Al despertar, me estiré libremente y abrí los ojos despacio, entonces noté que Emilio no estaba a mi lado ya. Porque había estado allí ¿no? comencé a dudar de la certeza de mis pensamientos y de mi seguridad respecto a los últimos hechos, pero bueno, uno no todos los días salva a su profesor de historia universal contemporánea de un bar y duerme en compañía con él. De otra manera sería muy extraño que eso ocurriera a menudo. Respiré profundamente y las sabanas aún tenían impregnado su aroma, giré la vista y en el pequeño sillón encontré el pequeño crop top que había utilizado.
- Si... - susurré para mí mismo - fue real.
¿Entonces por qué no había señales aparentes de Emilio? Me puse de pies y puse una pequeña bandana mi cabello sujetándolo. En la esquina encontré mi pantalón y rápidamente lo revisé. Las llaves, seguían las llaves del coche de Emilio dentro, de una manera extraña me alegró la posibilidad que él siguiera en casa. Salí rápidamente de mi habitación con la ridícula esperanza de encontrarlo.
- Emilio - dije sin obtener respuesta - Emilio, ¿sigues aquí?
Bajé las escaleras y nada. Emilio ya no estaba.
- De nada - dije con atroz sarcasmo, cierta furia hervía en mí o quizá era decepción. Nadie me había obligado a ayudar a Emilio, de haber desertado su invitación a su cumpleaños... pero no, en definitiva, no me arrepentía de mis decisiones, pero aparentemente Emilio si lo hacía. Se fue sin decir nada, gracias, adiós, fue un error, por qué tengo esta ropa... solo se fue sin darme explicación alguna.
Caminé por la sala de estar y noté que había algo en la mesa del comedor, me acerqué, había un plato con cereal y algunos frutos, un vaso de leche al lado y una taza de café humeante, lo cual me indicaba que no tenía mucho de ser servido. Allí mismo estaba una nota doblada que tenía escrita en el exterior "para Joaquín". Me tumbé en una de las sillas y con dedos temblorosos y corazón palpitante tomé la nota en mis manos y recargando mis brazos en la mesa comencé a leer.
"Joaquín, espero que para cuando despiertes y leas esta nota el café no esté muy frió, ayer me dijiste que algún día te invitaría un cereal preparado por mí, en compensación por la bebida que no sabía preparar. Hablando de bebidas lamento como no tienes idea que hayas tenido que presenciar (padecer y soportar) mi primera gran borrachera. Agradezco mucho lo que hiciste por mí, cualquier otra persona no lo hubiera hecho, mucho menos para su "horrible" profesor, pero tú te comportaste como un verdadero amigo. Sé que has de tener muchas dudas, créeme, yo igual, aún no me explico cómo es que traigo puesta esta ropa, prometo aclarar las tuyas pronto, darte las explicaciones que mereces. Puede que este "intento" de desayuno no compensa todo lo que has hecho por mí, pero no pude pensar en otra cosa. Sabes, ahora comprendo porque la gente dice "no lo vuelvo a hacer". Gracias nuevamente Joaquín, prometo que no volverá a pasar.
- Emilio.
PD. No encontré las llaves de mi coche, así que tomaré un taxi. No te quise despertar, espero que hayas dormido bien, disfruta tu desayuno. "
Salí rápido y efectivamente el coche de Emilio seguía allí. Fui a mi cuarto por las llaves, hice espacio en la cochera para el coche de Emilio, afortunadamente el auto de mi papá no era tan bestial como el de Emilio. Me sentía más segura que el coche estuviera allí adentro, si por algún motivo alguien llegara no me gustaría dar muchas explicaciones respecto al llamativo coche de mi entrada. Regresé a la cocina y me di cuenta de que sonreía como un bobo ante el desayuno de Emilio, en eso el teléfono sonó. Fui por él y me senté en el comedor dispuesto a obedecer a Emilio y disfrutar mi desayuno.
-Hola - dije mientras colocaba leche al tazón de cereal.
- Buenas tardes, ¿hablo con el pequeño Bondoni? - dijo una voz familiar al otro lado del teléfono.