Capitulo 16. Preparativos y nervios

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Todos los trabajadores de Valdebebas, tanto deportistas como limpiadores, técnicos, etc., quedaron impresionados con el trabajo que el mallorquín y yo hicimos con la decoración navideña. Nadie se lo esperaba y al día siguiente, el día 2, cuando llegaron, sus bocas tocaban el suelo por la amplitud que tenían. Los trabajadores de la ciudad deportiva, que controlan que todas las instalaciones se mantengan limpias y en buen estado, son los mismos que terminaron de colocar los últimos detalles, guirnaldas, muñecos y demás decoración de la época del año que el día anterior compramos y no pudimos traer. Yo misma me encargué de hacerles entrega a todos los niños de un calendario de adviento para cada uno. Algunos de sus padres gruñeron pero, después de que yo les explicara que una tradición de lo más navideña y que no se la pueden perder siendo niños, por no hablar de que son eso; niños, terminaron accediendo a dejarme dárselos. Ellos se volvieron locos de contentos y les tuve que explicar 20 veces que es como un "juego" en el que solo podían comerse una chocolatina al día, abriendo el número correspondiente desde el día 1 de diciembre hasta el 24. Ellos hicieron caso omiso y abrieron más rápidos que la luz el casillero del día 1, emocionados por tener una chocolatina en forma de estrella. Compré todos los calendarios del mismo estilo para que todos reciban lo mismo, diferenciándose en los dibujos y estampados. Nosotros, los mayores, les mirábamos con caras de emoción por recordar nuestra infancia y esa época tan mágica. Algunos solo tuvieron calendario de adviento un año, otros como yo lo seguimos teniendo con más de veinte años y otros, en cambio, nunca lo han tenido, pero, al fin y al cabo, en todas las casas, familias y hogares se crean tradiciones, costumbres y eso es precioso.

-¡Carol! ¿Estás lista? ¡Último ensayo aquí! -avisó David, el coordinador que está llevando el tema del concierto. Yo suspiré agobiada y subí de nuevo al escenario de nuestro campo de Valdebebas para realizar el último ensayo antes de mañana ir al Bernabéu, donde será el último ensayo completo antes del concierto. El mismo día del concierto haremos unas pruebas de sonido y ya está, concierto preparado. Empezamos por, como siempre, Vas a quedarte para seguir con Stupid, una canción más movida. Vamos intercalando canciones más animadas con otras más relajadas. Así terminamos el ensayo y pasé a paso muy ligero y rápido al interior de la ciudad deportiva, no vaya a ser que se les ocurra hacer un último ensayo que terminé con mi vida para sumar cinco en el día de hoy. Cuando siento que ya estoy fuera de peligro y puedo sentarme en la sala de descanso, cojo aire tranquila y me concentro para dejar la mente y el cuerpo en blanco, en un estado de paz y relajación extremada, que se interrumpe poco más de un minuto y media después por la llegada de algunos de mis amigos.
-Hombre Carol, si estás aquí. -dijo Luka con su acento extranjero mezclado con las risas que se estaban echando, supongo que por algo muy gracioso.
-Sí, aquí estoy, intentando descansar, pero es imposible. -contesté levantándome del sofá con un tono más borde del que me gustaría y al que no estoy acostumbrada. Los chicos dejaron de reír al ver mi expresión y al oír mi tono y sus caras reflejaban incredulidad de que esté así y preocupación por eso mismo.
-¿Carol? ¿Estás bien? -me preguntó Nacho preocupado. Se acercó al sofá dirigiéndome a él con una mano puesta en mi espalda.
-No. No puedo estar bien; ¿habéis visto cómo está todo ahí fuera? Si el Bernabéu me va a coger asco con todo lo que están haciendo y llevando para allá. Por no hablar de lo nerviosa y agobiada que estoy. Ni un puto minuto de descanso. ¡Joder! ¡Si me voy a quedar hasta sin voz de todo lo que estoy ensayando! -dije esto levantándome del sofá, perdiendo la poca tranquilidad que me quedaba y marcharme después de pedir perdón de la sala. Salí de la sala pensando, bufando y lo hice muy rápido. No iba atenta a lo que pasaba a mi alrededor y todo este conjunto de cosas hizo que me chocara con un cuerpo fuerte. La inercia hizo que me balanceara hacia atrás, pero unas manos agarraron mi cintura para que no tocara el suelo en forma de caída. Cuando abrí los ojos para ver quien me había "salvado" no me sorprendió ni lo más mínimo. Marco y Lucas eran la pareja que estaba riendo andando hacia la sala de descanso, supongo que para estar con sus compañeros. Marco me miró a los ojos directamente y yo, tras volver a poner mis dos pies sobre el suelo, le abracé sin más. Al principio le pilló desprevenido pero luego, como siempre ha hecho y sigue haciendo, me agarro de la cintura dándome esa seguridad que siempre me ha dado.
-Ey, ey, ¿estás bien? -me dijo después de un tiempo separándome para que así pudiera verme la cara. No estaba llorando, pero mi cara no presagiaba nada bueno. Yo solo me limité a negar con la cabeza y él me volvió a estrechar contra él, gesto que agradecí infinitamente.
-Estoy muy agobiada con el concierto. -le dije suspirando. Nos habíamos sentado en el suelo, apoyando nuestras espaldas en la pared.
-Lo entiendo perfectamente, pero no tienes por qué, Carol. Eres una artista de los pies a la cabeza y te va a salir genial. -dijo mirándome, pero yo no pude mantenerle la mirada y la aparté.- Y aunque lo hicieras mal, todo estaría bien porque todo el mundo te amamos.
-Nunca ha actuado delante de tantas personas. -dije, giré mi cabeza en su dirección para mirarle y él subió una ceja mientras que mantenía una sonrisa ladeada sin enseñar los dientes.
-Has bailado en Roma delante de cientos de personas, igual en Los Ángeles. Y te recuerdo que hace no mucho cantaste en Los 40 delante de muchísimas personas, y conseguiste levantar a todas ellas para cantar TU canción. Carol, eres una diosa y no exagero ni un poquito.
-¿Me explicas cómo es que siempre tienes las palabras perfectas? No me lo explico. -le dije abrazándole y él rio. Después sonrió y yo añadí susurrando.- Puede que lleves solo un poquito de razón en todo lo que has dicho, menos en lo que soy una diosa.
-No te voy a discutir nada porque sé que llevo razón y es tontería. Creo que es mejor que te vayas a casa y descanses. -me dijo él tranquilo, yo asentí.
-¿Qué hora es? -dije buscando mi móvil en mis bolsillos.- Mierda, me he dejado el móvil allí.
-No te preocupes, yo voy. -me dijo el mallorquín y, sin darme tiempo a reaccionar, empezó a andar para entrar en la sala de descanso.
*Vista de Marco*
Llego a la sala de descanso y entre las miradas y preguntas de mis compañeros, cojo el teléfono de Carol de la mesa. Por el sensor de contacto de todos los iPhone, su móvil se enciende dejando ver una foto antigua como fondo de bloqueo. En esos momentos estábamos juntos, era en mi casa. Estábamos Nacho, Isco, Lucas, Sergio, Álvaro Morata, las chicas y yo. Nosotros estábamos en el fondo y ellas delante, la mayoría sentadas en el sofá o en el suelo. Carol estaba en el brazo del sofá y yo le abrazaba por detrás, con mis brazos alrededor de su cuello, cayendo mis manos más o menos en su esternón. Ella acariciaba mis manos con las suyas y todos sonreíamos de la forma más sincera posible. Era una foto preciosa. Sonreí al ver el gesto y sacudí mi cabeza para hacerme recordar que la rubia me estaba esperando fuera.
**
-Muchas gracias, Marco, de corazón. -dije yo cuando me entregó mi móvil.
-No hace falta que te diga que no tienes que darme las gracias. Si necesitas algo, puedes llamarme cuando quieras. -me dijo y yo asentí. Me acerqué para abrazarle, aunque esta vez fue un abrazo mucho más corto que los anteriores, y me fui tras despedirme.

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2a temporada {El mejor error de mi vida} Marco Asensio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora