Capítulo 31.2 (Sin editar)

3.7K 327 333
                                    

¡Atención contenido explicito! Si no te gusta puedes saltarte esta parte y no afectara de ninguna forma la historia.

Termino de arropar a Mauricio y me dirijo al cuarto de Emilio, me emociona la idea de poder quedarme a dormir con él y despertar a su lado, con el abrazándome y mimándome. Ojalá todo pudiera ser tan fácil y pudiéramos salir y estar juntos así siempre, pero lamentablemente no lo es y tenemos que acoplarnos a esta vida.

- ¿Emilio? ¿Amor? ¿Dónde estás?

- En el baño, salgo en un momento

Mientras Emilio sale, me preparo para dormir, me pongo una camiseta un poco más cómoda que he encontrado botada en el filo de la cama, me cepillo el cabello y busco entre mis cosas mi cepillo de dientes, apago las luces y dejo prendida únicamente la luz que ilumina la cama.

- ¿Todo bien? ¿Cómo está? - dice haciéndome pegar un pequeño brinquito

-Si no quieres matarme no vuelvas a salir sin avisar

Emilio ríe mientras se acerca hacia a mí, deposita un beso en mi cabello, me susurra una y otra vez lo mucho que me ama... quiero demostrarle que también lo amo...

Me separo un poco de él y pongo mis manos alrededor su cuello y lo beso, al principio un beso lento, pero después siento a Emilio agarrar mi cintura, hundiendo las yemas de sus dedos en ella, juntando nuestros cuerpos y volviendo a hacer lo mismo que en la tarde... Frota lentamente nuestros miembros, por inercia me deslizo hacia adelante con un gemido de entrega, me separo de él para recuperar un poco de aire y veo los ojos de Emilio llenos de placer, lo que produce una corriente eléctrica en mi cuerpo que va directo hacia la parte baja excitándome aún más.

Toco mis labios con los suyos, presionando nuestros cuerpos al mismo tiempo que mi boca y la suya, chupo levemente y siento un estremecimiento recorrer nuevamente mi cuerpo cuando Emilio hace lo mismo y entonces mis labios se abren bajo los suyos, invitándolo a entrar. Gime ruidosamente y acepta la invitación.

La lengua de Emilio esta tan caliente, húmeda y caliente, y oh dios, es perfectamente maravillosa... Nunca había probado nada tan espectacular y antes de que termine de procesar lo que está ocurriendo, la mano de Emilio se mueve, provocando un corto circuito en mí, acaricia lentamente de arriba abajo, una y otra vez llevándome al cielo. Cuando aquellos hermosos dedos dejan mi miembro para subir la camiseta que llevo puesta, soy más rápido y muevo la mía hasta encontrar su erección.

Sus ojos se abren de golpe y los miro fijamente durante un largo rato, sin hablar. Acaricio cuidadosamente, deseando no romper el hechizo que nos envuelve. Emilio libera una exhalación temblorosa y entonces sube la camiseta mientras yo bajo su pantalón.

El sonido del pantalón golpeando el suelo parece cambiar la atmosfera, estampo mi boca contra la suya, saboreándola ansiosamente. Retiro su bóxer de un tirón y Emilio hace lo mismo con los míos, liberando nuestras erecciones. Se me olvida como respirar cuando la mano de Emilio rodea mi miembro... mi mundo se reduce a los cinco dedos tomándome y a esa lengua que me manda fuego por todas mis venas.

Estoy a punto de llegar, lo siento y no quiero, rompo el beso y me suelto del agarre de Emilio. Sus ojos se abren por sorpresa y alcanzo a vislumbrar una consternación entre ellos, él pensaba que lo estaba dejando.

La idea me anima un poco más dándome una sensación de poder que nunca había sentido, el realmente estaba disfrutando tanto como yo y me deseaba, Deseaba a Joaquín el mocoso niño de 17 años que le estaba arruinando la vida pero que también lo amaba más que a nada en el mundo. Sonrío y vuelvo a besarlo, pero esta vez llevo mis besos más abajo, pasando por su barbilla, por su hermoso pecho, besando cada uno de los "cuadritos" que enmarca su estómago y hago una pusa justo sobre su erección. Los ojos de Emilio se oscurecen aún más cuando se da cuenta de las intenciones que tengo. Lo admiro por un momento; los rizos de su cabello están húmedos y algunos están pegados ahora a su frente, de repente nos imaginó en unos años, Emilio con su cabello largo como el mío y a mi enterrando mis dedos en él, borro rápidamente esos pensamientos para enfocarme en lo que estaba a punto de hacer. Suelto un lametazo en el medio de su muy grande erección.
Emilio arroja la cabeza hacia atrás con tanta fuerza que se desbalancea un poco, lo que me hacer de nuevo lo mismo. Luego, tomo toda aquella dureza dentro de mi boca y cierro los ojos a causa de aquella sensación. Estaba dándole una "mamada" a Emilio. y me encantaba, dios quien lo hubiera pensado, Joaquín el que no se enamoraba y guardaba su "pureza" para alguien especial estaba dándole una mamada al hombre por el que estaba colado hasta los huesos, tenía que estar loco.

Mi profesor || Emiliaco || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora