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Junio, 1979.

La decalcomanía es una técnica pictórica que consiste en verter tinta en una hoja, para luego doblarla por la mitad y con ello imprimir los colores de un lado en la otra parte. No obstante, también era una técnica de psicoanálisis que permitía comprender lo que otros no ven. Era la definición misma de los pensamientos reales de una persona y de cómo ese otro entendía el mundo.

Es curioso, pensaba Liú Tian haciendo rodar su vaso vacío por la barra de aquel club, cómo una técnica de arte se convirtió en una prueba psicológica. Era también un tanto irónico pensar en cómo la decalcomanía podía definir tu verdadero yo cuando la propia decalcomanía de Liú Tian era obligada a mantenerse oculta ante sus preferencias sexuales. Porque, cuando se era gay en el año 1979, solo tocaba encubrir y esconderse hasta convertirse en la copia de la hoja entintada.

Tal vez por eso Liú Tian se refugiaba en ese club donde la música resonaba tan fuerte que los acordes retumbaban en su mente confundida, porque ahí era de los pocos sitios donde se sentía él mismo. Hace unas horas, también lo fue aquel cuarto oscuro de puertas cerradas, esa habitación pequeña con un cuadro no terminado que lo habían hecho tan feliz; y no esa felicidad instantánea producto del alcohol y la fiesta y que carecía de total sentido, sino que realmente feliz.

Pero bueno, la vida en ese momento era triste y miserable.

Así que a Liú Tian le parecía perfecto ahogarse en esa felicidad falsa y fingir por un instante que las cosas estaban de maravillas.

Una verdadera maravilla, ironizó.

A quién le mentía.

Liú Tian se quería ahogar en una botella importada de tequila, muchas gracias. Tuvo que cerrar los ojos con fuerza para no comenzar a llorar otra vez sobre la barra sucia y repleta de hombres, habría sido una imagen lamentable. Tragándose un montonal de mocos, alcanzó a llamar a uno de los bármanes que usaba unas alas de ángel y mantenía el torso desnudo. Le pidió unos cuantos vasos antes de girarse en el taburete para comprobar el espectáculo, que estaban brindando cinco hombres en el escenario. Mientras esperaba sus tragos, su vista recorrió a la gente que bailaba apretada a unos metros de él. Justo enfrente, un chico que saltaba y se movía con una energía increíble y...

Esperen un momento.

¿Ese era Luan?

¡¿Su Luan?!

¡¿Lu?!

Ambos conectaron miradas a la vez, ambos igual de impactados por encontrar al otro ahí cuando ninguno debería estar en ese sitio, uno porque se suponía estaba felizmente comprometido y el otro porque odiaba ese lugar.

Liú Tian se puso de pie para ir por su amigo. Luan se movió para escapar de él jurando con eso, ¿qué exactamente? ¿Que a Liú Tian le daría un ataque de amnesia y olvidaría habérselo encontrado ahí?

Ese cretino, pensó Liú Tian yendo tras él, ¿en serio eres así de ridículo?

Empujó un par de cuerpos sudados para abrirse camino entre el mar de gente. Sus dedos por fin se engancharon en la parte posterior de la ropa de Luan.

—¡¿Qué estás haciendo aquí, Lu?! —lo cuestionó Liú Tian tirando de su ropa para arrastrarlo hasta la barra, donde estaban sus tres vasos de tequila esperándolo; a los pies del taburete, una olvidada y triste bolsa de basura negra.

—¡¿Qué estás haciendo tú aquí?! —le devolvió Luan la pregunta.

Chasqueó la lengua.

—No, no, yo pregunté primero.

Decalcomanía (Novela 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora