- Hola - cojo mi móvil aún algo somnoliento, hecho un vistazo al reloj de mi izquierda, es cerca de medio día y yo sigo tumbado en la cama.
- Oh, Bondoni... ¿aún dormías? - dice Diego burlón al otro lado de la línea.
- Sí, buenos días, amanecí bien, que gusto que preguntes... - digo sardónico.
- Ya, vale, no seas tan dramático...
- Supongo que llamas porque te has enterado de la nueva...
- ¿Qué mi mejor amigo y tú celebraron su aniversario en el cementerio?, venga, algún día quisiera ser tan romántico como ustedes.
- Nada como una buena ración de sarcasmo por la mañana - digo con falsa alegría.
Diego ríe.
- Me refería a la nueva, que lo "nuestro" sube de nivel.
- Oh, sí, de eso también ya me enteré, ayer por la noche, al parecer tu novio a diferencia de mí no puede esperar hasta la mañana para telefonear a alguien.
- Igual, tú me despertaste - suelto un sutil reclamo.
- Sí, pero los humanos normales no duermen hasta el mediodía.
- Los domingos si... - me acurruco de lado sobre mi almohada, realmente aún tengo sueño.
- Bueno, flojo, aun así, necesitaba hablar contigo y es mejor que me dé prisa, no tarda en salir de la ducha...
- ¿Quién?
- Emilio, tu novio, mi amigo, el chico que te da besos con lengua, sabes que tengo razón.
- En lo de novio si, en lo de besos con lengua no.
- ¿Besos con lengua? - todo el color que obtuve por el comentario de Diego desapareció cuando escuché la voz de mi papá y lo vi en mi puerta con una ceja arqueada.
- Pap..p.. papá - tartamudee y él comenzó a reír.
- Pero si te has quedado pálido.
No sabía que decir, escuchaba a Diego llamarme desde el otro lado de la línea.
- No, yo no... - intenté explicar, pero no sabía que explicar.
- No creas que te espió, vine porque escuché tu risa y quería saber que te había despertado de tan buen humor... - mi papá ahoga una risa - sólo que no esperaba esos de los besos y las lenguas.
¿Qué se le dice a tu papá en un caso como este? ¿Por qué no se abre la tierra y me traga por lo que resta del día?
- ¿Con quién hablas?
- Con Diego... - mi papá hace una mueca, de broma o en serio, estoy muy desorientado para definirla.
- Ahora lo entiendo - ríe una vez más - Vale, te dejo seguir con tu llamada, cuando termines baja a desayunar - mi papá vuelve a la puerta y antes de cerrarla asoma su cabeza - oh, y Joaquín...
- ¿Sí?
- Nada de besos y lenguas juntas, ¿vale? - dice lo suficientemente alto como con intención de que su voz se escuchara a lo alto del otro lado de mi llamada.
Me limito a asentir exageradamente intentando recuperar la expresión natural de mi cara, pero ésta sigue contraída por la vergüenza. Escucho la risa de Diego cuando pego mi oído nuevamente.
- Ya escuchaste a papá - sentencia - Nada de besos y lenguas juntas
- ¡Eres un tonto! - le digo con notable irritación.