1: Te conocí por el número 16

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Cuando menos creí, pude conocer a alguien que no necesitaba ver lo que había en el mundo para saber lo que pasaba con la gente que le rodeaba. Su corazón y sus manos eran lo único que necesitaba para poder ver cuan necesitado estaba yo por quitarme una venda de mis ojos. Hace 7 años fue que pude conocerle, hablar con él; fue desde ese momento que pude realmente madurar y volverme el hombre que soy ahora.

Si pudiera definir en concreto a esa luz que me guío en mi camino; ese destello repentino tendría un nombre y apellido: Daniel Saavedra...

Él nunca necesitó de sus ojos para ver lo que me faltaba y cuan herido estaba en ese entonces.


~ * ~


— Te lo pido por favor. — Miré como Leonardo estaba en frente de mí con sus palmas juntas y suplicando casi de rodillas. — Ven conmigo, si viene más gente conmigo tendré más horas extra-clase. —

— Lo sé, y también sé que necesitas esas horas para graduarte. — Comenté con seriedad mientras bebía mi café. — ¿Tu aceptaste Julián? — Cuestioné al hombre detrás de la barra, nos encontrábamos en la cafetería "Luna Café" y el dueño de está solo comenzó a reír algo animado.

— Es bueno ayudar a la gente, por eso no dudé. Incluso va a ir André conmigo. — La sonrisa perfecta de aquel hombre me daba un poco de miedo al verla, por lo que volví a concentrarme en Leonardo quien seguía suplicándome por que lo acompañara a una campaña donde le ayudaría a completar sus horas extra-clase.

— Dante nunca te he pedido nada así, vamos ayúdame. No será mucho, solo será platicar y ayudar a unas personas con capacidades y discapacidades diferentes. Solo un día... Ándale grandote. — Suspiré cansado, sabía que tan testarudo podía ser mi amigo, sabía que no me iba a dejar todo lo que quedaba del día si no aceptaba. A veces me preguntaba las razones por las cuales soy muy amigo de alguien como Leonardo Ruiseñor. En ese momento el celular del hombre de ojos verdes comenzó a sonar.

— Oh vaya, Darío está llamándome. En seguida vuelvo. — Dijo. — Darío ¿Cómo están las cosas en San Miguel...? — En el momento en que nos quedamos solos observé de nuevo los ojos de perrito a medio morir de Leo, mi ceño se frunció al verlo, era molesto cuando se ponía en ese plan de pesado.

— De acuerdo, iré. — Tuve que rendirme, lo cual causó que mi amigo diera el brinco de alegría al tener a las personas que necesitaba para obtener el mayor número de horas que se le registraran.

— Nos veremos mañana en el parque de convivencia familia a las 9am. Sé puntual. — Torcí mis cejas, ofendido de las palabras de Leo.

— ¿Disculpa? Yo siempre soy puntual. Pequeño idiota. — Leo comenzó a reír, era como si todos sus planes hubieran salido a la perfección, y eso me traía mala espina. — ¿Qué fue lo que hiciste? — Miré atentamente y fue de repente que una uva golpeo su cabeza con fuerza.

— Pequeño bribón, fuiste de chismoso con Darío y le pediste un servicio de almuerzo completo para mañana. — Abrí mis ojos y Leo solo comenzó a reír. — Todos tendremos que venir a las 5 de la mañana para tener todo listo. — Los meseros, yo e incluso algunos clientes dimos el grito ante la desmadrugada que tendríamos que hacer para que el invisible se luciera con los encargados de aquella convivencia. Yo, por mi parte, estaba a punto de darle un puñetazo cuando sentí mi celular vibrar, era un mensaje donde me dejaban de nuevo, suspiré y solo me quedé viendo el celular. Era lo normal conmigo, al final era botado porque según no tenía tiempo suficiente para la otra persona, pero lamentablemente mi estilo de vida me tenía ocupado casi 20 horas del día.

La luz de mis ojos (Historia LGBT) (~2Temp ~)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora