XIV

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Me quité las zapatillas y las dejé junto a la puerta.
Revisé la hora, 14:37.
Perfecto.

Subí las escaleras y me adentré en mi habitación.
Cambié el uniforme por el pijama, conecté el teléfono a la bocina y me puse manos a la obra.

Tendi la cama, ordené la ropa, organicé un poco el escritorio, mi colección de mangas y hasta barri.

Después de unas dos horas, parecía una habitación decente, donde una persona podría dormir.

En aquel momento mis padres llegaron del trabajo.
Sus voces se escuchaban claramente desde mi habitación.
Bajé apresuradamente las escaleras para preguntar si necesitaban ayuda en algo, ya que no faltaba mucho para que los vecinos llegaran, a lo que me dijeron que no y que me fuese a arreglar.
Agradecí mentalmente ya que en realidad no tenía ganas de ayudar.
Subí de nuevo las escaleras e ingresé al baño que se conectaba con mi cuarto.
Me duché rápidamente y luego de unos diez minutos salí con una toalla envuelta en la cintura y otra un poco más pequeña sobre los hombros, la cual usaba para evitar que las gotas de mi cabello mojaran el suelo.

Me paré frente al closet y suspiré.
Elegir un atuendo era una de mis partes favoritas a la hora de un evento, pero también de las más frustrantes, ya que a pesar de tener bastantes piezas nunca podía decidirme por cual quería usar.

Tomé uno de mis pares favoritos de jeans y los deje extendidos sobre la cama.
Suspiré.
La parte más difícil.

Me quedé observando unos minutos la ropa dentro del mueble hasta que una idea se formó en mi cabeza.
Tomé una camisa blanca manga corta,  una sudadera negra y otra azul.
Luego un par de medias blancas y zapatillas blancas con detalles en azul.

Asenti hacia mi mismo y me apresuré a probarme la ropa.
Cuando terminé de acomodar la camisa, tomé ambas sudaderas y me paré frente al espejo.
No puedo decidir cual usar.

Bufé.

─Me gusta la azul, combina con tu cabello─dijo una voz a mis espaldas.

Me giré conteniendo la respiración.

Minho se encontraba apoyado en el marco de su ventana.
De su cabello caían pequeñas y delicadas gotas, las cuales resbalaban por su cuello y formaban pequeñas lagunas en el hueco que formaban sus desnudas clavículas.

Tragué saliva.

─¿Y-y por qué crees que te haría caso?─dije desviando la vista.

─No lo sé, haz lo que quieras, solo di mi humilde opinión, está en ti aceptarla o no precioso─lo observé─debo irme, a no ser que quieras que vaya a cenar así, aunque no creo que a tus padres les guste mucho la idea─dijo Minho sonriendo de lado.

Sentí la sangre acumularse en mis mejillas.

─V-vete─dije para acercarme a la ventana y cerrarla.

La risa de Minho se escuchó antes de que la ventana se cerrara.

Suspiré y observé las prendas que sostenía.

Bufé y tomé la sudadera azul.

Estúpido.
Tiene razón, esta queda mejor.

Acomodé el resto de mi atuendo y cuando finalmente estuve convencido tomé el teléfono y envié una foto al chat que compartía con Félix y Hyunjin.

"¿Qué les parece?" Escribí junto a la foto.

Unos minutos después el teléfono vibró.

"* Gritos de perra loca *" envió Hyunjin.

The Scent Of DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora