me cegó, pestañee varias veces para acostumbrar mi vista, al abrir y ver bien la imagen que vi me dejó anonadada, caía nieve en pequeños copos que iban adornando el patio y los pinos que allí se encontraban dejando a la vista un majestuoso panorama, se podía ver que también había un viento bastante fuerte que estaba azotando todo el lugar. Escuché una puerta ser abierta y me giré a tiempo para ver a Will salir del baño recién bañado y solo con una toalla envuelta en sus caderas, su cuerpo estaba aún un poco mojado y algunas gotas caían por todo su torso. Me mordí el labio inconscientemente y a paso rápido me acerque a él y lo bese. No se esperaba tal reacción porque no correspondió enseguida. Posiciono sus manos en mis caderas y las bajo a mis muslos impulsando mi cuerpo hacia arriba, pegue un pequeño salto y pase mis piernas por sus caderas y mis brazos por su cuello, sin cortar el intenso beso. Sabia delicioso, como siempre.

Sin mediar palabra alguna me dejó acostada en la cama y me despojo de mis ropas, hice lo propio con él y nos amamos, como solo él y yo lo sabíamos hacer. Nos dejamos ser en ese momento.

Sus manos recorrieron mi cuerpo sin prisa, descubriendo así más zonas erógenas donde podía hacerme jadear a su gusto, sus besos dejaban una sensación increíble en donde sea que tocaba, se deleito con mis pechos dejando pequeñas marcas rojas alrededor de esa zona blanca; de un momento a otro me giro dejando mi cuerpo boca bajo, la acción hizo que riera a la par que me regalaba un pequeño mordisco en la nalga derecha, lo que ocasionó que mi cuerpo se prendiera aún más.

— Estas muy juguetón mi Alpha... — murmure perdida en sus manoseos descarados, los besos comenzaron desde mi cuello y fue bajando por toda mi espina dorsal erizando cada bello a su paso — maldición... — murmure mordiendo la almohada cuando sus manos comenzaron a jugar con mi ingle de forma tormentosa.

— Te gusta mi juego ¿no es así? — murmuró en voz baja y grave junto a mi oído. Maldición, pero que voz. Solo pude asentir cuando bajó su rostro y beso mis nalgas con gozo — tu olor me esta volviendo loco mi luna.

— ¿Qué estás haciendo? — pregunte en medio de un jadeo cuando sentí sus manos en mis caderas y levantarlas dejándome expuesta. Jadee fuerte cuando me dio la primera lamida directamente en mi coño — maldición... — gemí y cerré con fuerza mis manos en las sabanas.

— Sabes tan deliciosa como siempre.

Estuvo deleitandose de mí por un largo rato en el que no pude dejar de jadear, hacia unos movimientos de arriba abajo que me volvían loca y dejaban mis piernas temblando, quería acabar ya, pero cada vez que estaba lo suficientemente cerca se detenía.

— Maldito — murmure cuando volvió a dejarme a medias — deja de hacer eso y follame de una vez maldita sea — logre formular con la respiración hecha trizas. Lo sentí dejar un beso y una leve mordida en mi nalga nuevamente y volvió a girar mi cuerpo como si nada.

Lo mire desde mi lugar, tenía los labios brillosos por mis fluidos, así como también los ojos más oscuros que de costumbre. Las venas se le notaron mas aun cuando se coloco sobre mi y apoyo sus antebrazos al lado de mi rostro, me observaba con atención, como si no quisiera perder detalles de mi rostro, su oscura mirada logró ponerme más que antes y se lo hice saber elevando mi pelvis y haciendo un movimiento leve contra su zona íntima. Estaba duro, su hombría se rozaba de forma deliciosa contra mi, lo que hizo que apretara sus dientes y a mi sonreir.

NUESTRA MELODY ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora