Capitulo 43. Segundas oportunidades

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Aunque ganar el precampeonato no supone un título como tal, lo hemos ganado y nos ha dado la fuerza que necesitábamos para ir a por todo en la competición nacional. De todas maneras, tendremos que trabajar muy duro y empezar desde ya, pues hemos visto mucho nivel y mucho trabajo en este precampeonato.
Ya estamos volviendo a Madrid y sé que Marco me está esperando en la ciudad deportiva aunque ellos tienen hoy el día libre. Cuando llegué al hotel después de la competición pude hablar con él y me contó que había estado viéndolo desde la sala de descanso de Valdebebas.
-Carol, ¿estás aquí o en otra parte de la galaxia? -me dice Dani sacándome de mi trance, pues la verdad es que me había quedado embobada mirando la carretera.
-Sí, es que quiero llegar ya. Estoy muy cansada, quiero dormir. -le dije yo apoyando mi cabeza en su hombro.
-Dormir con un mallorquín eeh. -me dijo haciéndome cosquillas.
-Eres tonto, Daniel, lo tengo comprobado. -dije yo haciéndole parar su mano y volviendo a tener una respiración normal y no ahogada en carcajadas.- Marco y yo estamos de lío, nada más. Ni siquiera sé si hoy le veré.
-¡Qué mentirosa eres! -exclamó Dani riendo.- Claro que sabes que tu "Marquito" -dijo poniendo una voz distinta al decir su nombre.- te va a estar esperando allí. No me extrañaría verle con una pancarta y un ramo de flores.
-Qué exagerado. -dije yo riendo, al igual que hizo él.- No sé hacia dónde va lo "nuestro", así que no te puedo decir. Estamos volviendo al tonteo que tuvimos antes de empezar a salir, pero me da miedo volver a darme la ostia. Tú mejor que nadie sabes lo mal que lo pasé.
-Carol, no podemos dejar de hacer las cosas que queremos hacer por miedo a qué pueda pasar. Te arriesgaste y salió mal, pero eso no significa que otra vez vuelva a pasar algo o que vayas a sufrir. ¿Y si es la mejor decisión de tu vida?
-¿Y si es la peor?
-No sé, amiga, pero yo creo que en la vida siempre hay tiempo de arrepentirse, pero el pasado pasado es y el tiempo nunca vuelve. -concluyó Dani y ambos nos quedamos en silencio sin volver a hablar de Marco. Yo volví a apoyar mi cabeza en su hombro y pasé mi brazo por su tronco medio abrazándole.
Dani siempre ha estado para mí y me ha ayudado mucho, aún más cuando Rubén tuvo que irse del equipo y, por lo tanto, dejamos de vernos tan de seguido. Yo sé que mi amigo llevaba razón y que no debería echarme atrás a vivir cosas por miedo a equivocarme, pero la práctica nunca es tan fácil como la teoría.

Al entrar en el recinto de la Ciudad Real Madrid, empecé a quitarme los auriculares que hacía un rato me había puesto y los guardé en la pequeña mochila que me llevé a Bilbao. Por la ventana pude ver a Marco entre otros familiares que habían venido a ver a mis compañeros: padres, parejas, hermanos, etc.
-¿Sabes que eres la mejor? -me dijo Marco cuando llegó hasta mí y me ayudó a coger la maleta del maletero del autobús. Yo sonreí y, cuando estaba erguido de nuevo (después de coger la maleta), salté a sus brazos.
-Hemos ganado, Marquito. Hemos ganado. -dije yo contenta. Luego me separé de él y continué hablando, ahora ya sin parecer tener 5 años.- A ver, que sé que no es decisivo ni importante, pero todo granito ayuda.
-Claro que sí. Y por mucho que la competición no valga, bailasteis de maravilla. -me dijo él sonriendo mientras andábamos hacia su coche. Él tenía pasado el brazo izquierdo por mis hombros y con la mano derecha controlaba mi maleta.
Durante el camino a su casa, yo no paré de contarle las sensaciones y los ensayos de antes de las actuaciones, y cuando me quedé sin cosas que contar, volví a hablar de las actuaciones. La verdad, tristemente para los que aguantan mi chaparrón, soy una persona que habla por los codos y que cuando empieza no para. Pero, aún así, Marco siempre lo aguanta con su sonrisa más bonita y más sincera. Al abrir la puerta de su casa, Rome ya nos estaba esperando impaciente. Marco le cogió en brazos y fue hasta su habitación para dejar mi maleta y que así no estuviera por medio. Yo me quedé en el salón, mirándolo como si no lo hubiera hecho desde hace mucho. Ahora que estoy aquí sola y que no hay nada más que los flojos ladridos de Rome sonando, no puedo evitar recordar el tiempo que pasé aquí con el mallorquín y tampoco puedo evitar el claro recuerdo de mis llaves tiradas por el suelo antes de hacer la maleta y marcharme. Marco y yo hemos pasado por mucho ya, una amistad, una historia de amor, una ruptura y ahora volvemos a estar en la fase "no somos pero no dejamos de ser" que no nos ubica muy bien en la vida del otro. Yo, personalmente, creo que Marco y yo nos merecemos una segunda oportunidad, y si tiene que haber un final, que sea un final mejor.
-¿En que piensas, rubia? -me dice Marco al llegar al salón. Se pone detrás de mí y me abraza.
-En ti. -le dije yo dándome la vuelta y él sonrió ante mi respuesta.- Marco, yo creo que...
-Un momentito, ahora mismo vuelvo. -me dijo buscando su teléfono en los bolsillos, pues su tono de llamada estaba sonando. Se disculpó y no tardó ni un minuto en volver.- Nada importante. Han atrasado una hora el entrenamiento de mañana. Dime, ¿qué querías decirme?
-Nada, no es importante. -contesté yo dubitativa. Él subió una ceja haciéndome entender un "¿de verdad?" y yo asentí.

2a temporada {El mejor error de mi vida} Marco Asensio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora