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Junio, 1979.

Si se tenía la suerte de Xiao Zhen y tocaba cursar una materia a primera hora de la mañana, era mejor despertarse extra temprano para no llegar tarde, sobre todo si aquel día tocaba escapar por la ventana del cuarto de su novio y huir por el portón de la residencia antes de ser sorprendido. Tras despedirse de Liú Tian con un beso que sabía a somnolencia, Xiao Zhen lo esperó en el paradero de autobús lo que pareció una eternidad.

Lo escuchó antes de visualizar, la suela de sus zapatos resonaba contra la vereda al acercársele. Tenía todavía el cabello despeinado y se fregaba un ojo con pereza, también su camisa se encontraba mal abotonada y el pañuelo amarillo torcido en su cuello.

—Soy un novio tan fabuloso que te acompaño a la universidad cuando ni siquiera tengo clases temprano —refunfuñó Liú Tian deteniéndose frente a él.

Xiao Zhen quiso besarlo, ahí, en medio de la calle. Quiso acariciarle sus mejillas hinchadas por el sueño y decirle lo mucho que lo quería, cuando eran de por si tan diferentes. Se le revolvió el estómago ante esa sensación caliente que estalló en su pecho y se ramificó por su cuerpo.

—¿Sucede algo? —cuestionó Liú Tian alzando las cejas.

Sucedían muchas cosas dentro de Xiao en ese momento.

Gege.

—No vas a terminar conmigo de nuevo, ¿cierto?

Aquello lo descuadró tanto que terminó soltando una risa algo temblorosa.

—No —contestó.

Liú Tian continuó con expresión sospechosa.

—Lo pregunto porque tienes exactamente la misma cara que ese día en tu casa.

Todavía sonriendo, Charles comprobó ambos lados de la calle; el cielo recién rompía el alba. Estaban, por lo demás, solos. Liú se quedó sorprendido cuando le desató el pañuelo con manos hábiles y volvió a enredarlo en su cuello, ajustándole el nudo bajo la barbilla hasta que estuvo perfectamente acomodado.

—Estaba desordenado —se excusó.

En vez de retroceder para ganar distancia, se quedó frente al chico. Le deslizó la mano por el cuello, siguió por el brazo hasta rozarle el interior del codo. Con disimulo, le acarició la palma con los dedos haciéndole cosquillas. Liú Tian se rio algo jadeante.

—¿Qué haces? —preguntó en voz baja. Su vista recorrió la calle y luego estuvo nuevamente en Xiao Zhen.

—Solo quería tocarte.

—Sí, pero...

Es peligroso, se recordó.

Lo liberó. Pretendía meter su puño dentro de la chaqueta, cuando Liú Tian lo sujetó por la muñeca. Sus dedos largos se entrelazaron con los suyos. Tian le sonrió feliz a pesar de que se mordía el labio inferior con una pizca de timidez e ilusión. El calor de uno pasaba al otro a través de sus palmas, los dos tan cerca que sus abrigos escondían a la perfección ese único toque que se atrevían a realizar en público.

—Es la primera vez —comenzó diciendo Liú Tian, sin embargo, no terminó la oración.

—¿Gege?

Liú Tian ahora observaba un pajarito que cantaba en una rama sobre ambos.

—Es la primera vez que me das la mano en público —terminó con un suspiro—. Y es lindo, ¿sabes? ¿No te gustaría que pudiésemos hacer esto siempre?

Decalcomanía (Novela 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora