De pronto vi como ella salió triunfante de la mano de Emilio quien aún tenía la mirada perdida. Verlos fue como un balde de agua fría, una patada justo en el hígado. Emilio se dirigió a la salida y ella hacia donde estábamos nosotros.
-María... - Salido Roy con cara de pocos amigos.
-Hola Roy- dijo con su vocecita empalagosa- Tanto tiempo sin vernos.
-No el suficiente- susurro Diego a mi oído y yo contuve una risita.
-Valdés- volvió la mirada hacia Diego y yo, me inspecciono de pies a cabeza. -Veo que al fin te conseguiste un... noviecito- sus últimas palabras las dijo despectivamente.
-Te equivocas- le aclaró Diego- Joaquín desafortunadamente no es mi "noviecito"- una sonrisa se plasmó en su cara como imaginando el efecto que causaría sus siguientes palabras- el vino con Emilio.
La sonrisa sínica de su rostro desapareció—¿Con Emilio? —preguntó alarmada y me miró a mí. Me sentí triunfante, aunque sabía que no existía motivo alguno. —Entiendo, ahora la hace de niñero —dijo la barbie recuperando su pose de odiosa.
"Perra" pensé con mi lado más oscuro para mis adentros.
-Mejor niños que putas- dijo Roy, me sorprendió su lenguaje, pero no lo culpaba, merecía más que ese sutil insulto, quizá unos golpes en su cara, sí, eso sonaba bien.
Emilio entró nuevamente y se dirigió hacia nosotros, María intentó tomarle del brazo, pero él la esquivo sutilmente.
-Amor- dijo ella con voz de niña mimada- que bueno que regresas...
-La fiesta terminó- continuó sin dar mucha importancia a las palabras de la barbie- hablamos luego María- le dedico una mirada seca.
-Amigo, pero si aún...- intentó insistir Diego.
-Dije que la fiesta terminó- dijo Emilio cortante y volvió la mirada hacia mi- Vamos Joaquín, te llevaré a casa.
Emilio comenzó a caminar dejando a su barbie con cara de insatisfacción, como cuando no se le cumple un capricho a una cría mimada.
Me despedí de Roy y Diego, este último me tomo del brazo y me susurró al oído "cuídalo por favor, que no vaya a hacer una locura". Le dediqué una mirada de que entendía y seguí a Emilio quien ya estaba casi a fuera del establecimiento con dirección a su camioneta.
Al llegar a su camioneta, él me volvió a abrir la puerta para que pudiera entrar y la cerró, noté como Emilio se había detenido, justo detrás del carro, estaba de espaldas y vi como pasó una de sus manos por su cara.
Yo solamente me le quedé viendo por el retrovisor del auto, él solamente se quedó quieto un tiempo para después dirigirse hacia la puerta del carro. Se subió y puso el motor en marcha, sabía que algo no andaba bien con él, odié tanto en ese momento a María, recordé sus chispeantes ojos mientras bailaba y reía, Emilio empezó a conducir demasiado serio, ahora su mirada estaba cargada de un profundo dolor, sus ojos estaban empañados, pude notar unas leves gotas asomándose por sus ojos, pero él parecía contenerlas, reí en mis pensamientos, ambos éramos orgullosos, no dejaríamos que alguien nos viera llorar ¿no?.
- ¿Quieres que te lleve a tu casa? - su tono era algo cortado por el inminente llanto que contenía.
Observé a Emilio, se veía que estaba realmente mal, que tanto habrá llegado a significar para el María para que se pusiera así, miré por la ventana el cielo estrellado de la noche, había desaparecido, ahora era completamente oscura, amenazante de lluvia.
-Veo que no me vas a contestar...- volví a oír su voz.
-No... no quiero ir a mi casa... -Contesté por fi.
- ¿Entonces a dónde te llevo? - me preguntó seco e indiferente
-Detente allí- dije señalando un lugar en la calle entre dos autos, Emilio sin cuestionar se estacionó donde le había indicado.
-Listo...- dijo él aún viendo al frente sin prestarme atención.
Me volteé hacia Emilio y le tomé la mano que sostenía la palanca de velocidades.
-Emilio, nos conocemos desde hace muy poco y todo ha pasado tan rápido, a penas ayer eras Sr. Osorio y ahora... -suspiré, Emilio giró y me miró con sus ojos tristes y dolidos- No quisiera parecer un entrometido, pero ¿Qué te pasa?, estás triste no me lo puedes negar, lo noto en tus ojos, quisiera ayudarte pero no puedo si no me cuentas que es lo que ocurre, es por esa tan María, ella es por la que has estado triste, mira, no sé quien haya sido en tu vida... -le decía mientras lo miraba directamente a los ojos.
-Eso no te importa Joaquín, no te metas- Me interrumpió cortante y con total frialdad.
-Pero mira cómo estás... no me gusta verte así- insistí- Emilio, si yo puedo...
- ¡Dije que no te importa! ¡Maldita sea! ¿Te es tan difícil entender eso Joaquín? - Me gritó Emilio lleno de furia, mi cuerpo tembló de miedo, no esperaba esa reacción. Un estruendo horrible se escuchó y una luz instantánea ilumino el cielo dando paso a una torrencial lluvia.
-No, ya entendí, perdóname por preocuparme por ti y por pensar que podía ayudarte- Furioso abrí la puerta de la camioneta para poder salir, el viento era gélido y la lluvia pesada. Me bajé azotando la puerta del carro y empecé a caminar sin rumbo alguno.