¡Atención contenido explicito!
- Joaquín, despierta bebé – se me ordena con dulzura. Me siento increíblemente cómodo y mis ojos pesan. No, no tengo ganas de despertar.
- Aún tengo sueño – me quejo somnoliento.
- Pero debemos ir al colegio – insiste.
Abro los ojos al instante. No estoy en mi cama... es abismalmente mejor, estoy bajo las sabanas con Emilio, él me mira tiernamente, su cara fresca, su sonrisa perfecta dándome los buenos días, mi cuerpo recibiendo la Calidez del suyo.
- Lo siento, sabes que soy un poco torpe al despertar – digo algo aturdido.
- Si... solo al despertar – responde el divertido.
Froto mis ojos con mis puños intentando recapitular, pero me mareo en el intento. Realmente quiero dormir.
- ¿Qué hora es? – pregunto, el panorama está poco iluminado, quizá se deba a la lluvia que no parece haber dado tregua durante la noche.
- Las 5:00 am – a Emilio se le escapa un bostezo.
- ¿Qué? – Me quejo – Emilio, ¿estás demente? ¡es horriblemente temprano!
En protesta me vuelvo de lado dándole la espalda. Siento la cálida mano de Emilio deslizándose por la piel de mi cintura, se acurruca a mi lado, presionando mi cuerpo contra el suyo. Siento la tentación de girar y besarlo hasta que se arrepienta por despertarme tan temprano. Pero sé muy bien que ese no es un castigo.
- Eres un perezoso – se burla murmurando en mi oído. Dios, la Calidez de su respiración se siente tan bien.
- ¿Siempre te despiertas tan temprano? – pregunto sonando menos severo de lo que había planeado.
- No es temprano, es el tiempo justo en días de colegio...
- ¡Eso no es cierto! Yo suelo dormir hasta las 6:00 y me da tiempo de llegar temprano al colegio.
- Bueno, pero es que en tu hora extra de sueño yo limpio el departamento o hago una rutina de ejercicios...
- Vanidoso – murmuro con los ojos cerrados.
- Perezoso – dice riendo - además, no me digas que no disfrutas de los resultados – su voz coqueta me roba una sonrisa. Giro y él captura una de mis manos colocándolas en su abdomen. Sí, es un vanidoso. Una rafa de calor me incendia las mejillas al sentir su piel con mi mano y me llegan pequeños flashbacks de lo que pasó en la madrugada
- Esto es injusto – me quejo - yo estoy todo flácido – tomo un rollito de carne de mi abdomen, el cual no opone resistencia ya que no hay firmeza alguna allí.
- Deja eso – me dice, toma mi mano y la pasa alrededor de él – tú así ya estás perfecto para mí.
Respiro lentamente en la cuenca de su cuello. Emilio ríe entre dientes.
- No Joaquín, vamos a llegar tarde al colegio – puedo ver que piensa que lo estoy "tentando" a quedarse en cama un rato más. Bien, ya había decidido dejarlo ir, pero...
- Aún es temprano – digo usando mi voz más seductora - y hace frío.
Me encanta ver como todo Emilio reacciona ante mí.
- ¿Qué propones? – ha caído en mi juego.
Deslizo mis manos por su pecho y presiono mis labios contra la piel de su cuello. Emilio deja escapar una risita nerviosa.
- Quedarnos en cama otra hora – le digo, aunque el sueño se ha marchado de repente. – y quizá repetir un poco -Le doy más besitos en su mejilla.