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Agosto, 1979.

Se despertó por las voces que provenían desde el pasillo. Liú Tian no sabía con exactitud qué hora era, pero estaba recién amaneciendo, el color naranja comenzaba a romper el alba. Inari no estaba en la cama con él. Se vistió con rapidez y salió del cuarto, encontrándose a toda su familia lista, a excepción de su abuela y padre, para comenzar una nueva jornada en el campo.

—Como algo y salgo —avisó.

Su abuelo decidió esperarlo a pesar de que Liú Tian ese día se dirigiría a la cosecha de su vecino. Por fortuna, su abuela había preparado de desayuno unos arrollados de tortitas de arroz rellenos con verdura. Sacó dos y los envolvió en una servilleta. Antes de salir de la cocina, se giró hacia la mujer.

Lǎo, cuando Xiao Zhen despierte, ¿puedes decirle que me vaya a buscar al campo vecino?

Ella asintió distraída porque estaba concentrada picando una fruta para dársela a su padre.

Al salir de la cocina, su abuelo lo seguía esperando. Ambos emprendieron camino hacia las haciendas, su abuelo decidido en ir a dejarlo antes de irse a trabajar. Iba comprobando el sol salir de entre las montañas, mientras masticaba uno de los arrollados, cuando su abuelo finalmente habló.

Duàn xiù zhī pǐ —dijo.

Por supuesto, Liú Tian no entendió.

—¿Es alguna oración para la buena fortuna, ?

—Hace dos mil años —continuó con gran dificultad. Parecía haber ensayado con anterioridad lo que diría para no fallar en la explicación— existe un emperador llamado Ai de Han en China. Le dicen «La pasión de la manga corta» porque él amó a su amante hasta que él cortó ropa cuando su amante durmió en ella. Sucede que él no quiso despertar a su amante, y cortó la tela.

Liú Tian había terminado uno de los arrollados, por lo que comenzó con el otro. Estaban llegando a la hacienda del vecino.

—¿Esto es porque me quedé dormido y los atrasé? —preguntó—. Lo siento mucho por mi irresponsabilidad y sé que esto sonará como una excusa, pero no lo es. Pasé mala noche porque una mosca me zumbó en el oído por horas. Deberíamos poner un mosquitero en la puerta, .

Su abuelo se detuvo y le agarró la mano libre dejándola apresada entre las suyas. Se la estrechó con fuerza.

—Tian se escribe correcto con el carácter tiān y significa «cielo». Zhen con carácter zhēn significa «sincero». Tiān zhēn es «sincero a los cielos». Un cultivador busca alcanzar el «Dao» —que es el concepto budista de la iluminación, recordó Liú Tian—, porque quiere ser su «yo» verdadero y lograr el zhēn rén.

Liú Tian no supo si todavía estaba medio dormido o si estaba ocupando todas sus neuronas funcionales para comer, pero simplemente no fue capaz de entenderlo. Masticó el arrollado con apuro para cuestionar a su abuelo. No alcanzó, porque este le soltó la mano y se marchó tras inclinar la cabeza.

Xiao Zhen fue a verlo a la hora de almuerzo. Al detenerse a un costado de su escalera, se disculpó diciéndole que había estado ayudando a su abuela a cortar unos troncos para cocinar. Iban de regreso a casa, con sus brazos apenas rozándose para recordarse que el otro seguía ahí, cuando Liú Tian recordó la conversación de esa mañana con su abuelo.

—Charles, ¿conoces una historia llamada «La pasión de la manga corta»? —se tocó el mentón con aire distraído—. Aunque no sé si exista realmente.

Decalcomanía (Novela 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora