Pov Jisung.Desperté confundido por el incesante sonido de mi celular.
Abrí los ojos poco a poco.
¿Qué hora es?Sentí calor a mi alredor y algo que me tomaba por la cintura.
Levanté la mirada lentamente y me sorprendí al encontrar a Minho frente a mi.
Tenía sus ojos cerrados y lucía en paz.Sentí mi corazón acelerarse ante la vista.
Moví mi mano con cuidado hasta su rostro y corrí un pequeño mechón de cabello que caía sobre su frente.
Lucía etéreo.
Como un ángel.Vi que una de las esquinas de su boca se movió, formando una casi imperceptible sonrisa.
—¿Te gusta ver a las personas mientras duermen?—preguntó con voz ronca.
Oh dios.
—¡N-no! Idiota—dije bajando la mano y sentándome en la cama.
Minho tiró de mi y volvió a acostarme sobre el colchón.
—Es más cómodo así—dijo abrazando aún más mi cintura.
Reí.
Tomé el teléfono que aún vibraba bajo mi almohada y al leer quien llamaba empujé a Minho lejos y me senté de nuevo.
—Es Félix, ¡Minho es Félix!¿Qué hago? ¿Qué hago?—pregunté nervioso observando la pantalla.
—Responde, intenta sonar normal, quizás no sea nada—dijo mientras se sentaba detrás de mi.
Asenti y contesté la llamada con manos temblorosas.
Al principio la línea se encontraba en silencio.
Ningún ruido de ninguna de las dos partes.—¿Hannie...?—escuché en un silencioso susurro que me helo la sangre.
—Voy en camino—dije para luego cortar.
Me giré para observar a Minho.
—Debo...—dije tomando una chaqueta.
—Lo sé, ve con él, intentaré llamar a Hyunjin—dijo Minho caminando hacia la ventana.
Asenti y me dirigí hacia la puerta, pero a mitad de camino me detuve y me giré.
Me acerqué a paso rápido hacia Minho quien me observaba confundido, lo tomé por el cuello de la camiseta y lo besé.
Tan rápido como comenzó terminó.—¿Y eso por qué fue?—preguntó Minho cuando me alejé.
—Gracias por estar conmigo hoy—respondí un poco avergonzado.
—Mmm, si esta será la recompensa, debo comenzar a ayudarte más—dijo sonriendo y empujandome hacia la puerta—ve, tu amigo te necesita.
Suspiré y corrí por la casa hasta salir por la puerta delantera.
Eso fue todo lo que hice.
Correr.
Correr hasta que mis costillas dolieron y las gotas de sudor empañaron mi vista.Temblando por el esfuerzo, finalmente divise la casa de Félix a lo lejos y me apresuré hacia allí.
Traté de calmarme un poco y toqué el timbre de su casa.
Su madre me atendió unos momentos más tarde.—¡Jisung, cariño!¿Qué sucede hoy con Félix? Hyunjin también vino pero se fue hace unos momentos—dijo dejándome pasar.
Mis movimientos se detuvieron ante la mención de Hyunjin.
—¿H-Hyunjin estuvo aquí?
Ella asintió.
Sonreí.
—Un gusto verla señora Lee, pero Félix esta esperándome—dije haciendo una pequeña reverencia.
A medida que me acercaba a la habitación de Félix, el fuerte aroma a chocolate y cítrico inundó mis fosas nasales.
Definitivamente Hyunjin estuvo aquí.La puerta se encontraba abierta y la luz encendida.
Me asomé lentamente y lo que vi destrozó mi corazón.La habitación estaba hecha un desastre, libros y ropa desparramados en el suelo, la silla que usualmente se encontraba junto al escritorio estaba ahora ahora en un rincón.
Pero lo que más llamó mi atención fue ver a aquél chico que usualmente reía por las pequeñas cosas y estaba lleno de energía, sentado en medio de la habitación, abrazando una sudadera, casi aferrandose a ella, mientras lloraba.
—¿Félix?—susurré, queriendo evitar sobresaltarlo.
El nombrado levantó la cabeza rápidamente, un pequeño atisbo de esperanza podía verse en sus ojos, pero al ver quien había llamado su nombre, se extinguió, dejando solo oscuridad y desesperación.
Solo una palabra podía describir a mi amigo en estos momentos, roto.
Me acerqué hasta él y me senté a su lado sin decir nada.
Los únicos sonidos que podían escucharse eran los sollozos de Félix y el tic tac de aquél viejo reloj de madera que colgaba de la pared, marcando un interminable ritmo.Pasé mi brazo sobre los hombros de Félix, atrayendolo hacia mi en un abrazo.
—¿P-por q-qué?—preguntó entre susurros con la voz quebrada.
No contesté.
—¿Por qué Jisung?¿Por qué?—preguntó escondiendo el rostro en la sudadera que tenía en las manos.
—No lo se Lix—dije acariciando su espalda.
—¿Por qué debo quererlo?¿Por qué no puedo sólo apagar lo que siento?
En aquél momento confirme lo que más temía.
Lo abracé con más fuerza y dejé un beso en su frente.
—No tienes que explicarme nada, no debes, me quedaré aquí contigo toda la noche si es necesario, hasta que te sientas cómodo contándome lo que sucedió.
Félix asintió.
—Gracias—susurró.
—No debes agradecer por este tipo de cosas Lix, es lo que los amigos hacen—sonreí y desordene su cabello.
Envíe un mensaje a mi madre para avisarle que me quedaría en casa de Félix.
—Ven, arriba—dije levantándome del suelo.
Tiré de él hacia la cama y lo obligué a acostarse.
Le quite los zapatos y lo cubrí con una de sus mantas.Comencé a juntar las cosas del suelo y ordenar un poco la habitación.
Coloqué la silla donde pertenecía y me giré hacia Félix, quien me observaba un poco asombrado, sosteniendo aún aquella sudadera.Le sonreí.
—Ya vengo, no te muevas—dije para salir de la habitación y dirigirme hacia la cocina.
La señora Lee parecía no estar cerca así que tomé un poco de comida y una jarra con jugo de naranja.
Volví rápidamente a la habitación y dejé las cosas sobre la mesa junto a la cama.
—Debes comer algo o te sentirás mal—dije mientras me sentaba a su lado.
Félix observó lo que traje y negó.
Suspiré.
—Esta bien, no tienes que hacerlo ahora, come cuando creas que estés listo.
Me acosté a su lado y lo abracé de nuevo, pasé mi brazo sobre su abdomen y lo atraje hacia mi, sentía el leve temblor en todo su cuerpo contra el mío.
Tomé su mano y la apreté.
—No me iré a ningún lado Lix.
Estuvimos en esa posición por horas, ninguno de los dos habló, las palabras no eran necesarias.
Sentí un leve apretón en mi mano, y la ronca voz de Félix en un bajo susurro me dio escalofríos.
—Me gusta Hyunjin.
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The Scent Of Destiny
FanfictionAquél exquisito y dulce aroma me envolvió y penetró en lo más profundo de mis sentidos. Me desorientó. Me sedujo. Me enloqueció. El lobo en mi interior aullaba y gruñia. Estaba desesperado por salir y seguir aquella cautivadora esencia, y yo comenza...