Miércoles. 2:22 pm. White washing.

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El castaño tenía una hora libre en ese momento, su cabeza descansa sobre el hombro de JiMin mientras trataban de ver una serie en su celular. Sin embargo, el internet no les era de mucha ayuda.

—Estoy harto de esto, hay demasiada gente en la maldita red —dice fastidiado para después levantar su celular con la esperanza de que le llegue una mejor señal. El mayor sonríe cuando la serie se empieza a reproducir—. Oh sí, está bien.

—Espera, ¿dónde estábamos? —pregunta el castaño.

—Episodio 9. Ya casi terminamos.

Taehyung asiente y empieza a sentir vibrar su celular, se quita el audífono que previamente compartía con JiMin y se levanta para leer mejor los mensajes. Era su madre, la cual —sin sorprender al castaño— había enviado un mensaje religioso nuevamente.

"Acabo de salir de confesión. Dios es misericordioso, perdona a los que se apartan de su camino, mientras regresen.

¿Vienes a misa el viernes? Tu padre estará allí, no puedo esperar a verte, querido."

El castaño piensa por unos segundos que debe contestar. Considera que es mejor ser sincero de una vez por todas y logra escribir a pesar del temblor en sus manos.

"Mamá, he conocido a alguien. No te enfades, pero no es precisamente lo que esperas..."

Taehyung, no muy convencido, borra el mensaje para escribir uno nuevo.

"Mamá, soy gay. Lo siento si te duele o te decepciona, estaré allí el viernes. Te quiero."

El castaño lo envía sintiéndose preocupado, si, su madre podría ser religiosa y lo atemorizaba un poco. Sin embargo, ella seguía siendo una persona importante en su vida. Lo que menos quería era decepcionarla o sentirse rechazado por ella. Taehyung, al pasar los segundos comienza a desanimarse, los múltiples escenarios posibles pasan por su cabeza hasta que la vibración del teléfono lo distrae.

"Hijo mío, te amo y siempre te amaré. Sabes que estoy orgullosa de ti. Y sí, te veré el viernes."

Taehyung lee con atención. Cada palabra se repite en su cabeza, inconscientemente sus ojos liberan un par de lágrimas. Esta vez, lloraba por algo distinto, lloraba por saber que su madre lo aceptaba y amaba a pesar de su sexualidad.

JiMin, quien se mantenía ajeno a la situación de los mensajes, se sintió preocupado al ver a su amigo llorar.

—¿Estás bien? —preguntó con cautela.

—Sí, estoy bien —el castaño limpia sus mejillas y le brinda una sonrisa al mayor.

—¿Estás seguro? —una de sus manos se desliza a lo largo de la espalda de Taehyung.

—No tienes de que preocuparte.

JiMin sonríe y se coloca su audífono para seguir viendo su celular. Al menos, eso pretendía hacer hasta que la figura del director se hizo presente en la sala común. El hombre caminaba con enojo y frustración en el rostro, encontrando en una de las esquinas lo que buscaba.

—Estaba seguro —dijo al desconectar la pequeña caja blanca.

—Señor Kim, ¿hay algún problema? —pregunta Jisoo desconcertada.

—Oh sí. Creo que podemos decir eso, sí. No puedo creerlo. ¡No puedo creer que hayan desviado la red wi-fi de la sala de profesores! ¿Quién hizo esto?

—Yo, señor —contestó la castaña.

—No, no fue ella —dice Rosé ayudando a su amiga.

—¡Cállate tú! —repone el director molesto—. En mi oficina inmediatamente, señorita Jisoo —el señor Kim escucha sonidos extraños salir de una puerta de a lado. Al abrirla, se encuentra con una escena no grata, un par de estudiantes estaban acostados sobre una cama—. Pero estoy soñando, ¡fuera de aquí! ¡En seguida! ¡Usted se burla de mi! —grita en dirección a Jisoo acercándosele—. ¡Dijo que era un lugar para dormir, no un burdel!

—Puedo explicarle todo.

—Oh, ¿si? ¿Realmente cree que pude explicármelo todo? ¿La red wi-fi? ¿Estos decadentes desbordamientos? ¿Irrumpió en la escuela? ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Organizar peleas clandestinas en la sala común? ¿O una sala de inyección donde los estudiantes pueden venir y se inyectan tranquilos? ¿Dónde estamos? ¡Francamente! ¡Y luego esto! —el director señala el mural a sus espaldas—. ¡Eso también se me olvidó! ¡El colmo de la estafa! Ahora se acabó, tomen sus cosas. Todos a la sala de permanencia. La sala común está cerrada y todos vendrán el sábado para pintar este horror en blanco —indicó enfadado el director.

—No, no tocaremos ese mural —dijo rápidamente el castaño. No podían tocarlo, era un recuerdo de él y Jungkook.

—¿Por qué usted llama a eso un mural?

—Mierda, es un homenaje a Jackson Pollock. ¿Estás ciego o qué? —Taehyung alza su voz mientras señala el mural.

—Cuide su lenguaje, señor Kim —advirtió el contrario.

—No hay lenguaje, ¡no tocamos la pared, eso es todo!

—Señor, sea bueno por cinco minutos. A todos nos gusta este mural —interviene JiMin para evitar que su amigo se meta en problemas—. Antes no era una obra de arte.

—¿Ah si? Muy bien. Cuatro horas de castigo para los dos —el castaño da un paso adelante molesto y el director no lo pasa desapercibido—. Tenga mucho cuidado con lo que va a decirme, jovencito.

JiMin toma por el hombro al castaño para alejarlo.

—Disculpe, señor —ahora habla Jennie—. En este muro todos participamos y si lo pintamos así, más allá del hecho de que usted ha dado su consentimiento, es porque representa algo para nosotros. Todos esos colores que se mezclan, son el símbolo de nuestras diferencias. ¿Los ve? Negros, blancos, gays, árabes, heterosexuales. Muestra que todos podemos vivir juntos, que todos nos podemos mezclar, incluso si todos somos diferentes. ¿Está seguro que desea borrar esto? Y de todos los colores, ¿quiere que pintemos la pared de blanco?

—Muy bien, muy bien —responde cansado el director—. Olviden el muro, pero el cierre de esta sala es definitivo. Tiene cinco minutos para despejar el lugar, de lo contrario les doy a todos una advertencia.

El director se aleja del grupo de amigos para retirarse molesto por la puerta. Cuando sus pasos dejan de oírse los chicos se acercan.

—Mierda, como lo mataste con tu discurso de Miss Corea —dice Rosé divertida.

—¿Estás bien? —pregunta Lisa a Jisoo sosteniendo una de sus manos. Taehyung a abrazado a la castaña, pues sabes que la sala significa mucho para ella.

—Si, estoy bien —contesta con sus ojos brillosos por las lágrimas—. Gracias, Jennie. Encontraremos una solución. Debe haber una solución.

—No te preocupes, vamos a pelear. No vamos a rendirnos.

—Por supuesto qué hay una solución. Estamos aquí —el castaño abraza con más fervor a Jisoo haciéndola sonreír—. ¡Por la sala común!

Los chicos deciden compartir un abrazo grupal, en el cual lo único que importa son sus brazos rodeándose y el calor de sus precios expandiéndoselo por toda la sala. Ellos pelearían, porque ese lugar se lo merecía.

𝒃 𝒊 𝒑 𝒐 𝒍 𝒂 𝒓 𝒊 𝒕 𝒆 🍁 𝒌𝒐𝒐𝒌𝒗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora