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Las luces multicolores me envolvían.
El olor a tabaco y alcohol inundaban el lugar, y el humo proveniente de máquinas y fuentes probablemente ilegales, reducía bastante la visibilidad.

Me separé de aquél alfa con el que me encontraba bailando hace unos diez minutos y me dirigí tambaleante hacia el baño.
Lo pegajoso del suelo y los vasos de plástico esparcidos en él, hacían aún más difícil la caminata hacia mi destino.

Me compadezco de la persona encargada de limpiar éste desastre.

Empujé la puerta con el pie y me adentré en aquél lugar.
Olía como los mil demonios o peor.

Me metí en uno de los cubículos e hice mis necesidades lo más rápido posible, no quiero estar mucho tiempo aquí, me desagrada.

Salí subiendo la cremallera de mis jeans y me lavé las manos.
Me las sequé con la ropa, de todos modos nunca hay nada con que secarlas.
Me observé en el espejo y acomodé un poco mi cabello, pero algo me diatrajo.

Mi atención se dirigió a uno de los cubículos detrás mío.
De donde emanaba un muy familiar olor a chocolate.

Félix.

Pequeña zorra.
Lo había perdido hace unas horas y resulta que estaba aquí, divirtiéndose mientras yo era abandonado a mi suerte.
Y ahora escucho como mi amigo es follado en un baño.
Patético.
Mi vida es patética.

Sacudí la cabeza para alejar esos pensamientos de mi mente. No es momento ni lugar para pensar en cosas tan deprimentes.

Salí del baño y me dirigí hacia la barra.
Necesitaba un trago para quitar el amargo sabor atorado en mi garganta.

Un par de alfas me observaron descaradamente.
Solo los ignoré, tenía práctica alejando idiotas.

─Un tequila ─dije apoyándome en la barra.

Por suerte, con un par de movimientos de pestañas, evité que pidieran mi identificación.

Esperé a que el barman preparara mi pedido y me centré en observar a las personas.
La mayoría se encontraba en la pista de baile.
Otros estaban un poco más alejados, en los lugares de descanso, ya sea hablando, dormidos o haciendo actos indebidos a los ojos de dios.

─Ten.

Me giré, tomé el vaso y le pagué.

Bebí un poco y concentré mi vista en la bebida, hasta que un aroma captó mi atención.
Tierra mojada.
Mi olor favorito.

Levanté la cabeza, intentando captarlo de nuevo, pero no fue posible, demasiados olores en el aire.
¿Lo habré imaginado?
Quizás estoy ebrio y no lo he notado.

Le resté importancia y me adentré de nuevo en aquel desagradable lugar, también conocido como baño.
Quería irme, y solo Félix me llevaría a casa.

Como lo sospechaba, seguía en aquél cubículo, no entiendo como puede tener sexo en un lugar como éste.

Golpeé la puerta y grité.

─¡Lix! Sal de ahí maldita puerca, quiero irme a casa.

Se escuchó un bufido y luego el seguro de la puerta.

─Tienes suerte de que ya estábamos terminando idiota ─dijo mientras se acomodaba la ropa.

─Ajá lo que digas, llévame a casa, creo que bebí un poquito de más.

Félix suspiró y asintió.

Pero algo, más bien alguien, lo frenó.

─¿Me llamarás? ─el chico con el que mi amigo estaba pecando le tendió un papel.

¿Cargaba esa basura con el a todos lados? Vaya fé se tiene.

─Claro cariño.

Félix le sonrió y sentí pena por aquel chico.
Nunca recibiría aquella llamada.

Salimos del baño y nos dirigimos hacia la puerta principal.
El frío viento de madrugada nos golpeó.

─Mierda, no creí que haría tanto frío, debí aparcar más cerca ─dijo Félix mientras sacaba un paquete de cigarrillos de su bolsillo.

─Tendrías que haberme escuchado imbécil, dame uno.

Me tendió la caja y tomé dos, uno para más tarde.
Félix me prestó su encendedor y luego de varios intentos logré encender el que tenía entre mis labios.

─¿Con cuántos te enrrollaste hoy? ─ pregunté expulsando el humo por la boca.

─Con 3, no estaba de humor.

─A veces me sorprende tu actitud para con la vida. ¿Conservarás su número?

─Gracias, es un talento que tardé años en perfeccionar, agradezco que lo hayas notado y no, no lo haré, gracias por recordarlo, lo tiraré por ahí o se lo regalaré a Hyunjin para su cumpleaños. ─Félix sacó las llaves de su auto y apretó el botón para abrirlo.

─Su carruaje madam ─dijo abriendo la puerta de copiloto.

─Gracias caballero, la próxima vez que me llames madam te partiré tu linda nariz.

─Te abro la puerta, te llevo hasta tu casa y me agradeces amenazándome, que buen amigo eres Hannie ─dijo mientras encendía el auto.

─Lo sé, gracias.

Félix chasqueó la lengua y negó mientras hacía marcha atrás.

Encendí la radio y me dediqué a observar por la ventana.
El sol comenzaba a salir y los pájaros salían de sus nidos.

Definitivamente uno de mis momentos favoritos del día.

Luego de unos 20 minutos, Félix me dejó en mi casa.

─Recuerda que pasaré por ti el lunes mocoso, no me hagas esperar o te dejaré.

─Si si como digas, vete ya que creo que lloverá.

─¿Cómo lo sabes genio?¿Acaso tocaste tus pechos como la chica estúpida de mean girls?

─Si, toqué mis pechos ─negué─idiota.

─Me amas lo sé.

─Desgraciadamente lo hago. Vete ya, me aburres.

Félix sacó su lengua y se fue.

Suspiré y saqué las llaves de mi casa.
Entré en silencio y dejé las sucias zapatillas en la entrada.

Fui a la cocina y tomé una porción de pizza que había sobrado de la cena, tenía hambre.
Subí las escaleras, evitando el quinto escalón que cruje cuando uno lo pisa, y me metí en mi habitación.

Cerré las cortinas con cuidado y me desvestí.
Conecté mi teléfono y fui al baño a lavarme los dientes, quería sacarme el sabor a alcohol que tenía impregnado en la boca.
Mañana me ducharé.

Volví a la habitación y me acosté.

La lluvia caía pesada sobre la ciudad.
El ruido de las gotas golpeando el techo y las ventanas me relajaba.

El sueño comenzaba a ganarme y lentamente caí en los brazos de morfeo, con la esperanza de sentir el olor a tierra mojada cuando despertara.

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04/01/2020
Subo capítulos todos los sábados.

The Scent Of DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora