Capitulo 19. Capitana

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-Hemos perdido. Es que no me lo puedo creer, hemos perdido. -dije lamentándome mirando a un punto perdido de la isla de la cocina de Sara mientras comía chocolate. Todas las chicas estábamos sentadas alrededor de la gran isla que cubre el centro de la cocina y yo les estaba contando lo mal que habíamos quedado en la competición de la comunidad de Madrid. Ellas me miraban con el corazón en la mano, como si les diera miedo hablar por si llegaban a decir algo que me precipitara al llanto.
-Carol, tienes que relajarte. Solo ha sido un desliz. -dijo Maca intentando animarme y yo subí mi cabeza para mirarle sin dejar de comer chocolate.
-Ha sido mi primera competición como capitana. ¡Y hemos perdido! -dije yo.
-Solo has perdido una competición en tu vida. Tienes que olvidarte de ella para poder seguir con lo que venga. -dijo María acariciándome el brazo.
-Tú eres la primera que se olvida de los triunfos, ¿no te vas a olvidar de esta derrota tan insignificante? -me dijo Pilar y yo dejé caer mi cabeza en mis brazos, que descansaban sobre la isla. Suspiré y comí otra onza de chocolate.
-Carol, las chicas llevan razón. -me dijo Marta Díaz.- Partido a partido, como el Cholo.
-Muy bien Marta, te has puesto al día con el fútbol. -dijo María riendo y todas las demás, incluso la youtuber, copiamos su acción. Marta es una chica de 10 que se ha unido perfectamente al grupo, pero de fútbol entiende menos que de volar. Miré hacia el salón, donde estaban gran parte de los chicos e hice una mueca.
-No sé si volver a ser capitana es bueno. Felipe me dijo que no estaría mal darle una vuelta de nuevo al grupo de baile que propuse y yo me negué, me cerré en banda y no supe ver que no era la mejor opción. ¡Eso una capitana debe hacerlo y debe hacerlo bien! -dije desesperada. Al comenzar a hablar me había levantado del taburete y me puse a andar de un lado a otro de la cocina de la casa de Isco hasta que me paré frente a la nevera para sacar otra tableta de chocolate, ya que la que estaba comiendo se había reducido al papel que la envuelve.
-No voy a permitir que digas estas tonterías. -me dijo Pilar seria levantándose de la banqueta para venir hasta mí.- Y tampoco voy a permitir que te hinches a comer chocolate. Ya llevas tres tabletas y te va a dar un subidón de azúcar. -añadió cuál madre preocupada quitándome la tableta de chocolate de las manos y metiéndola de nuevo en el frigorífico.- Eres la mejor capitana y la mejor bailarina que ha tenido, tiene y tendrá el equipo. Últimamente no conseguimos nada en ninguna categoría y eso afecta a todos. Es como la pescadilla que se muerde la cola. Deja de torturarte.
-Creo que va a ser mejor que medite un par de cosas con la almohada. -dije.
-¿Qué cosas? -preguntó Marta con el mismo tono de preocupación que mostraban las caras de mis demás amigas.
-Adiós, chicos. -dije despidiéndome de los chicos al pasar por el salón. Sara corrió detrás de mí ya que no les había dejado tiempo a más.
-¡No hagas ninguna locura! ¡La capitanía tiene que ser tuya, Carol! -gritó la canaria para que yo la oyera desde la acera donde estaba mi coche.

Narra Marco
Carol se despidió de nosotros rápidamente y nosotros la despedimos de la misma manera. Estábamos jugando a la play así que solo dedicamos un segundo en quitar los ojos de la pantalla para decirle adiós y volver a ella. Sara salió corriendo de la cocina, abrió la puerta y gritó.
-¡No hagas ninguna locura! ¡La capitanía tiene que ser tuya, Carol! -gritó Sara y al instante cerró la puerta para ver a las chicas, que se habían colocado de tal manera que podían ver la puerta sin esforzarse.- No creo que no lo haga.
-Yo tampoco, estaba muy convencida. -dijo Marta respaldando a la canaria. Isco pausó la partida y automáticamente, como si estuviéramos sincronizados, todos nos giramos al mismo tiempo para fijar nuestras miradas en las chicas.
-¿Locura? ¿Muy convencida? ¿De que habláis? -preguntó Sergio Ramos y las chicas bufaron.
-Carol está... -empezó a decir Pilar pero no supo continuar.
-Está muy nerviosa. -le ayudó Maca y Pilar se lo agradeció con la mirada.- Han perdido en la competición y ha empezado a pensar y emparanoiarse con que ha sido su culpa y que probablemente la capitanía no es su lugar, al menos no ahora.
-¿Qué tontería es esa? -dijo Isco.- ¿Cuándo ganan no es por mérito suyo pero cuando pierden es la única culpable?
-Eso mismo le hemos intentado decir nosotras, pero no ha hecho caso. -dijo Marta y yo suspiré.
-Espero que no hable con Florentino. Y si lo hace, que él le sepa mostrar la realidad. -dije y ellos asintieron.
-Voy a hablar con ella... -dijo María y Nacho se levantó.
-Cariño, es mejor que no. Creo que hay que dejarle pensar. Ella sabrá qué es lo mejor, pero por ahora, será mejor dejarle tranquila. Si nos necesita, nos lo hará saber, estoy seguro. -dijo el de Alcalá evitando así que ninguno de nosotros llame o busque a la rubia. Todos asentimos ante su mini discurso.

-Un momento, voy a abrir la puerta. -les dije a mi padre y mi hermano, que estaban al otro lado de la pantalla de mi ordenador. Ya hacía un rato que había vuelto de la casa de mi bro y ahora estaba haciendo videollamada con ellos. Me levanté del sofá y al abrir la puerta, Carol se abalanzó sobre mí para abrazarme. Yo no me lo esperaba. Todavía no estoy acostumbrado a los gestos cariñosos de la madrileña y menos cuando no sé que es la persona que está llamando a la puerta de mi casa. Nos quedamos allí, estáticos, durante más o menos un minuto hasta que se separó y pude ver la descomposición en su cara. Cerré la puerta y le indiqué con la cabeza que pasara.
-Si estás con alguien o tienes visita no te preocupes, podemos hablar luego o... estaré bien. -dijo al oír la voz de mi padre, supongo que diciéndole algo a mi hermano, y dispuesta a retroceder hasta la puerta para marcharse.
-Claro que no. Pasa, estaba hablando con mi padre y mi hermano. -le dije yo y ella ladeó la cabeza de forma nostálgica. Al contrario que hace un segundo, ahora la rubia corrió hasta llegar al sofá, donde prácticamente saltó para así poder ver la cara de mi familia. Ellos, instantáneamente, sonrieron al verla y la rubia repitió la acción. Yo sonreí desde la puerta del salón y después me arranqué a andar para sentarme al lado de Carol.
-¡Ay hija! ¡Qué guapa estás! -dijo mi padre con las manos en la cara de la emoción.
-¡Carolitinga! -dijo mi hermano haciendo que los cuatro riéramos ante su comentario. Igor y Carol siempre se han llevado de maravilla y mi hermano mayor siempre ha querido variar su nombre para hacerle de rabiar.
-Estáis guapísimos jo. -dijo la rubia poniéndose las manos en las mejillas con los ojos clavados en la pantalla.- ¿Cuando vais a venir? Porque llevo aquí ya un par de meses y no os he visto.
-Vinieron hace no mucho, pero tú estabas en Los Angeles. -le dije yo.
-¿En serio? Qué mala suerte. Mira que soy capaz de comprar ahora mismo un vuelo e irme a Mallorca. -dijo casi para ella misma y todos reímos. Hablar con mi familia y encima con la rubia al lado es una sensación indescriptible. Hacía mucho tiempo que no lo sentía y no recordaba lo mágico que era. Cuando dejamos de hablar, a Carol se le desdibujó la sonrisa que antes lucía.
-Perdón por molestar, Marco.
-¿Estás tonta? No molestas. ¿Por qué estás tan mal?
-Marco... creo que lo mejor que puedo hacer es dimitir como capitana. Y por favor, no me digas que lo piense como todos los demás porque ya lo he pensado. Mucho además.
-Lo habrás pensado mucho pero no bien. -dije cogiéndole las manos.- Carol, si no eres tú no es nadie. Nadie puede ocupar ese puesto porque llevar un brazalete conlleva mucho peso. Tú siempre lo has hecho genial y...
-No, Marco. No lo he hecho genial porque sino no estaría aquí y tampoco habríamos perdido. -dijo cortándome y yo negué con la cabeza.- Todo el mundo lleva razón. Soy una egoísta por haber antepuesto mi concierto a la competición.
-No, por ahí sí que no. El concierto fue de maravilla y la competición también. Solo has perdido esta competición, nada más. -dije y ella se quedó en silencio.- Yo confío en ti. Sé que vas a volver a llevar al equipo a lo alto. Esta competición no cuenta nada. Es como perder un partido en pretemporada, jode pero sabes que ni suma ni resta puntos.
-Sabía que venir aquí era lo mejor que podía hacer. -me dijo abrazándome y yo sonreí en su hombro.- No sé cómo lo haces pero siempre tienes la palabra para hacerme bien.
-Tú sacas mi lado bueno. -dije guiñándole un ojo.- Tengo la mejor idea que se me ha ocurrido en mucho tiempo. -añadí y cogí el mando de mi televisión para poner NETFLIX.
-¿Peli? -me preguntó la rubia.
-Mucho más que eso. Películas de navidad.
-¡Ala Marco si! -dijo ella emocionada cuál niña pequeña dándome palmaditas y medio saltando con las piernas cruzadas en el sofá. Yo reí buscando "Navidades" entre los géneros de películas.- Hay una cosa con la que ya... me ganas para toda la vida.
-No te voy a dar chocolate. -le dije ya acomodado en el sofá y ella me miró con su cara de pena-ayuda.
-A veces tengo miedo de lo mucho que me conoces. -me dijo riendo y yo también reí.- ¿Por qué no me vas a dar chocolate? Un poquito al menos.
-Carol...
-Porfi, así así de poquito. -dijo haciendo el gesto de poco con sus dedos (🤏🏼).
-No. Un pajarito me ha contado que hoy te has pasado con el chocolate.
-Las chicas son unas exageradas. -dijo bajando los brazos desesperada al ver que no iba a funcionar.
-¿Ah si? -dije y ella asintió.- A ver, ¿cuanto chocolate has comido?
-Tres...
-¿Onzas? -pregunté yo y ella negó con la cabeza.- ¿Tabletas? -dije y ella asintió. Yo abrí los ojos sorprendido.- Joder Carol. No han exagerado ni un poquito. De hecho, se han quedado cortas. Te has pasado y mucho.
-Bueeeeeno, pues si no hay chocolate elijo yo la peli, por listo. -dijo quitándome el mando y yo negué con la cabeza dándola por perdido. Cambio de princesa fue la elegida para comenzar el maratón de películas de navidad que hicimos durante todo el resto del día.

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2a temporada {El mejor error de mi vida} Marco Asensio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora