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Agosto, 1979.

Liú Tian ingresó al cuarto llevándose una mano a los labios para pedirle silencio. Terminó de abrir la puerta con suavidad y después la cerró sosteniendo el pomo para que no sonase. Su figura era de color plata al acercársele y, por alguna razón, resbalaba con cada paso. Volvió a pedirle silencio cuando Xiao Zhen soltó una risa baja al verlo tropezar nuevamente. Cuando llegó a su lado, apoyó las rodillas en el colchón y se subió a él. Llevaba un pantalón corto, camiseta y los calcetines de rombos puestos.

—Hola, Carlitos —susurró arrastrándose por la cama. Cada una de sus piernas aprisionó las suyas que estaban bajo las mantas.

—Esto es una locura, gege —protestó cuando Liú Tian finalmente estuvo sentado sobre su entrepierna, su rostro flotando sobre el suyo.

—Solo no debemos meter ruido —dijo, acercándose tanto que sus labios se rozaron—. Todos están durmiendo.

Xiao Zhen no pudo seguir cuestionando lo arriesgado de la situación porque Liú Tian lo estaba besando, con su lengua buscando la suya mientras lo sujetaba por la barbilla para hacerle abrir más la boca. No podía pensar en lo peligroso del momento si Liú Tian movía la cadera así, rozándolo para que la fricción hiciese efecto contra su pene.

El colchón de resortes resonaba apenas con el cambio de posición, la cama chirriando cuando Xiao Zhen sujetó a Liú Tian por la cintura y le metió las manos por debajo de la camiseta. Le acarició la espalda delgada, la cadera, luego el pecho y más abajo, hasta que sus dedos rozaron la pretina de su ropa interior.

Liú Tian rompió el beso para jadear contra su mejilla, a la vez que su boca viajaba por la mandíbula de Xiao Zhen hasta llegar a su oído.

—Tócame —le suplicó.

Olía a jabón y shampoo. Y su piel estaba cálida y suave mientras su mano se metía bajo la ropa del chico y le tocaba la erección que ya había aparecido.

—Siempre tan dispuesto —murmuró Xiao Zhen contra sus labios.

Liú Tian apartó la barbilla para que pudiese besarlo por el cuello y más abajo, mientras sus párpados se cerraban a medida que empezaba a masturbarlo.

—¿Te gusta? —le preguntó—. ¿O quieres más, gege?

—Más, por favor —gimió.

Xiao Zhen dejó de acariciarlo.

Liú Tian lo observó con desconcierto. Xiao Zhen le sonrió, lo sujetó por la cintura y lo hizo girar. La cama crujió con el movimiento. Le pidió silencio llevándose el dedo a la boca. Liú Tian, bajo suyo y con el cabello desordenado, asintió apenas. Xiao Zhen agudizó el oído intentando captar algún ruido que delatase algún movimiento, algo que indicase que alguien se había despertado.

Pero nada, solo podía escuchar la respiración temblorosa de Liú Tian y sus pieles rozarse.

Volvió a besarlo con intensidad mientras Tian jadeaba bajito y entrecortado. El chico apartó las mantas hasta que pudo enredar las piernas en su cadera. Xiao Zhen volvió a tirar de las sábanas sobre ellos para que quedase la mitad de sus cuerpos cubiertos. Le levantó la camiseta y deslizó las manos por sus costillas apenas visibles y más arriba, hasta que le enrolló la prenda en el pecho. Entonces, encajó los pulgares en la ropa interior de Liú Tian y tiró de ella.

—¿Qué haces? —preguntó Tian sin aliento.

Lo silenció con un beso a la vez que buscaba su pene y comenzaba a masturbarlo. Los labios de Liú Tian temblaron bajo los suyos a medida que su mano subía y bajaba. Y cuando sintió que las rodillas del chico se ajustaban en su cadera y los músculos de su estómago se tensionaban, Xiao Zhen dejó de acariciarlo.

Decalcomanía (Novela 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora