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El sonido de sus tacones se escuchaban en todo el lugar.

Alrededor de las tres y media de la madrugada, y aquel oscuro callejón transmitía tenebrosidad: lleno de contenedores, grafitis, botellas de alcohol y varias gotas de agua de las esquinas de los edificios que caían, resonando sobre los charcos, producidos por la humedad.

Pero aunque estaba algo nerviosa por ello, avanzó con la cabeza en alto al divisar la sombra de un hombre al final del recorrido. A simple vista se veía que ella no era parte de ese mundo.

Era una simple joven con un delicado vestido de seda a juego de sus tacones de gran tacón.

Sin mencionar sus valiosas joyas y decorativos costosos.

Pero ella tenía un objetivo y lo cumpliría esa misma noche.

En el caso del hombre, el cual se encontraba en el fondo de aquellas paredes, no estaba solo. A sus lados estaban sus guardaespaldas, sus hombres más fieles.

Cuando llegó a él se cruzó de brazos y llevó su cadera a un lado, inspeccionando con la mirada la apariencia de la silueta que tenía frente a ella.

Hombre de mediana edad, aproximándose a los sesenta años.

Ni muy alto ni muy bajo, vestido de negro y con un bastón a su lado.

Tenía escaseza de pelo, y las canas no le ayudaban a ocultarla, pero sí tenía ciertos tonos negros en algunas partes de su cabeza.

Pelo joven.

El vello que bañaba su piel se erizó, daba una sensación espeluznante sus ojos, adueñados por una rasgada mirada. Llena de odio, coraje y a la vez, vengativa.

Después de un gran silencio, se hizo el sonido, el hombre comenzó a hablar:

— Al fin nos vemos las caras. — sonrió con cierta malicia.

Hizo una reverencia.

— Es un gusto señor Lee, estaba ansiosa por conocerle.

— Podría decirse que yo también. — hablaba a la vez que asentía con su cabeza. — y más cuando me ofrecen tal propuesta. Ambos queremos que paguen por lo que hicieron, ¿me equivoco?

"Comienza a agradarme" — pensó la de cabellos cafés.

— Sí, creo que tenemos el mismo objetivo. — se acercó un poco más.

— Por lo que he comprendido, usted lo conoce, ¿no?

Rió cínica.

— ¿Que si lo conozco? — ladeó su cabeza. — Sé todos sus secretos, hasta los más oscuros y crueles, así como su corazón y su atormentoso pasado.

Él sonrió ante lo que escuchaba, música para sus oídos.

— Bien, en mi caso, creo que usted ya sabe quien soy yo.

— Sin duda alguna, por ello me he contactado con usted.

Se acomodó mejor en su lugar para escucharla con más atención.

— ¿Y qué propone?

Estaba satisfecha, orgullosa de sus acciones, sabiendo que su plan se cumpliría a la perfección.

De un pequeño bolso sacó un móvil.

— Sé como hundir al traicionero.

Volteó el objecto, mostrándole la imagen de aquella hermosa mujer de ojos color caramelo, y el que ahora es, su cabello azabache, con un leve flequillo ocultando su frente y de media melena.

ᴛʜᴇ ꜰᴀᴋᴇ ʟᴏᴠᴇ 𝐨𝐟 𝐚 𝐛𝐚𝐝 𝐛𝐨𝐲 || ᴊᴋ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora