ᴛʜᴇ ꜰᴀᴋᴇ ʟᴏᴠᴇ 𝐨𝐟 𝐚 𝐛𝐚𝐝 𝐛𝐨𝐲 || ᴊᴋ ©

𝟚𝟡.

Mis párpados luchaban contra el gran sueño que retenía y es que era demasiado temprano, alrededor de las cinco y media de la madrugada.

Ambos estábamos tumbados sobre el capó del coche en lo alto de una montaña desde donde se podía presenciar la inmensa ciudad.

Además de que el sol salía desde el horizonte pintando el cielo con diversos tonos anaranjandos y rosados.

Yo, tumbada sobre su pecho y mis manos enrrolladas a su cintura, mientras que él enrredaba sus dedos en mi cabello, gesto que no ayudaba para nada por combatir mi cansancio.

Hacía ya dos noches de lo ocurrido y desde ese momento veía el mundo desde otra perspectiva.

No como esa típica adolescente enamorada que de repente todo le ciega, o que estaba loca de amor.

Simplemente sentía alegría, como si todo hubiera pasado de ser blanco y negro a tener algo de color.

Ya, ya lo sé, suena demasiado ñoño.

Pero es que aún no me había hecho a la idea de que había caído enamorada ante los pies de Jeon JungKook.

Echo la vista atrás y observar el antes y el después, es surrealista.

No sé en que momento mi corazón comenzó a acelerarse ante su presencia, cuando mis nervios salían a flor de piel debido a su tacto.

Puede que haya sido desde que me di cuenta de que YoonGi no era el indicado, o puede que siempre me haya gustado desde el principio.

Desde aquel día que hicimos el trato haciéndose pasar por mi novio.

O tal vez cuando nuestros padres nos comprometieron.

Pero esta vez sí es real el amor que sentimos, no nos importa ni le damos tantas vueltas.

Con una sonrisa dibujada en el rostro cerré de nuevo los ojos, disfrutando de la sensación del calor de su abrazo añadiendo que tengo puesta por encima su chupa de cuero, amparándome del frío.

— Mocosa... — dijo con una voz algo ronca.

— ¿Sí? — respondí algo adormilada.

— ¿Tú me amas? — dejó de observar las nubes para girarse a verme.

Aquella pregunta me tomó por sorpresa haciendo que yo también lo mirara.

Entonces, sin pensarlo y clara con mis sentimientos hablé.

— Sí, te amo, mucho.

No tardó en dejar ver su adorable sonrisa de conejito.

— Pero yo te gano.

Posó su mano sobre mi mejilla y me acercó hasta sus labios para susurrar sobre estos.

— ¿Puedo ser tu novio?

Sentí como los pulmones de mi organismo retuvieron el aire para sentir unas mariposas revolotear en mi estómago.

No me di cuenta, me había pasado más de un minuto y medio perdida en sus trigueños ojos, tratando de articular alguna palabra.

Soltó un suspiro y se sentó.

— ¿Estoy yendo muy rápido n-...?

Lo interrumpí atacando sus apetecibles labios que me habían estado tentado por todo este tiempo.

Apoyó sus manos en mis caderas mientras que lo apegaba más a mí enrrollando mis brazos alrededor de su nuca.

Al separarme me acerqué a su oreja para murmurar.