- ¿Aún estás nervioso, cielo?
- No.
- Eres un pésimo mentiroso - mi papá se inclina y besa mi mejilla - Disfrutemos de la cena.
Yo le sonrío y enlazo mi brazo con el suyo.
Al entrar al salón que serviría de comedor me sorprendió lo hermoso y elegante que era, pero lo cálido y familiar que lucía. Era una mesa larga, donde los lugares ya estaban asignados, nadie estaba sentado, todos estaban de pie, charlando. Mi papá y yo caminamos por el lugar. No conozco a ninguna de estas personas.
Miro a mi papá, él luce relajado, ¿acaso no le incomoda no conocer a nadie? estaba a punto de preguntarle cuando Paul se acerca a nosotros. Diego está con él.
- Uberto, tarde como siempre - bromea - y Joaquín, hijo, luces muy guapo, aunque tengo a alguien que puede decirlo por mí - Paul inclina la cabeza hacia Diego y él ríe.
- Hola - le digo.
- Hola - responde él y me da un beso en la mejilla.
- Venga muchachos, será mejor que se controlen que estamos presentes - dice Paul irónico y todos reímos.
- Creo que es nuestra presencia Paul, porque escuché alguna llamada telefónica una vez y...
- ¡Papá! - interrumpo y él ríe. Obviamente habla de lo del beso de lengua con que bromeaba Diego, pero él mal entendió.
- Buenas noches, Sr. Uberto.
- Buenas noches, Diego, necesito hablar con tu papá y quizá les aburra a ambos, especialmente a... ya sabes - mi papá hace un mohín con la boca a mi dirección y yo le miro ceñudo.
- Descuide, yo me encargo de acompañar a Joaquín - con un gesto se despide de ambos y me toma del brazo mientras comenzamos a caminar.
- No necesito un niñero, te lo advierto - le digo a Diego y él ríe.
- Bueno, puedo dejarte por tu cuenta ahora en medio de esta gente para que socialices con desconocidos - desengancha su brazo del mío, pero yo le detengo.
- No, tampoco es que no me guste tu compañía.
- Convenenciero - se burla y ambos reímos.
Nos detenemos en frente a un ventanal donde no está tan concurrida por personas.
- ¿Dónde está Emilio?
- Ya te estabas tardando en preguntar - dice riendo y yo le doy un golpe cariñoso en el brazo - Venga, tranquilo, de seguro está vistiéndose aún, tuvo un problema con su traje, sabes, tu novio es algo descuidado al beber jugo de uva - Diego mueve sus manos frente a su pecho.
- Oh, se ha bañado de jugo, ¿no? - él asiente.
- Pero no tarda en bajar.
- No, aun así, no podemos estar juntos así que...
- Estás condenado a estar conmigo - completa Diego.
- No quería decir eso - me defiendo - Me agradas Diego, siempre me divierto mucho contigo.
- Pero no soy Emilio. -coloca ambas manos en mis hombros como para darme ánimo y yo agacho la cabeza - Falta menos Joaquín, en unos meses serás un bello y sensual universitario y él un aburrido tipo que da clases de historia en un colegio - me roba una sonrisa - Podrán ser una aburrida pareja común y corriente.