II

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Lo siguiente que recuerdo es el rostro de mi padre cuando fue a despertarme.
Me levanté con desgano y fui directo al baño, tomé una corta ducha y me puse ropa cómoda, no tenía planes de salir.

Regresé a mi habitación, tomé mi teléfono y abrí la ventana.

El olor característico luego de una tormenta atacó mis fosas nasales y sonreí.
Respiré profundo y bajé a almorzar, era demasiado tarde para desayunar.

Acomodé la mesa y luego ayudé a mi padre a servir la comida.

─¿Cómo te fue anoche hijo?-preguntó mi madre mientras se servía una porción de puré de patatas.

─Bien, nada en especial─sonreí.

─¿Llegaste muy tarde? No te escuché llegar.

─Creo que eran las 5 am─me encogi de hombros─he llegado más tarde.

─Si lo sé, aún así creo que deberías dejar de salir tanto, el año próximo no podrás adaptarte.

─Déjalo cariño, que aprenda solo, ya se va a dar cuenta que no aguantará ni una semana, necesita experiencia─dijo mi padre cortando un trozo de carne.

Mi madre suspiró.
Siempre había sido así, mi madre intentando regañarme y mi padre suavizando los retos y castigos.

El resto del almuerzo transcurrió tranquilamente, hasta que oímos ruidos en la calle, y como los buenos vecinos que somos, nos asomamos por la ventana de la sala para tratar de averiguar que pasaba.
La respuesta era clara: la casa de al lado estaba siendo ocupada.

Frunci el ceño, espero que sean decentes, los vecinos anteriores dejaron mucho que desear.

─¡Vecinos nuevos!─exclamó mi madre.

─Debo hornearles algo para darles la bienvenida─dijo mi padre aplaudiendo.

─¿Hay que presentarnos? Mamá no quiero ir─dije suplicando.

─Cállate, irás y punto, o pensarán que eres irrespetuoso o algo por el estilo.

Suspiré.

─Bien, pero no hablaré.

Luego volvimos a la mesa para terminar de comer, junté lo que utilizamos y barri la planta baja.
Mi trabajo doméstico del día terminó.

Subí los primeros escalones de la escalera cuando la voz de mi padre me detuvo.

─En unas dos horas iremos a ver a los vecinos, cambiate la ropa y ponte algo decente.

Bufé.

Hice un sonido de afirmación y subí los escalones que restaban.
Al llegar a mi habitación conecté el teléfono al parlante y comencé a ordenar un poco, encontré un plato con restos de comida bajo la cama, ya se de donde provenía ese extraño olor, ropa sucia y el uniforme escolar bajo la almohada.
Mi padre me mataría si viese este desorden.

Cuando por fin terminé, quedaba tan solo media hora para salir, así que me puse unos jeans con algunos agujeros en las rodillas, unas vans negras y una camiseta negra lisa.

Me observé al espejo y me arreglé un poco el, por ahora, cabello azul.
Guapo es todo lo que puedo decir.

─¡Jisung! Ya nos vamos─oi a mi padre gritar desde la planta baja.

─¡Ya voy!─tomé mi teléfono y bajé las escaleras.

Mis padres me esperaban junto a la puerta. Mi padre llevaba una bandeja con comida.

─Bien vamos.

El camino fue corto, apenas unos metros, el camión de mudanzas ya no estaba en la calle, y algunas cajas se encontraban en el porche.

Mi madre tocó el timbre. Luego de unos segundos una señora de no más de 40 años abrió la puerta.

Mi madre habló.

─¡Hola! Somos los vecinos, queríamos darles la bienvenida al vecindario y decirles que cualquier cosa que necesiten pueden ir y preguntarnos, intentaremos ayudar en todo lo que podamos─la mujer nos observó y sonrió.

─¡Oh! Que amable de su parte, somos nuevos en la ciudad y aun no podemos ubicarnos, su ayuda nos será de mucha utilidad.

Mi padre dio un paso al frente.

─Les hornee esta tarta de manzana para darles la bienvenida, por favor aceptela como un regalo.

En ese momento un hombre apareció en la puerta.

─¡Cariño! Mira son los vecinos, han venido a darnos la bienvenida y trajeron una tarta─dijo la mujer.

─¿Quieren pasar? Es lo menos que podemos hacer ante tan cálida bienvenida, ¿no es así?─ofreció el recién llegado.

─¿Están seguros? Deben estar agotados por la mudanza, podemos venir otro día.

Por favor digan que si.

─De ninguna manera, se tomaron el trabajo de venir hasta aquí, es lo mínimo que podemos hacer.

Demonios. El universo me odia.

Nos invitaron a pasar, la casa no era tan diferente a la nuestra y estaba mejor organizada de lo que esperaba.
El sofá se encontraba ya en su lugar, algunos sillones individuales a juego acomodados.

Impresionante. Yo dejaría las cosas sin ordenar por al menos una semana.

─Pasen por favor, pónganse cómodos, que quieren para beber? ¿Té? ¿Café? ¿Agua?

─Té esta bien─respondieron mis padres al unísono.

Rodé los ojos. A veces me daban miedo.

─¿Y tú cariño?─preguntó la señora.

─Nada, gracias─le sonreí forzadamente.

─Déjeme ayudarle por favor─mi madre se ofreció y se fue junto la señora lee, como nos había dicho.

─Jisung, ¿verdad?─habló el hombre.

Asentí.

─¿Quieres ir a buscar a mi hijo? De seguro se llevarán bien, tercer puerta a la izquierda─sonrió.

¿Por qué sonríen tanto? ¿No les duelen las mejillas?

Me levanté lentamente y subí las escaleras.
Tercer puerta a la izquierda.

La puerta estaba entreabierta, por lo que decidí entrar sin golpear.

La ancha espalda de un chico fue lo primero que vi al entrar.
Observé la ventana y pude ver mi habitación.

Me apoyé en el marco de la puerta.

─Con que tu eres mi nuevo vecino, ¿me espiarás mientras me cambio?─dije sonriendo.

El chico detuvo sus movimientos y se giró.
Por todos los santos, era apuesto, muy apuesto.
Y apestaba a alfa.

Se acercó un poco y me observó.

─Lee Minho a tus servicios precioso, si quieres que te espie sólo dímelo.

Ugh.

─Han Jisung, quien nunca estará a los servicios de nadie, un gusto.

El menor de los Lee sonrió y se acercó un poco más.

─Hueles a pastel de moras desconocido─dijo mirándome fijo.

─¿Y eso tiene que ver con...?─pregunté sin entender.

Minho se acercó un poco más, invadiendo mi espacio personal.

─Amo el pastel de moras─dijo susurrando en mi oído.

The Scent Of DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora