XLII

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Casi sin notarlo, el tiempo comenzó a transcurrir con velocidad.
Los días eran largos, colmados de tareas, estudio para los exámenes y prácticas para la feria de fin de curso.
Las noches prácticamente inexistentes.

—Ya no quiero—se quejó Hyunjin apoyando la frente sobre el pupitre.

—Hyunjin levántate o la profesora Park te castigará—escuché decir a Félix a mis espaldas.

—Ya no me importa, prefiero dormir, ¿de que me servirá saber la tabla periódica de memoria?

Minho rió a mi lado.
Negué con la cabeza.

—Primero, estamos en geografía, segundo, si quieres estudiar actuación primero debes graduarte de la escuela, asi que levántate—dije girándome para pegarle en la cabeza.

Hyunjin se levantó con un puchero.

—Odio cuando tienes razón—dijo copiando algo de la pizarra.

—Lo sé—me giré orgulloso.

Ninguno de los cuatro tenía energía para nada, estabamos mental y físicamente agotados.
Todos los alumnos de último año nos encontrábamos en ese estado, exhaustos.

—Necesito que los exámenes de matemática y química lleguen rápido, ya no soporto ver tantos números—dijo Félix sentándose en el asiento del conductor con desgano.

Todos hicimos un ruido de afirmación y nos sumimos en nuestro propio mundo.

Luego de que Félix nos dejara a mi y a Minho frente a nuestras casas, comencé a quejarme.

—Lino, no quiero estudiar, llévame a algún lugar, necesito despejarme—dije mientras tomaba su mano y la sacudía, parecía un niño pequeño teniendo un berrinche.

Minho rió.

—Si te saco de aquí,¿prometes que mañana no te quejarás y dirás que esto fue una pérdida de tiempo?—preguntó observándome mientras entrecerraba sus ojos.

—Lo prometo—afirmé levantando la mano izquierda en el aire, como hacen en las películas.

—Bien, ve a cambiarte y nos vemos aquí en veinte minutos—dijo apoyando su dedo índice en mi frente y empujándome levemente.

Corrí hacia mi casa y me adentré rápidamente.

—¡Hola cariño!—escuché decir a mi madre.

—¡Hola mamá!—grité mientras subía a mi habitación.

Entré rápidamente y dejé la mochila en el piso.

Ropa, ropa, ropa.

Me cambié rápidamente, tomé un poco de dinero y bajé nuevamente.

—¡Adiós mamá saldré con Minho!

—¡Suerte cariño!

Salí de casa y Minho ya se encontraba esperándome.

—¿Listo?—preguntó con una sonrisa.

Asentí animadamente y tomé su mano.

Caminamos hasta llegar a un parque conocido de la ciudad, había muchos niños jugando.

Un delicioso aroma captó mi atención y mi estómago gruñó.

—¿Tienes hambre?—preguntó Minho riendo.

—Calla y cómprame algo—dije tirando de el hasta un pequeño puesto de comida.

Minho compró un poco de todo, por lo que la señora que atendía se veía muy feliz.

The Scent Of DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora