XXXIII

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Hoy Félix llegaba de Busan, y no podía esperar para contarle todo lo que había sucedido en mi cita con Minho.

Así es, aunque me llamó al menos diez veces, le dije que quería contarle en persona, así que iré a su casa en un par de horas.

Mientras tanto, me encontraba sentado nuevamente frente a mi cuaderno de letras, exprimiendo mi cerebro.

La feria se acerca cada vez más y más, y no he escrito siquiera un verso de mi canción, y comienzo a entrar en pánico.
Necesito que sea perfecta para poder conseguir una beca en la Universidad y largarme de mi casa de una vez por todas, pero por más que lo intente, nada viene a mi mente...excepto Minho.

Es en todo lo que puedo pensar desde ayer, me dormí pensando en el y desperté con su imagen en mi cabeza.

Observé la ventana que se encontraba frente a la mía con esperanza, quería verlo, pero nada ocurrió.

Decepcionado mi vista divagó por distintos lugares hasta que algo, más bien alguien, llamó mi atención.

Una grácil figura que conocía bien, se encontraba en el jardín trasero de su casa.
Audífonos sobre sus oídos y ojos cerrados, Minho bailaba bajo la cálida luz del sol.
Mis ojos no podían desconectarse de tan hipnótica imagen.

Pronto, como un rayo, ideas comenzaron a aparecer en mi cabeza.
¿Cómo pude ser tan tonto?
¡El tema de mi canción estuvo frente a mi todo este tiempo!
Literalmente hablando.

Las horas pasaron rápidamente, y casi sin darme cuenta, era tiempo de que visite a Félix.

Guardé el cuaderno en mi escritorio, tomé mi teléfono y mis audífonos, conecté la música y salí camino a casa de Félix.

Finalmente, luego de alrededor de media hora, llegué a su casa.
Llamé a la puerta y la señora Lee me recibió.

—¡Jisung cariño! Félix me dijo que vendrías, pasa por favor, ya conoces el camino—dijo haciéndose a un lado.

Me quite las zapatillas y caminé hacia la habitación de Félix.

—Buenas tardes idiota—dije abriendo la puerta.

Félix se encontraba doblando ropa pero inmediatamente dejó todo y corrió hacia mi.

—¡Hannie! Luces más alto,¿creciste?¿te hiciste algo en el cabello? Te extrañé—dijo sin soltarme.

—No, no, no y yo también,¿puedes dejarme respirar?—hablé con voz entrecortada debido a la fuerza que estaba ejerciendo sobre mi cuerpo.

—Oh, sí lo lamento—dijo dejándome libre y retrocediendo.

Acomodé mi ropa y masajee un poco mi brazo mientras caminaba hacia la cama y me acostaba.

Félix me observaba.

—¿Qué?

—¡Cuéntame todo imbécil!¡Anda! Me mata la curiosidad—dijo sentándose a un lado.

—Ugh, está bien, ponte cómodo.

Félix lucía como un pequeño niño al que están apunto de contarle una de sus historias favoritas.
Realmente lucía adorable.

Comencé a contar desde que Minho llegó a mi casa, el viaje en auto hasta el Río Han, el picnic, cuando estaba por contarle sobre la proposición, Félix me detuvo.

—Espera espera, tengo que procesar todo esto, es mucho romance para alguien tan solitario como yo, mi cuerpo no soporta tanta ternura en tan poco tiempo—dijo con una sonrisa mientras tomaba una almohada y la abrazaba.

The Scent Of DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora