Soy básicamente manipulado para asistir a la fiesta del consejo estudiantil. Pero entre mi papá, Valeria, Ren, Mauricio, Mariana, Ian y todo ser viviente no me han dejado zafarme del evento.
Tengo la esperanza de que sea buena y finalmente es de las últimas que tendré con Ren y Mau hasta quién sabe cuándo. Mejor no desaprovecharla.
Al llegar al salón nos encontramos con una buena cantidad de gente ya bailando y tomándose mil selfies más. Mañana Instagram va a estar inundado con esas fotos y caritas llorosas.
Muchos me felicitan por mi discurso, sigo sintiendo que no fue la gran cosa, pero a la mayoría le gusto y eso me agrada.
Mariana y yo hablamos de todo un poco mientras los demás bailan como si no hubiese un mañana. Ella está locamente emocionada por la universidad. Su entusiasmo llega a ser contagioso.
A mí también me emociona, sólo que ha sido un día difícil por lo mucho que pudo significar hace tiempo. Escucho un grito extremadamente animoso de todos que comprendo cuando comienzan a entonar All Star
Y mi alma tranquila cae. Hay un poema de Sabines que dice que uno podía llorar hasta con la palabra excusado si tiene ganas de llorar. A mí me ocurre lo mismo con esa canción. No es una canción triste en sí, es bastante animosa y muy adecuada para un día como hoy, pero igual me afecta.
Emilio tarareando esa canción por los pasillos del colegio.
Emilio cantándola en la ducha.
Emilio obligándome a cantarla en el auto cuando me secuestro en el mejor aniversario de mi vida.
Y Emilio ya no está.
Suficiente. Sé lidiar con esto, pero tampoco soy un masoquista como para disfrutar sufrir. Será mejor que me vaya.
Me acerco a Ren para decirle que me marcho. No está convencida e intenta hacerme cambiar de parecer, pero le aseguro que estaré bien, mi papá y Valeria iban a salir esta noche así que aprovecharé para tener paz en mi casa. Diego vendrá por ella en unas horas así que igual no quería quedarme de niñera de Mauricio.
Accede y se despide de mí con un beso en la mejilla haciéndome prometer que la llamaré si necesito cualquier cosa.
El coro de la canción es entonado por todos, creo que es la parte que mejor se saben. Que fácil parece divertirse. Ha sido una noche genial, pero yo esperaba más.
"Joaquín" con esa canción casi puedo escuchar a Emilio decir mi nombre.
Al llegar al vestíbulo me detengo, supuestamente Ren o Mau me darían un aventón a casa al terminar, pero en vista de mi precipitada salida no me queda más que pedir un taxi. Busco mi móvil en mi cartera sin detener mi paso y entonces escucho con más claridad mi nombre.
-Joaquín
Me petrifico. No puede ser, mi imaginación hace otra de sus jugarretas crueles.
-Joaquín... soy yo.
Entonces me atrevo y lo encuentro ahí de pie, con una horrorosa pequeña sombra de barba y el cabello más largo, pero es él. El aire se me va y no sé qué hacer más que mirarlo a los ojos.
-Hola - tartamudea. Está sosteniendo un gran ramo de margaritas blancas y un trozo de papel que se tambalea dolorosamente entre sus dedos.
- ¿Emilio? ¿Qué haces tú aquí? - creo haber sido yo el que pregunta eso, pero no era así, me vuelvo y descubro a Diego entrando por la puerta con un ramo de rosas rojas y una enorme jirafa de felpa.
Ahogo un grito. Diego está aquí. Emilio está aquí. ¿Qué clase de locura es ésta?
- ¿Qué haces tú aquí? - le pregunta él de vuelta a su amigo.