- Seguiré leyendo yo - me dice y comienza a leer con su suave voz - "En los días siguientes sólo tuvieron instantes de sosiego mientras estaban juntos. No se saciaron de hablar de los dolores del amor. Se agotaban a besos, declamaban llorando a lágrima viva versos de enamorados, - Joaquín ríe - se cantaban al oído, se revolcaban en cenagales de deseo hasta el límite de sus fuerzas: exhaustos pero vírgenes..." - Joaquín detiene su lectura y lo miro, y descubro que está observándome, con el simple hecho de ver sus ojos sé que quiere decirme algo pero parece no atreverse.
- ¿Qué pasa, amor? - le pregunto para darle valor.
- Lo siento - me dice y no entiendo, realmente no entiendo de que está hablando ahora. Mi cara debe haber expresado eso pues toma una bocanada de aire y es más explícito - siento haberme acobardado cuando llegaste, te quiero mucho y quiero demostrártelo...
El dulce color que pinta sus mejillas me hace sentir como un hombre pedófilo y hormonal sin más pensamientos que los de abajo
- Joaquín - le digo con la dulzura que provoca en mi - con el simple hecho de estar aquí conmigo ya lo demuestras, no creas que soy de esos hombres que solo están pensando en hacerlo a cada rato - el ríe - yo te quiero, y te quiero más allá del simple deseo físico... no te estoy diciendo tampoco que no te desee - Joaquín sonríe y el color de sus mejillas se vuelve más intenso - pero para todo habrá un momento Joaquín y ambos sabremos cuando llegue. Por el momento ver tus ojos bonitos y que me des tu cariño es más de lo que puedo pedir. Lo de hace rato no se repetirá...
- Ah... - se queja el y yo río - y a ti quien te ha dicho que no quiero que se repita.
Joaquín me toma del cuello y comienza a besarme con sus tiernos labios y yo rio, me encanta cuando toma la iniciativa, sus suaves manos acariciando mi cabello, lo quiero tanto, sus besos dejan mis labios y comienza por mi mentón y baja a mi cuello lo que me toma a mi ahora por sorpresa, su terso labio en contacto con la piel de mi cuello hace que un gemido se escape de mis labios.
Entonces salta de un brinco y comienza a reír. Veo lo que ha hecho y lo acompaño en su risa...
- Te has vengado Bondoni - le reclamo.
- Te quiero mucho - me dice y sus brazos me rodean.
- ¿Cómo luchar ante tal argumento? - le digo respondiendo su abrazo.
- Nunca me dejes, Emilio...
Sus palabras me toman por sorpresa, y un escalofrío recorre mi cuerpo al imaginar que Joaquín no esté más en mi vida.
- ... soy muy feliz, no quiero volver a estar triste.
- Joaquín - le digo - me vuelves loco, te quiero tanto... jamás haría nada para hacerte infeliz... eres todo lo que quiero.
- ¿Esto realmente está pasando? - dice con sus bellos ojitos fijos en mi.
- Sí, esto realmente está pasando... - doy un beso en su frente y nos quedamos envueltos en un cálido silencio solo disfrutando de nuestra compañía.
Después de muchos años, soy realmente muy feliz. Quizá en el camino más peligroso que jamás haya escogido... pero del que estoy más orgulloso de haber seleccionado. Mi humor es realmente bueno, me siento tan bien que quisiera ayudar a todos para que se sintieran igual que yo. No lo sé... creo que eso es lo que llaman estar enamorado y eso es algo que creí que yo jamás experimentaría de la forma en que lo hago ahora.
Las clases con Emilio son interesantes. Hay cierta atmosfera de complicidad entre nosotros cuando nos damos miradas rápidas, mientras todos están concentrados en sí mismos o en las actividades. Me estoy a acostumbrando a ver a Emilio en las tardes, a su compañía, a almorzar juntos y a verlo a mi lado hasta que llega la noche y uno de los dos debe marcharse, y eso podría ser contraproducente, pues hoy vuelve mi papá, esta tarde no veré a Emilio . Me siento entre la "espada y la pared", amo a mi papá, me gusta estar con él pero si él está aquí yo no podré ver a Emilio como hasta ahora. Pero ver a Emilio significa que mi padre no esté... y ambas ideas suenan terrible para mí.