Eran alrededor de las 5 cuando salí de ducharme y estaba intentado decidir que zapatos usar esta noche, no quería ir muy producido, pero tampoco quería verme muy casual, ¿Zapatos, botines o tenis?, ¿Zapatos, botines o tenis?, estaba metido en mis pensamientos cuando recibí un mensaje de un número desconocido.
"Joaquín, Sé que quedamos en que pasaría por ti a las 8, pero me preguntaba si estaría bien pasar por ti a las 7, quiero que me acompañes a un lugar antes si no hay inconveniente, ¿Qué dices? . Soy Emilio.
PD: Busque tu número en tus datos del colegio, espero no te moleste"
Al terminar de leer sentí como mi corazón dejó de latir por un segundo.
"Hola Emilio, Tranquilo, no me molesta y no hay problema, a las 7 está bien. Nos vemos más tarde"
La ventaja de los mensajes es que uno puede escribir palabras tranquilas a pesar de estar perdiendo la cabeza. Miré la pantalla de mi teléfono, 5:35 pm, tenía el tiempo justo para arreglarme, me peiné un poco, me puse un pantalón blanco y al final opté por mis botines favoritos negros. Me miré al espejo y me di aprobación "no está mal Joaquín", me dije "mejor al Joaquín con uniforme del colegio, sin lugar a dudas".
Escuché el timbre de mi casa, miré el reloj, 7:00 pm, seguro era Emilio...Saben, dicen que los hombres puntuales enamoran... bueno, eso dicen.
-Voy- grité mientras bajaba por las escaleras, tomé mi celular, mis llaves y me puse mi abrigo.
Al abrir me encontré con Emilio con las manos en los bolsillos, una manía muy suya. Se veía bien, debo decir. Más que bien, pero no quiero entrar en detalles o me tomaría horas.
-Hola-le saludé
-Hola bonito- dijo de vuelta con una encantadora sonrisa, se acercó a mí y besó mi mejilla lo cual me tomó por sorpresa, pero no me desagradó. Sentí como un escalofrío recorrió mi cuerpo al momento que sus labios hicieron contacto con mi mejilla. Me sentía como si estuviera en mi primera cita con el chico que me gusta. Pero no era así, solo acompañaría a Emilio a su fiesta de cumpleaños, era nuevo acá y no conocía a mucha gente, además no debía olvidar el hecho que era mi profesor y por lo tanto el lunes tendía que volver a llamarle Sr. Osorio.
-Tenías razón, el plateado era más lindo. Te ves precioso- me dijo observándome
-Gracias- respondí nervioso y él me sonrió- ¿Nos vamos?
-Claro- hizo un arco con su brazo invitándome a entrelazar mi brazo con el suyo, lo acepté y caminamos a su coche. Abrió la puerta del copiloto, me ayudó a subir y la cerró por mí. Se los dije, todo un caballero.
- ¿A dónde quieres ir? - Me preguntó una vez que ambos estábamos dentro del vehículo.
-Por tu mensaje pensé que ya tenías el lugar Emilio. - Reí
- Bueno, esperaba a que tú lo escogieras- Me sonrió- Recuerda que soy nuevo por acá... bueno, pero ¿Te parece si solamente paseamos por la ciudad y si vemos algún lugar interesante nos detenemos?
-Suena bien- Le sonreí. Prendió su auto negro y poco a pocos fuimos dejando atrás mi casa.
Me sentía bien a su lado, era todo tan tranquilo y tan intenso en mi ser a la vez. No sé cómo describir, su presencia, su porte y su dulce carisma. La tarde comenzaba a pintarse de un cálido naranja de verano mientras suaves estrellas comenzaban a aparecer en el cielo.
-¿Qué se siente tener 23?- pregunté rompiendo el silencio.
Emilio sonrió ante mi pregunta y arrugó su frente como indicando sorpresa. - Bueno, es... como tener 22 pero diferente.