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Junio, 1979.

—Mira, no me simpatizas.

No, a Luan nunca le simpatizó Xiao Zhen, por mucho que lo mirase con esos ojos grandes y brillantes mientras sonreía tan amplio que la mitad del tiempo Luan no tenía idea si en realidad quería gritarle y ser malo o reírse con él (o de él, ¿por qué no?). Pero en ese instante, cuando Charles lo observó al terminar de explicarle lo que tendría que hacer si es que quería escapar con Liú Tian, Luan tuvo que contenerse para no golpearlo. Por eso se metió las manos en los bolsillos y hundió los hombros, su corazón de pronto sintiéndose pesado y dolido.

—Solo lo hago por Tian —continuó al no recibir respuesta.

—Está bien —aceptó Xiao Zhen—. Entonces, ¿debo infiltrarme en la oposición?

Luan frunció el ceño.

—¿Cómo sabes eso?

—¿No es lo obvio? —se encogió de hombros despacio—. Con Tian necesitamos un pasaporte para salir del país y no podemos tramitarlo de manera legal.

Luan se quedó varios segundos en silencio.

Xiao Zhen tampoco dijo nada.

Finalmente, se puso de pie, todavía sin apartar la vista de Charles.

—Mañana a las cinco te necesito en el frontis de la universidad —le ordenó—, seré yo quien te presente en la reunión.

Sin esperar respuesta, emprendió camino por la universidad. Se dirigió hacia la cancha de basquetbol que André rondaba en sus horarios libres. Al apoyarse en la reja baja que separaba el césped de la baldosa, observó a André correr hasta el aro y encestar.

Estaba solo.

Y Luan solo quería golpearlo.

O tal vez no.

¿Por qué seguía teniendo un mal presentimiento?

Las razones varias, y eso Liú Tian no podía saberlo jamás.

Las razones varias, y eso Liú Tian no podía saberlo jamás

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Decalcomanía (Novela 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora