Capitulo 23. Encuentros

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Para hoy, Marco ha preparado un día increíble. Para los que no lo sepáis, yo soy una loca enamorada de Disney aunque tenga 22 años. Por eso, y como Marco me conoce tan bien, vamos a pasar el día entero en Disneyland París.
-Madre mía, Marco. Siento que hace un siglo que no vengo aquí. -dije yo mientras nos dejaban pasar después de hacer la cola para el cacheo (pura prevención de seguridad).
-Yo también. Vine cuando era un enano. -dijo Marco sonriendo.
-Y mira ahora, eres un puto rascacielos. -le dije yo riendo mirando hacia arriba, como si me quedaran metros y metros de Marco para verle completamente. Él rio conmigo y se dispuso a hablar.
-No soy un rascacielos, probablemente sea el que tú te podrías hacer pasar por un enanito de Blancanieves.
-Mira que te pego eh. -contesté riendo y enseñando mi puño, haciendo que el mallorquín estallara en carcajadas. Decidimos ir a un restaurante del parque Disney Village, donde se encuentran la mayoría de restaurantes y tiendas de todo el complejo parisino de Disney. Desde que nos hemos levantado hace algo menos de una hora, luzco una brillante sonrisa que ocupa gran parte de mi cara. Marco me mira tierno y alegre de vez en cuando para comprobar que mi sonrisa no se había borrado. Fui yo la que, como en todo lo que llevamos de viaje, pidió el desayuno y me disculpé un momento para levantarme de la mesa e ir a por la bandeja de nuestra comida. A medio camino creí escuchar una voz española. No me extraña ya que medio Disney está lleno de españoles y españolas, pero aún así no pude no buscar con la mirada a alguien con rasgos de mi país para intentar adivinar así quién era el o la portadora de esa voz. Miré a mi alrededor y fijé mi mirada en tres mesas más allá que la nuestra. Abrí la boca acercándome a la pareja que estaba sentada en una mesa e interrumpí el vídeo que la chica, conocida para mí (y para medio país), estaba grabando.
-¿Marta? -dije apoyando una de mis manos en la mesa y ella soltó el botón que permite la grabación de instagram.
-¡Carol tía! ¿Qué haces aquí? -me dijo ella sonriendo y levantándose de su silla para venir a abrazarme. Yo la achuché con una sonrisa aún más grande que la que ya portaba y saludé cariñosamente a Sergio Reguilón, su novio y compañero de viaje, que también se levantó para saludarme.
-Marco me regaló este viaje por navidad. ¡Que casualidad! Estoy flipando, en serio. -dije yo y Sergio buscó a Marco con la mirada. Yo me adelanté a su pregunta sobre dónde estaba el mallorquín y le señalé nuestra mesa. Sergio fue hasta allí y asustó a Marco por detrás. El mallorquín, al verle, sonrió y se levantó para abrazarle. Sergio y Marco se llevan increíblemente bien. Marta y yo seguimos hablando hasta que decidimos que lo mejor era sentarnos juntos y Sergio y yo fuimos a por nuestro pedido, que llevaba un buen tiempo esperando en la barra del restaurante. Aunque no paramos de hablar ni un segundo, no alargamos demasiado el desayuno porque queríamos ir al parque para disfrutar. Al parecer, por lo que nos dijeron la pareja, ellos habían buscado un tiempo de relax y para disfrutar de la compañía del otro y París fue su mejor opción.
-Chicos, hacernos una foto porfa. -dijo Marta. Sergio rodó los ojos y Marco accedió a regañadientes a hacernos alguna que otra foto con el castillo del parque de fondo.
-Ay chicas, hacernos una foto porfa. -dijo Marco haciéndole burla a Marta y esta le propinó un suave puñetazo en el hombro, al que Marco contestó riendo. Cogimos el móvil de Sergio y les hicimos un par de fotos. Después le pedimos a una pareja de chicos que andaba por allí que nos hicieran una foto a los cuatro juntos, mis preferidas. Marta estaba subida a caballito encima de Sergio y yo estaba medio subida lateralmente en el costado izquierdo de Marco con mi brazo izquierdo levantado. El mallorquín me agarraba de la cintura y yo apoyaba mis rodillas dobladas encima de su muslo izquierdo, haciendo un poco de fuerza para no caerme.
-¿Te he hecho daño? -le pregunté y él negó.- ¿Seguro? ¿Ni un poquitito de nada?
-Nada de nada, rubia. -me dijo pasando un brazo por mis hombros para que yo me acurrucara en él.
-Mirad las fotos, chicos. -dijo Sergio y volvimos a retomar una conversación de cuatro sobre lo mucho que nos gustaba como había quedado. Yo subí una foto con Marta en el tiempo que ella subió tres.- No te preocupes, Carol, Marta lo hace así de rápido por la costumbre. Al fin y al cabo es su trabajo. -me dijo su novio y yo asentí sonriendo no muy convencida con mi trabajo. Finalmente decidí subirlo así y olvidarme durante lo que queda de día del móvil.

Marta, como ya os he dicho, ha subido una foto conmigo (obviamente mucho mejor editada) en la que ponía en grande "LA REAL"

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Marta, como ya os he dicho, ha subido una foto conmigo (obviamente mucho mejor editada) en la que ponía en grande "LA REAL". La segunda era una de las fotos que le habíamos hecho a los chicos, etiquetándonos en las dos fotos a los tres restantes, en la que ponía "LA COPIA". Por último, la tercera historia era un vídeo que había grabado hace nada del castillo y de lo que veíamos del parque. Más tarde subió la foto de los cuatro a publicación normal con un "La magia existe. No me imagino un plan mejor" en el pie de foto seguido de nuestros tres perfiles. Yo reí al ver el comentario de Marco achacando a su defensa de no ser ellos la copia. Yo comenté con un corazón rojo y otro comentario contestando a Marco, que había sido contestado por Sergio (que apoyaba la defensa del mallorquín), que decía "sabes que no ha sido así, Marquito" al que él me contestó "llevas razón, rubia. Perdónenme🥺❤️". Dejamos los móviles y lo primero que hicimos fue pasar a ver el castillo por dentro para luego salir a las atracciones y demás estampas de cuento.

-Estoy agotada. -dije cuando abrí la habitación del hotel. Ha sido un día muy intenso en Disneyland en el que no hemos parado de andar, montarnos en atracciones y volver a andar. Anduve un par de pasos, no más, y me dejé caer en la cama de Marco.
-¿Queréis que dejemos la peli para otro día? -dijo Sergio mirándome desde uno de los sofás que había en la habitación, delante de la televisión (bastante grande para ser de hotel), y yo negué con la cabeza. Me quité como pude los zapatos sin levantar un solo pelo de mi cuerpo y me revolví en la cama hasta dejarme caer. Me senté en el otro sofá con Marco y terminé apoyando mi cabeza en n sus piernas mientras que él me miraba sonriendo y me acariciaba la cara. En cambio, Marta y Sergio veían Crónicas de Navidad, la película que habíamos escogido, acurrucados el uno en el otro. Al final no terminamos de ver la película ya que nos quedamos dormidos como un tronco, tal y como se pudo notar en la foto que Marta nos tomó desde el sofá donde ellos estaban. Noté a Marco moverse con cuidado. Sergio le había despertado para que nos fuéramos a dormir a la cama. Ellos se quedaron a dormir con nosotros. Sergio y Marta durmieron en la cama del mallorquín y este y yo, en la mía. Marco me cogió cual princesa con cuidado de mi cabeza y de no despertarme, dejándome en la cama (Marta había abierto la cama dejándonos las sábanas preparadas para poder echárnoslas por encima) con cuidado y tumbándose rápidamente a mi lado. Él nos arropó a los lados y nada más terminar de dejar nuestros cuerpos bajo la cálida sensación de la tela, giré completamente mi cuerpo para apoyar mi cabeza en su pecho, tal y como hacía antes. Marco, al sentir el contacto de mi cabeza y una de mis manos en su pecho, me agarró por la cintura intercalando el contacto fijo con las caricias de vez en cuando.

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2a temporada {El mejor error de mi vida} Marco Asensio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora