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Agosto, 1979.

La habitación de Xiao Zhen era amplia y vacía, aunque se percibía pequeña y asfixiante cuando su padre ingresaba a ella. Estaba sacando las pocas prendas que se había llevado consigo en la mochila en su visita a Tian, cuando el general entró a su habitación. Iba todavía uniformado, las condecoraciones brillaban en sus hombros. Su padre nunca iba a visitarlo, por lo que intentó no parecer sorprendido al verlo acercarse a su escritorio, mover la silla y tomar asiento. Dedujo que iba a empezar el interrogatorio.

No se equivocó.

—¿Y bien? —cuestionó.

Dejó su bolso a un lado y se giró hacia él, porque Xiao Zhen tenía la obligación de observarlo si el general hablaba. Esa tarde, no era su padre, era el señor Gautier.

—No lo encontré, señor.

—¿No lo encontraste? —repitió.

Xiao Zhen sabía que lo había oído sin problemas, si preguntaba lo que había respondido era solo para acentuar lo idiota e incompetente que lo consideraba.

—No, señor, pero seguiré buscándolo.

Entonces, su padre cruzó las piernas mientras se tocaba el mentón. Xiao Zhen no podía desviar la vista de los bototos de su padre, en las que se divisaban unas manchas rojas que solo podían significar una cosa.

Que venía del muro de fusilamiento.

Que estuvo presenciando la ejecución de alguien.

Y, por alguna razón, quería que Xiao Zhen lo supiese.

—Prometes mucho y no cumples nada, Charles.

Bajó la barbilla, cruzó las manos sobre su regazo en actitud sumisa.

—Lo sé, señor.

Con un suspiro grande, su padre se puso de pie y se acercó a su mesita de noche. Agarró el dinosaurio que le había regalado Liú Tian y movió una de sus patas con brusquedad.

—Hiciste tu mejor esfuerzo dada tus cualidades —dijo.

Entonces, le arrancó el brazo al tiranosaurio.

—Vaya, se rompió.

Al pasar por su lado, le acarició el cabello como si buscase consolarlo. Logró exactamente lo contrario.

—Tíralo a la basura.

Luego, el general lanzó el dinosaurio a su cama y cerró la puerta tras él. Charles agarró la pata rota y la guardó en un cajón. Acomodó la figurilla donde había estado.

Quedó sumergido en aquel silencio durante días.

Quedó sumergido en aquel silencio durante días

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Decalcomanía (Novela 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora